¡Feliz jueves! A veces la música tiene un brillo especial que se nos cuela por todos los rincones de nuestro cuerpo, iluminando nuestras vidas. Esa es una de las características de la obra de hoy: es brillante y optimista, de forma que es un fabuloso impulso para este día, que seguro que no viene mal. Creo que quien la ha compuesto nunca había aparecido por este modesto rincón, por lo que vamos a darle una calurosa bienvenida.

Se trata de Michael Torke (1961), compositor estadounidense nacido en Milwaukee. Su música triunfa tanto en los aficionados a la música clásica tradicionales como en otros que se van incorporando. Estudió en la Eastman School of Music, sobre todo composición y piano. Luego pasó a Yale para formarse con Jacob Druckman y ya ahí compuso sus primeras obras, llenas de habilidad y maestría. Ha compuesto obras tanto para géneros instrumentales como vocales y su música ha sido calificada como posminimalista. Sus composiciones están llenas de melodías inmortales, que se han hecho muy famosas, sobre todo porque han sido usadas en televisión y diversos eventos casi a nivel mundial. Pero no son obras que luego quedan ahí sino que se graban en discos de bastante éxito y que son (y han sido) interpretadas por las más renombradas orquestas bajo la batuta de famosos maestros. La música de Torke está llena de colorido y sensaciones, y su escucha es toda una experiencia.

Vamos a escuchar su obra titulada Bright Blue Music, es decir, «Música azul brillante». Es una composición para orquesta que data de 1985. El patrón rítmico que sigue el compositor es el de un pulso de dieciséis nota en un compás de 4/4. El maestro se inspiró en la obra de Wittgenstein, sobre todo en su gramática. Así, Torke concibió una música en la que la armonía no tiene ningún significado sino que son un medio, elegido de alguna forma arbitrariamente. El propio compositor dice que parece como si de pronto los árboles danzasen y el cielo se tornase de un azul especialmente brillante. El re mayor en el que está compuesta la composición es el color que ha acompañado al compositor desde que tenía cinco años y por eso la ha usado en esta pieza. La obra es una continuación de unos trabajos previos y fue un encargo de la Joven Orquesta Sinfónica de Nueva York. Una pieza que es todo un impulso musical, que nos llena de optimismo.

La interpretación es de la Orquesta Sinfónica de Baltimore dirigida por David Zinman.