Dales, Señor, el descanso eterno
¡Feliz viernes! Todo lo que gira alrededor de los difuntos siempre ha tenido un gran encanto en nuestra cultura. Para lo que nos interesa aquí, la música también se une a ese carro y los grandes maestros nos han ofrecido a lo largo de la historia obras fascinantes que nos han acompañado y nos acompañan en la tarea (a veces difícil) de recordar a nuestros difuntos y aquellas buenas acciones que nos dejaron. Vamos a acudir hoy a una de ellas.
Disfrutemos de su Missa Pro Fidelibus Defunctis. La composición está escrita para cuatro voces hasta el sanctus: a partir de ahí está compuesto para cinco, con dos líneas graves. Esto dota a la obra de una especial sonoridad y severidad. Févin en general no usa la distribución del réquiem romana sino la parisina, lo cual se pone de manifiesto en el gradual. No tiene Dies irae y, por lo demás, Févin se adapta casi perfectamente al canto llano, que aparece principalmente en la voz de tenor. Encontramos frecuentes fabordones y cadencias con dobles notas que nos hacen mirar al renacimiento. Una obra que, por tanto, anuncia y casi ejemplifica un nuevo estilo.
La partitura de la obra puedes conseguirla aquí: Introitus | Kyrie | Graduale | Tractus | Offertorium | Sanctus | Agnus Dei | Communio.
La interpretación es de Doulce Mémoire dirigido por Denis Raisin Dadre.