Magnificat



Un sábado más vamos a disfrutar de este himno evangélico de vísperas. Y hoy nos va a acompañar un grandísimo maestro, para el que todas las palabras que pueda decirte no solo son meros balbuceos sino que siempre son pocas. Es como su música: que tiene tal altura y profundidad que nunca seremos capaces de apreciarla como se merece... ¡Pero ahí estamos!

Evidentemente se trata de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), maestro austríaco nacido en Salzburgo. A pesar de morir con solo 35 años, fue uno de los compositores más influyentes que han existido y compuso más de 600 obras. Se cuenta que una vez se le acercó un joven para pedirle consejo al ya reconocido maestro Mozart. Quería que le dijese cómo era la cosa de componer una sinfonía. Mozart vio que su interrogador era aún muy joven y le recomendó que empezase componiendo cosas más sencillas, como por ejemplo baladas. El muchacho se sorprendió por la respuesta y le dijo a Mozart: "Pero usted llegó a componer sinfonías cuando solo tenía diez años". A lo que Mozart respondió: "Efectivamente, pero no tuve que preguntarle a nadie cómo hacerlo". Como vez, desde pequeño ya la fama le precedía, y con gran motivo.

Una de sus obras más conocidas son sus Vesperae solennes de confessore, K. 339. Fue una obra compuesta en 1780 y parece que lo fue para ser usada en la catedral de Salzburgo. Eso de "de confessore" fue un añadido posterior, dando a entender que la obra debía interpretarse para el día de algún santo (o confesor). De ellas, te propongo disfrutar de este Magnificat, que es con la que termina la obra. Está compuesto en Do Mayor y tiene ese brillo característico de Mozart, que tanto nos hace disfrutar. ¡Una auténtica maravilla!

La partitura de las Vísperas completas puedes seguirla aquí.

La interpretación es de Lynne Dawson (soprano) y el Coro del King's College de Cambridge.

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