Un cuarteto con nombre

Cuarteto Razumovsky, Beethoven

¡Feliz jueves! A veces, por cuestiones históricas, nos encontramos con piezas que tradicionalmente han tenido subtítulos que incluso han hecho que por ellos sean famosas. Quizá puede ser el caso de la obra de hoy que proviene de un compositor que no necesita de que nada lo preceda porque él de por sí está primero. Es de los tres o cuatro grandes nombres de la historia de la música. ¿Te apetece su compañía?

Ludwig van Beethoven

No te defraudará porque se trata de la de Ludwig van Beethoven (1770-1827), compositor alemán nacido en Bonn. De él se cuentan algunas curiosidades, a veces más infundadas, otra menos. Por ejemplo, se dice que metía la cabeza en agua fría antes de componer o que adoraba cocinar hasta incluso llamar una de sus obras «Cristo en el monte de los olivos». Sufrió los abusos de su padre, alcohólico, cuando era pequeño. Eso le dejó marcado de por vida e hizo que su carácter fuera hosco. Cuando Beethoven se hizo cargo de su sobrino lo trataba de forma severa y a veces poco indulgente pero nunca dejó de apreciarlo. Cuando tocaba siempre se mostraba especialmente furioso con la audiencia si esta era ruidosa y habladora, llegando a interrumpir la obra para reprender a quien estaba fastidiando la velada. La sordera que le invadió en su madurez hizo que se alejase de los demás, haciéndose aún más huraño. Pero ese carácter (¿o quizá gracias a ese carácter?) no le impidió componer verdaderas obras maestras, auténticos monumentos a los que siempre debemos acercarnos casi con adoración y veneración.

Uno de ellos es el Cuarteto de cuerdas n.º 7, op. 59 n.º 1, subtitulado «Razumovsky». La obra fue publicada en 1808 y fue un encargo del príncipe Razumovsky, que por entonces era embajador ruso en Viena. Se separa de sus anteriores cuartetos en varios aspectos, siendo el primero más llamativo en la duración, ya que esta obra dura más de cuarenta minutos. El primer movimiento, allegro, comienza con un tema poderoso del chelo, característico del maestro. El segundo tema, contrastante, también está a cargo del chelo, y tiene un carácter más lírico. El segundo, allegro vivace e sempre scherzando, es brillante y complejo, con un ritmo llamativo y un trío brillante en el que Beethoven desarrolla los temas. El tercero, adagio molto e mesto, es casi contrario al anterior, recordando al segundo movimiento de su famosa sinfonía «Heroica» (la tercera). Finalmente, el allegro último nos trae un intenso sabor ruso, quizá haciendo homenaje a quien le encargó y pagó la composición.

La partitura de la composición puedes descargarla aquí.

La interpretación es de Matthew Vera y Michael Rau (violines), David Mason (viola) y Marza Wilks (chelo).

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