Oh, qué dulce y gentil eres



¡Feliz sábado! Para este sábado que nos va conduciendo a finales de mes (aunque todavía queda algo de él) vamos a disfrutar de una música breve pero intensa. El maestro que la ha compuesto ha aparecido por aquí alguna que otra vez y su música siempre nos parece impresionante. Su dedicación a la voz era tan grande que podemos decir que fue el pionero en la creación de género de la ópera. No es ningún fragmento operístico el que te traigo hoy... pero casi lo parece por su dramatismo.

Nuestro músico de hoy es Francesco Cavalli (1602-1676), maestro italiano nacido en Crema. Cuando murió Monteverdi fue Cavalli el que tomó el testigo de la composición de óperas para llevarla a su cénit. Tan conocido fue en su época como desconocido quedó cuando murió e incluso sus obras quedaron en el olvido hasta que fueron redescubiertas a finales del pasado siglo XX. Su nombre verdadero era Pietro Francesco Caletti-Bruni pero se puso el apellido Cavalli ya que fue el mecenas que promovió su carrera. Este era Federico Cavalli, gobernador veneciano de Crema, quien se emocionó con la voz del joven Francesco y lo llevó con él a Venecia. Debido a ella entró en la capilla de la basílica de San Marcos como soprano en 1616, pasando luego a cantar como tenor. En sus óperas, Cavalli comenzó a distinguir claramente entre recitativo y aria, a semejanza de Monteverdi. Sin embargo, mientras el cremonés desarrollaba más los recitativos, Cavalli se dedicó a las arias de forma especial. En cuanto a la música religiosa, Cavalli se muestra más conservador para mantener así el estilo veneciano de San Marcos que anteriormente habían llevado a la cúspide Gabrieli y Monteverdi.

Disfrutemos de su motete O quam suavis et decora, publicado en Venecia en 1645 y compuesto para voz y continuo. Es una de las composiciones más conocidas del maestro y vamos cómo hace declamar a la voz con una intensidad que casi parece un aria de ópera. El texto está tomado del Cantar de los Cantares y de otras fuentes, y la gentileza que el texto, metafóricamente hablando, le asocia a la Virgen está reflejada de forma especial por la música, llena de sencillos afectos llenos de luminosidad. Una delicia de obra.

La partitura de la composición puedes conseguirla aquí

La interpretación es de Nuria Rial (soprano) y el conjunto L'Arpeggiata dirigido por Cristina Pluhar.

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