Cuatro bellezas

¡Feliz lunes! Espero que en esta semana que ahora comienza, y que nos llevará directamente a mayo, te ocurran cosas todo lo buenas posible. Una de ellas puede ser la música y espero contribuir a ello con la composición de hoy. Salió de las manos de un maestro que a lo mejor no relacionamos con este tipo de música pero la grandeza de todos ellos es que precisamente de vez en cuando nos maravilla con composiciones que son una verdadera belleza... y hoy habrá cuatro de ellas.

El visitante de hoy es Aaron Copland (1900-1990), compositor estadounidense nacido en Nueva York. A partir de la década de 1920 asumió el papel de principal compositor americano y su popularidad creció de una forma especial, con obras totalmente asentadas en el repertorio de todas las orquestas mundiales. A los trece años comenzó a componer pequeñas piezas y asistía a clases particulares y a todos los conciertos que podía. En París estudió con Nadia Boulanger y se empapó de la cultura europea. Gracias a ella entabló relación con el director Serge Koussevitzky que duró toda la vida. Cuando volvió a EEUU no solo se dedicó a componer sino a dinamizar y liderar la vida musical de su país, además de llevarla a todo el mundo. Sus composiciones también crearon un estilo americano ya que también recibían influencia de la música popular del país. Como escritor, destaca su propia autobiografía, escrita con el musicólogo Vivian Perlis, que constituye un document esencial para entender el crecimiento de la música americana en el siglo XX.

Escuchemos hoy sus Cuatro motetes, composición temprana que data de 1921 y que está escrita para coro mixto. Precisamente la obra surge de sus estudios con Nadia Boulanger. Esta exigía a sus discípulo que compusiesen en formas tradicionales, incluida la de motete. Así que Copland tuvo que componer una obra de estas características y lo hizo eligiendo cuatro textos de la Biblia. El maestro dijo: «Creo que estas piezas de estudiante muestran influencias de Mussorgsky, a quien admiro. Estuve de acuerdo que fuesen publicadas con emociones encontradas ya que, aunque tienen cierto valor como curiosidad (quizá la gente quiera saber lo que hacía como estudiante), el estilo no es realmente el mío». Los textos están tomados del Antiguo Testamento y además de su admirado Mussorgski apreciamos la influencia de Fauré.

La interpretación es de Camerata Singers dirigido por Timothy Mount.

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