Pequeña sonata

¡Feliz jueves! Sabes que una vez a la semana me gusta traerte música compuesta por una mujer. Te adelanto que es la que toca hoy. Desgraciadamente las compositoras han sido muy desconocidas para los melómanos (y lo son). Algunos nombres sí que se han impuesto y los hemos escuchados aquí pero aún hay muchas que necesitan ser conocidas no porque sean mujeres sino porque su música es de mucha calidad, por encima de calificaciones de género. Vamos a conocer a otra.

Se trata de Claude Arrieu (1903-1990), compositora francesa nacida en París. En 1932 recibió un premio importante de composición en el conservatorio de París, donde estudió con Dukas, Roger-Ducasse y Marguerite Long entre otros. Se dedicó a componer y también trabajó para la radio francesa, siendo su especialidad la producción y los efectos de sonido. Su trabajo como compositora se centró en la ópera y la música incidental, que llevó hasta a los niños. Nada menos que treinta obras para películas y cuarenta partituras para la radio se le atribuyen, algo asombroso. Evidentemente recibió una gran influencia del grupo de Les Six parisino pero ella siempre fue por libre, con un espíritu y un lenguaje my particular. Su armonía se adentra a veces en pasajes algo insospechados pero nunca pierde la calidad ni la calidez, recordándonos de alguna forma la música de Chabrier pero siempre sin perder la individualidad. Mujer de su tiempo, se interesó también en la música electroacústica y trabajó con Pierre Schaeffer desde los primeros momentos. Compuso alguna obra para ese nuevo instrumento que es las ondas martenot pero no usó los recursos electroacústicos en sus composiciones. Sin duda, el de Claude Arrieu es otro nombre a añadir a la gran lista de compositoras que merece la pena ser más conocidas.

Hoy vamos a escuchar su famosa Sonatina para flauta y piano. Fue estrenada en 1944 a cargo de Jean-Pierre Rampal en una emisión de la radio francesa y es la composición más popular de Arrieu, interpretada asiduamente. El primer movimiento tiene un especial equilibrio entre la flauta y el piano, actuando ambos como verdaderos compañeros. El segundo fluye de forma especial, con la flauta cantando una melodía muy especial y bella. Termina la composición con un presto que es una prueba de fuerza para ambos instrumentos pero es la flauta la que tiene que exprimirse aún más. La composición está llena de momentos líricos pero también de otros llenos de sabiduría.

La interpretación es de Leonard Garrison (flauta) y Roger McVey (piano).

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