Te adoramos, oh Cristo
Espero que sí porque se trata nada menos que de Claudio Monteverdi (1567-1643), compositor italiano nacido en Cremona. Algún musicólogo lo ha calificado como «creador de la música moderna», algo exagerado pero no menos cierto ya que Monteverdi fue el verdadero artífice del paso entre el Renacimiento y el Barroco. Se arriesgó mucho en algunas composiciones, de forma que fue criticado por varios maestros. Uno le reprochó la presencia de demasiadas disonancias en su música y se cuenta que a ello respondió el maestro: «Oh, habla usted de la prima pratica, pero yo compongo en la seconda pratica; es como comparar manzanas con naranjas». Era un hombre muy curioso y se dedicó a estudiar, además que teoría de la música, la alquimia por la que se sentía fascinado. Como intérprete también destacó tocando la viola, e interpretaba tanto la de brazo como la de gamba. Este maestro pionero compuso grandes obras como su ópera «L'Orfeo», una de las primeras en este género. También escribió otras pequeñas miniaturas, como la de hoy, en las que encontramos también mucho de su arte.
Se trata del motete Adoramus te, Christe, a seis voces. Se trata de una obra compuesta en modo meditativo, que casi le da más protagonismo el texto que a la música. Las seis voces comienzan cantando en forma homofónica, de forma paralela, pero poco a poco va venciendo la polifonía y en contrapunto, con las voces graves predominando sobre las agudas. El corazón de la obra lo forman las palabras «Quia per sanguinem...» («porque por tu sangre...»), y es ahí donde la composición de Monteverdi adquiere más floritura y exuberancia. Las voces intercambian una bella declamación y termina la composición con una música que es una verdadera maravilla.
La interpretación es de Les Arts Florissants dirigido por William Christie.