Te Deum para dar gracias



De vez en cuando se siente uno como con un espíritu interior de dar gracias (cada uno a quien crea oportuno). Tenemos disponibles el Te Deum para ello. Los compositores siempre han dado lo mejor en este tipo de obra y nuestro maestro de hoy no lo es menos: uno de los más conspicuos representantes del periodo romántico.

Se trata de Héctor Berlioz (1803-1869), francés nacido en La Côte-Saint-André. En la época en que le tocó vivir todo está dominado (no solo la música) por los alemanes. Berlioz consiguió, por lo menos en su país, ser el compositor líder. Puede considerarse como el más alto exponente del romanticismo. No solo era un compositor sino también director de orquesta y crítico musical. Como le pasó a muchos genios no fue muy aceptado en su época, siendo el siglo XX el que finalmente le consagró como grande entre los grandes.

El estilo de Berlioz es muy característico, muy inspirado e influído por las melodías tradicionales. Era un gran conocedor de los medios que manejaba y un gran orquestador. En muchas obras introduce instrumentos fuera del escenario (como también haría, entre otros, Mahler).

Quizá porque todos los artistas franceses llevan algo de grandeur en sus venas, Berlioz no iba a ser menos. Una de sus obras más representativas de este estilo es su Te Deum. Fue compuesto en 1849 y pudo estrenarlo durante las ceremonias de la Exposición Universal. Es una obra grande, con unos grandes efectivos orquestales y corales. La oposición entre el órgano y la orquesta y coro dota a la obra de una espacialidad característica. Berlioz introduce una escolanía junto con el coro similar al ripieno de Bach en la Pasión según san Mateo. Los momentos en el que el tutti toma protagonismo son especialmente espectaculares, grandiosos y potentes.

Si quieres seguir la igualmente impresionante partitura de esta obra solo tienes que hacer clic aquí.

Aquí tienes esta obra completa (dura algo más de 45 minutos) interpretada por varios coros y la Orquesta Mozart de Bolonia dirigidos por Claudio Abbado.

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