Danos la paz

Composición n.º 1, Ustvolskaya

¡Feliz miércoles! Hoy te traigo una música que, siendo como es contemporánea, no deja de ser impresionante. O quizá debiera decir que es impresionante porque es contemporánea. Quizá en esta ocasión te resulte complicada su escucha y a lo mejor no comprendas qué se quiere decir en la pieza pero no te dejes arredrar: intenta apreciar la sonoridad y la impresionante obra que surge con tan escasos medios.

Galina Ustvolskaya

La ha compuesto Galina Ustvolskaya (1919-2006), compositora rusa nacida en San Petersburgo. «Ninguna música mía es de cámara, aunque sea una sonata para un único instrumento». Así se expresaba esta maestra que no llegó hasta los oídos occidentales hasta 1986 pero que cuando lo hizo fue para causar un fuerte terremoto. Su obra fue comparada con polos que implosionan, estrellas negras, cuerpos pequeños en amplios espacios o un cosmos violento. Se ha dicho de ella que es un agujero negro de tal densidad que se traga hasta la luz. Durante toda su vida solo vivió en San Petersburgo y allí estudió con Shostakovich y Shebalin. Sin embargo, no se dejó influir por ninguno de ellos y fue forjándose una obra muy particular y personal. A veces compone sin marcas de compás y en cuartos u octavos de tono. El lenguaje es cromático y sin florituras, con dinámicas que van desde el pppppp hasta el ffffff, creando un efecto auténtico, poderoso y verdaderamente impresionante.

Una de ellas es su Composición n.º 1, subtitulada «Dona nobis pacem». La orquestación es tan curiosa como impresionante: piccolo, tuba y piano y fue compuesta entre 1970 y 1971. La combinación instrumental está llena de abismos que son los que rodean las distintas sonoridades, que varían desde el vacío hasta el grito, la desesperanza y la consolación. Es la primera de un ciclo de tres, destinado a ser interpretado en un templo sin instrucciones ni análisis académicos. Esta está dividida en tres movimientos con una material que es de gran simplicidad pero que no deja lugar a demasiadas sutilezas. Usa repeticiones llenas de fuerza de melodías que incluso llegan a ser obsesivas, a modo de canto de pocas notas y plagadas de violentos ritmos. Una música que se ha venido a calificar como «minimalismo de fe».

La interpretación es de Iva Ugrcic (piccolo), Tom Curry (tuba) y Satoko Hayami (piano).

Volver arriba