Desde lo hondo clamo a ti
Me refiero a Josquin Desprez (c. 1450/55-1521), compositor franco-flamenco nacido probablemente en el condado de Hainaut. Su vida todavía es materia de debate y su primera referencia clara aparece en la catedral de Cambrai en la década de 1470. Cantó en la corte de Galeazzo Sforza en Milán y parece que tuvo relación con la capilla papal. Podemos clasificar sus obras en tres categorías: motetes, misas y chansons. Nada menos que diecisiete de sus misas fueron impresas en vida, publicadas por Petrucci. Lutero expresó una gran admiración por la música de Josquin, a quien llamó «maestro de las notas, que hace con ellas lo que desea mientras otros compositores deben hacer lo que quieran las notas». Sus composiciones son una perfecta mezcla de tradición e innovación, que poco a poco se convirtió en lo estándar para generaciones posteriores. Su música es tan expresiva que rompe con la tradición medieval abstracta. Tanto en sus motetes como en sus misas hallamos una aproximación a la organización de las notas que casi se asemeja a nuestra actual tonalidad.
Disfrutemos de su salmo De profundis clamavi, compuesto a cuatro voces y cuya autoría tampoco puede atribuirse a Desprez al cien por cien. El maestro prescribe que tres voces canten en canon, lo que simboliza la pena de los tres estados del alma. La estructura de la composición es clásica, con líneas amplias y que respiran de una forma especial, dejando que la luz penetre entre ellas. Hay pasajes en dúo que se contraponen a otros más amplios, con texturas plenas y que emplean la imitación. Eligió para escribir este increíble lamento el modo frigio, el más lamentoso posible, lleno de severidad y de carácter funeral. Todas las voces cantan en su extremo más grave y, por ejemplo, a la soprano le lleva veinte compases alcanzar el registro intermedio, mientras el bajo desciende a un sol grave. En fin toda una serie de elementos que en forma de palabra empalidecen ante tanta belleza en forma de música.
La interpretación es de The Hilliard Ensemble.