Felices están los pastores



Nuestro maestro de hoy alaba la tranquilidad de los pastores en su vida campestre. El fragmento forma parte de una obra mayor y que verdaderamente no solo es una delicia sino que se tiene que reír uno a carcajadas cuando la escucha. Es una de esas óperas que en la época del compositor tenían un sentido más amplio y más ligero que hoy día.

El maestro al que he hecho referencia es Henry Purcell (1659-1695). Compositor británico nacido en Londres. Es uno de los nombres de referencia de la música barroca. En su música, a pesar de recoger elementos italianos y franceses, crea un idioma especial y único. Sus obras tocan todos los géneros: música instrumenta y para teclado, música religiosa y música profana. Ningún otro compositor británico tuvo tanta repercusión hasta el nacimiento de Edward Elgar (a mediados del XIX). De hecho, hay quien dice que la trinidad de la música británica está formada por Purcell, Elgar y Britten.

Una de sus obras más conocidas es la semi-ópera en cinco actos King Arthur, or The British Worthy ("El rey Arturo, o la nobleza británica"), estrenada en 1691 y con texto de John Dryden. El término semi-ópera hace referencia a una composición en la que a la tradicional estructura de arias y coros se le unen fragmentos de ballet, de danza y de diálogos en forma de mascarada. La obra narra las vicisitudes y batallas entre los británicos del rey Arturo y los sajones. Aparecen personajes sobrenaturales como Cupido y Venus. Los principales personajes de la obra no cantan, y sí se dirigen a ellos los secundarios. En realidad es una obra llena de humor, muy inglesa, pero muy divertida.

En la segunda escena del segundo acto un pastor toma la palabra y canta una bella aria titulada How blest are shepherds ("Felices están los pastores") en la que alaba la vida que llevan él y sus compañeros de escenas, alejados del mundanal ruido. La obra está compuesta en forma de intervención solista con un ritornello en el que el coro repite la melodía anterior. El texto del aria dice así:

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Felices están los pastores y sus compañeras,
mientras que tambores y trompetas resuenan.
La tormenta pasa sobre nuestras cabañas y,
cuando muramos, permaneceremos abrazados.
Por el día esperamos a nuestras tropas y por
la noche, nos divertimos al son de las flautas.

Radiantes ninfas de Bretaña colmadas de gracia,
no dejéis pasar vuestros días sin placer.
El honor es pasajero y, cuando la juventud muera,
los hombres os alabarán pero ninguno os deseará.
No desaprovechéis vuestra juventud pues el
tiempo habrá pasado para cuando os arrepintáis.
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Aquí tienes este delicadeza interpretada por Paul Elliott y el Deller Consort dirigidos por Alfred Deller.

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