Llorad, cielos
¡Feliz miércoles! Ya hace tiempo que dejamos atrás el Adviento, tiempo para el que esta obra fue compuesta. Pero da igual puesto que casi todas las obras pueden disfrutarse en cualquier momento. Sobre todo si es de tan gran calidad como la de hoy, de un maestro que fue toda una institución en su tiempo y que hoy goza de todo el prestigio que merece aunque no es todo lo conocido que merece. Poco a poco iremos paliando esto aquí y la obra de hoy es una buena prueba de ello.
Es otro motete el que te traigo hoy. Concretamente su Rorate, coeli. La composición podemos calificarla de grandiosa, lo que viene reforzado por la presencia de instrumentos con las voces, algo habitual. Apreciamos ese estilo a la vez grandioso (que desembocaría en el veneciano) pero a la vez algo austero propio de la polifonía francio-flamenca. Las voces ascienden en el momento del «desuper» (sobre todo las agudas) y poco a poco Isaac va desarrollando una polifonía rica, llena de inventiva y aún con medio pie en el final de la Edad Media. Las inserciones del canto llano parecen pausas ya que, tras la segunda, el maestro usa menos voces. Tras la doxología final, la obra vuelve a repetirse a modo de majestuoso final.
La interpretación es de Currende Consort dirigido por Eric Van Nevel.