Preludio en unísono

Preludio en unísono, Enescu

¡Feliz viernes! Para terminar la semana laboral te traigo una obra que solo puede calificarse de sorprendente. Estamos acostumbrados a veces a las grandes sinfonías, a los fastuosos conciertos, a las inmensas obra corales. Pero de vez en cuando aparece un maestro y nos maravilla con obras como la de hoy, curiosas y muy bien conseguidas, inesperadas y que nos resultan como un soplo de aire fresco. ¡Refresquémonos!

George Enescu

Se encargará de ello George Enescu (1881-1955), compositor rumano nacido en Liveni. Curiosamente, tras su muerte la villa que le vio nacer cambió su nombre por el de George Enescu. No hace falta comentar que es el compositor rumano más importante, con obras muy solicitadas en su tiempo. Con cuatro años comenzó a recibir lecciones de violín y poco después empezó a componer. En 1888 se matriculó en el conservatorio de Viena donde estudió violín, composición, armonía y teoría de la música. Con solo trece años ya consideró que era un virtuoso del instrumento. En París pudo estudiar con Massenet y Fauré, lo que le llevó a mezclar los estilos rumano y francés de una forma muy especial. Dio recitales de cámara con Alfred Cortot al piano y a veces formó trío con Louis Fournier y Alfredo Casella. Participó activamente en la vida musical de Rumanía y para ella compuso muchas obras. En 1912 fundó un premio que lleva su nombre. En 1923 actuó en Estados Unidos y tuvo por discípulo a Yehudi Menuhin. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial marchó a Nueva York pero luego regresó a París.

Disfrutemos de su Prelude à l'Unisson. Pertenece a su primera suite para orquesta. Está dedicada a Saint-Saëns y en ella muestra una gran influencia de Wagner. Lo sorprendente de esta obra muy poco escuchada es eso, que en ella la orquesta toca siempre al unísono. No toda, sino que los distintos instrumentos de cuerda van entrando pero siempre ejecutando la misma melodía a la misma altura. El único que no no sigue ese unísono es el timbal, pero prácticamente no se aprecia y no rompe ese encanto casi hipnótico que tiene el unísono. Creo que lo que dije en la introducción: una sorpresa.

La partitura de la composición puedes descargarla aquí.

La interpretación es de la Orquesta del Festival de Budapest dirigida por Iván Fischer.

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