Constrastes



¡Feliz martes! El compositor que te traigo hoy es uno de los más importantes del pasado siglo XX, por lo menos de su primera mitad. Si yo te preguntase por quiénes son para ti esos representantes de la música clásica del pasado siglo, ¿quiénes me dirías? Seguramente que Igor Stravinsky y posiblemente también te acordarías de Arnold Schoenberg. Yo también escogería a Manuel de Falla, porque creo que tiene que estar en la lista. Pero, ¿se nos olvida alguno? Yo creo que sí...


Y pienso que ese que falta es Béla Bartók (1881-1945), maestro húngaro nacido en Nagyszentmiklós. Se formó como pianista dentro de la tradición más clásica, con maestros como Mozart, Beethoven, Brahms o Chopin y ello le llevó a conseguir un estilo muy peculiar e influyente. Los elementos que incorporó en su música procedía, de diversas fuentes: compositores clásicos, Debussy, música popular húngara y de los alrededores, etc.. La obra de Bartók está plagada de muchos colores, sobre todo en sus obras orquestales, algo que tomó de la visión orquestal de Richard Strauss. También exploró de forma minuciosa las diversas formas musicales, introduciendo en ellas elementos curiosos como la razón áurea. La música popular también moldeó las composiciones de Bartók ya que los ritmos de que hace uso suelen ser asimétricos, a veces salvajes pero siempre refinados. Entre su producción destaca su «Mikrokosmos» para piano, obra compuesta para que su hijo Peter progresase con el instrumento. No solo es una obra pedagógica en el sentido de la técnica sino que explora otros conceptos como la melodía, la armonía, el ritmo, etc.

No es esta la obra que te traigo hoy sino una titulada Contrasts, Sz. 111. Se trata de una composición de 1938 para clarinete, violín y piano. El violinista Joseph Szigeti fue quien encargó la obra para que pudiese ser tocada junto con el clarinetista Benny Goodman. Se divide en tres movimientos. El primero se titula «Verbunkos», es decir, «danza de alistamiento». Está marcada por los pizzicati del violín que nos recuerda a Ravel mezclado con la música popular. El segundo se titula «Pihenö» («relajación») y es un movimiento lento a modo de nocturno. El tercero es «Sebes» que es «danza rápida». El clarinetista usa un clarinete en si bemol (en vez de en la que ha estado usando en los otros movimientos) y el violinista imita la música popular. El maestro usa temas en estilo húngaro pero no parece citar ninguno en concreto. Una grotesca coda pone un brillante fin a esta obra no excesivamente conocida de Bartók.

La partitura de la composición puedes descargarla aquí.

La interpretación es de Yehudi Menuhin (violín), Thea King (clarinete) y Jeremy Menuhin (piano).

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