¡Feliz sábado! Ya sabes que es costumbre por aquí que todos los sábados te traiga música mariana. La de hoy tiene un encanto especial porque es de lo más delicada. En ella vamos a escuchar un instrumento que en su tiempo fue muy utilizado y hoy día ha sido recuperado y disfrutamos de cada vez más repertorio para él. Su sonido no deja de ser parecido al de la voz humana. La conjunción es, así, perfecta. ¿Te apetece?

Primero, el compositor. Es Maurizio Cazzati (1616-1678), compositor italiano nacido en Lucera. Con diecisiete años tomó posesión de su primer trabajo y, tras su ordenación como sacerdote, trabajó en Mantua. En 1657 era maestro de capilla de san Petronio en Bolonia tras una impresionante interpretación de sus misas. Parece ser que su música era muy conocida y fue atacado por ella, sobre todo por la religiosa. Cazzati se defendió pero sus detractores no cejaron en el intento de mostrar los errores de su música. Él mismo propuso la comparación de sus obras (que parece ser contenían errores de impresión) y terminó reimprimiéndolas. En 1671 fue despedido de san Petronio y regresó a Mantua, al servicio de la duquesa Anna Isabella Gonzaga. Allí se interpretaron seis oratorios suyos y siguió cosechando éxitos a pesar del regusto que aún le quedaba en la boca debido a los incidentes en Bolonia.

Disfrutemos de su Regina coeli. El toque de distinción de esta obra lo aporta ese instrumento que es el cornetto, ese instrumento de cuerpo alargado y curvo que se usó principalmente en los inicios del barroco (sobre todo en Italia) y con un sonido muy peculiar, lleno de cuerpo. El ascenso y descenso de voz e instrumento nos conducen a una música angelical gracias a ese perfecto empaste de ambos. Hay detalles tan bellos que a veces ambos parece que se imitan pero otras veces cantan de forma que se separan de una forma casi radical. Una maravilla de obra publicada en una colección en 1667.

La interpretación es de Hanna Blažíková (soprano) y Bruce Dickey (cornetto).