Una delicatessen de Brahms



Ese compositor tan genial como era Brahms nos legó una serie de composiciones inmortales. Entre ellas, cómo no, sus cuatro sinfonías y obras para piano y de cámara. Pero también otras que quizá no son tan conocidas (aunque tampoco son desconocidas), que no están tanto en las salas de conciertos pero que son igual de emocionantes. Como la de hoy.

Te recordaré que Johannes Brahms (1833-1897) era un compositor alemán nacido en Hamburgo. Los alemanes siempre han creado poderosas escuelas o tradiciones de composición, y podemos decir que Brahms fue el sucesor de Beethoven y Schubert en la poderosa y destacada escuela alemana. Supo recoger toda la tradición musical europea y crear con ella un lenguaje y estilos propios que hacen de él uno de los mejores compositores de la historia.

Hoy te traigo la obra suya titulada Rapsodia para contralto, coro masculino y orquesta, Op. 53. Hoy día nosotros, pobres mortales, cuando tenemos que hacer algún regalo de bodas, regalamos lámparas, instrumentos de cocinas y cosas de esas (hay quien para hacer un acto de ostentación regala un coche). Brahms, que era una persona única, regalaba obras musicales. Esta lo fue para la boda de Julie, la hija de Robert y Clara Schumann. Está compuesta usando versos del mismísimo Goethe. La obra, como puedes comprobar, guarda muchas similitudes con el Requiem Alemán del propio Brahms. Especialmente emotivo es el momento en que el coro hace su entrada constituyendo un momento arrebatador por su romanticismo y su melodía especial.

La partitura de la obra puedes seguirla aquí.

Aquí te la ofrezco en una versión (de 1947) de campanillas en la que destaca la voz especial de la solista. En concreto, está interpretada por Kathleen Ferrier (contralto) junto con el Coro Masculino y la Orquesta Filarmónica de Londres, dirigidos por Clemens Krauss.

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