Negra soy, pero hermosa



¡Feliz sábado! Hoy te traigo una obra curiosa, una especia de experimento de fusión de dos épocas que vas a ver que tiene una rica sonoridad. Quien la ha compuesto me ha aparecido de forma inesperada buscando piezas marianas. Y digo inesperada porque su nombre no se asociaría con la composición sino más bien con la interpretación. Sea como fuere, el experimento creo que sale airoso ya que suena muy bien. Una experiencia que merece la pena, hazme caso.



Hoy nos visita Bernard Foccroulle (1953), compositor y organista belga nacido en Lieja; además es también director de orquesta. Comenzó su carrera como organista a mediado de la década de 1970 y ha interpretado tanto repertorio antiguo como contemporáneo. Destaca la atención que ha dedicado a los compositores de la escuela barroca del norte de Alemania, anterior y contemporánea a Bach. Aparece como intérprete en numerosos conciertos por todo el mundo y ello le ha llevado a grabar gran cantidad de discos y conseguir muchos galardones. En su faceta de organista te lo he traído aquí varias veces. Destaca también por haber combinado la música con otras formas artísticas, como el arte visual, en espectáculos alabados por todo el planeta. En sus interpretaciones mezcla sonidos antiguos con los modernos, con instrumentos de varias culturas de forma que obtiene unas obras atractivas. Ha compuesto tanto para órgano como para conjuntos de cámara. Ha sido también director de ópera.

Vamos a comprobar su calidad como compositor en su Nigra sum. Se trata de una composición (de 2012) perteneciente a una colección de obras compuestas para distintos órganos antiguos. La de hoy lo está para el órgano que Jean-Baptiste Le Picard construyó en 1742 para la iglesia de San Juan Evangelista de la localidad belga de Beaufays. Además requiere del uso de un corneto y una soprano. El corneto casi se asemeja a la voz y en el barroco era considerado el instrumento más próximo a ella. Requiere que el órgano esté afinado en temperamento mesotónico (como el corneto). El texto está tomado del Cantar de los Cantares bíblico y la sonoridad es de lo más rica. Resulta muy refrescante escuchar el corneto ejecutando sonidos contemporáneos, arropado por el órgano y por la etérea voz de la soprano. Una verdadera sorpresa.

La interpretación es de Bernard Foccroulle (órgano), Alice Foccroulle (sopreno) y Lambert Colson (corneto). Estos dos últimos son los dedicatarios de la composición.

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