Mascaradas

¡Feliz lunes! Para hoy te propongo asistir a un baile de máscaras musical. ¿Te apetece? Lejos queda ya el tiempo de carnaval, a pesar de que habrá quien viva en uno continuo. Nosotros vamos a acudir para ello hoy a la música de un maestro que te traigo poco por aquí y reconozco que es una pena porque su música siempre es grandiosa. No es un gran conocido pero debería serlo porque su sentido de la profundidad, del colorido y de la musicalidad es casi perfecto.

Me refiero a Karol Szymanowski (1882-1937), compositor polaco nacido en Tymoszówka, que por entonces pertenecía a Rusia. Una herida en su pierna le hizo caer en cierta inactividad durante su juventud y casi sustituyó la escuela por una férrea educación musical, centrada en el piano pero también en la composición. Entre 1903 y 1905 estudió en Varsovia y luego fue a Berlín, absorbiendo en ambas ciudades el lenguaje musical imperante en esa época: el alemán. Antes de la Primera Guerra Mundial viajó ampliamente por Europa llevando su nombre como compositor y pianista y así su música se fue haciendo conocida. En París pudo admirar a Debussy y los impresionistas. Tuvo que marcharse a Varsovia debido a la Revolución Bolchevique y la posterior ocupación austríaca y en la capital fue director de su conservatorio. Tuvo que dejarlo debido a una tuberculosis y los problemas de salud le llevaron a morir en Lugano (Suiza). Es un maestro en el modernismo lírico del siglo XX.

Hoy te traigo su obra para piano titulada Masques, op. 34. Se trata de tres piezas compuestas entre 1915 y 1916. Representan tres personajes dramáticos y Szimanowski intenta describirlos de alguna forma... y lo hace eficazmente. En la primera, «Shéhérezade», es una danza tranquila y el maestro nos hace oler todos los ambientes de los cuentos de las mil y una noche. El segundo movimiento se titula «Tantris le Bouffon» y es una parodia del Tristán. El compositor escribe una pieza llena de contrastes y requiere pasajes de gran virtuosismo que recuerdan a Stravinsky y tiene un gran ambiente ruso. La última parte se titulada «Sérénade de Don Juan». Es un rondó con un tema que se repite a modo de antihéroe. Ravel también está aquí presente y nos recuerda a su «Alborada del gracioso». A pesar de tanta comparación (que es para que te sitúes) la música tiene una entidad propia y es una composición de gran sabiduría, llena de escollos para cualquier pianista.

La partitura de la obra puedes descargarla aquí.

La interpretación es de Paul Anderszweski al piano.

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