Oración de Jeremías
Efectivamente, se trata de Tomás Luis de Victoria (c. 1548-1611), compositor español nacido en Sanchidrián (Ávila). Para los que vivimos la espiritualidad ignaciana es un orgullo saber que Victoria estuvo siempre relacionado con los jesuitas. Estudió en el Colegio de San Gil de Ávila a cuyo cargo estaba la Compañía de Jesús. Debido a su extraordinaria voz pronto fue destinado a Roma, primero para educarse y cantar en el Colegio Alemán (de fundación jesuita) y luego como maestro de capilla, a cargo de su música. Allí compuso su música más gloriosa e incluso llegó a conocer a Palestrina ya que eran casi vecinos (de hecho, Victoria asimiló perfectamente el estilo del italiano). Cansado de estar en tierras italianas, el rey Felipe II le concedió volver a España y lo nombró capellán de su hermana María, que estaba recluida en el Monasterio de las Descalzas Reales, de fundación jesuita a cargo de la primera y única mujer que tomó los votos de la Compañía. Este español universal, unido a los jesuitas, no solo es uno de los grandes músicos de nuestro país sino que lo es de toda Europa y de la Historia de la Música, con todas las mayúsculas que sean posible.
Hoy te traigo su Tercera Lección para el Sábado Santo, que comienza con las palabras «Inicio de la oración de Jeremías», de ahí el título del post. La obra fue compuesta para seis voces. En todo el momento el maestro controla perfectamente la textura mediante el agrupamiento y el reagrupamiento de las distintas voces. Toda la oscuridad propia de este oficio, con esa mezcla de luz y sombra propia del Sábado Santo, está mezclada aquí magistralmente por parte de Victoria, maestro en crear ambientes que casi podemos calificar de manieristas. Esto es música que solo puede calificarse como oro.
La partitura de la composición puedes descargarla aquí.
La interpretación es de Nordic Voices.