Ojalá te escuche el Señor



Más o menos esa es la traducción del título de hoy. Toda una buena declaración de deseo, ¿no? La obra es impresionante de esas que te insuflan espiritualidad. Hay quien piensa que la música de ese estilo y época peca de un exceso de teatralidad (por decirlo de una forma) pero si se consigue trascender eso queda unas obras bellísimas, como la de hoy.

El maestro que nos acompaña es André Campra (1660-1744), compositor francés nacido en Aix-en-Provence. Se sitúa justo a medio camino entre Jean-Baptiste Lully y Jean-Philippe Rameau. Su padre, violinista aficionado, fue el que le inició en los rudimentos de la música. Un año importante en su carrera es 1694 cuando consiguió el puesto de maestro de música en Notre-Dame en París. Hasta entonces solo había compuesto obras sacras pero su presencia en París le llevó a considerar otros géneros, a pesar de que casi había alcanzado la cima en cuanto a música religiosa. En 1697 presentó un nuevo género por él creado: la opéra-ballet, un espectáculo en el que se unían una acción (dramática o cómica) y la música de ballet tan apreciada por los franceses. Campra era uno de los grandes maestros de la música barroca francesa, cuya música así lo atestigua.

Una de las formas religiosas que cultivó Campra fue el grand-motet. Uno de ellos es el que te traigo hoy, titulado Exaudiat te Dominus. Se trata del salmo 20 y es una obra que durante mucho tiempo fue atribuída a Blanchard. Se cree que fue interpretada en los Inválidos de París, en 1703, para dar gracias por la recuperación del rey de una enfermedad. En un momento de la obra suenan dos trompetas acompañadas por timbales y órgano; es el sonido de la guerra. Precisamente, la instrumentación tan especial que usa Campra y su brillantez en cuanto a la composición lo que hace de esta obra una maravilla para nuestros sentidos.

La interpretación que te ofrezco es la de Les Arts Florissants dirigido por William Christie.

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