Una impresionante chacona

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¡Feliz jueves! La chacona es una forma musical que tuvo una especial importancia en el barroco. Muchas servían para dar fin a las imponentes óperas de esa época y tienen como una especie de sonoridad envolvente que nos atrapa. Es el caso de la obra de hoy.

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Que no proviene, sin embargo, de ningún francés, sino de Christoph Willibald Gluck (1714-1787), compositor alemán nacido en Erasbach. En sus obras hay una sabia síntesis entre los idiomas franceses e italianos, especialmente plasmados en la ópera. Es famoso por si ópera Orfeo ed Euridice, que compuso en 1762. Tiene de particular que abrió una nueva era en cuanto a la evolución del género se refiere. Rompió muchos moldes porque incorporó nuevos aires a las grandes convenciones de la época barroca. Sin embargo, sus obras no son demasiado interpretadas hoy día y podríamos decir que Gluck es más conocido desde el punto de vista teórico. Escribió: «Busqué confinar la música a su verdadera función de servir a la poesía, expresando sentimientos y situaciones de la historia, sin interrumpir y enfriar la acción a través de ornamentos inútiles y superfluos».

Otra de sus óperas que rompió moldes fue Armida, Wq. 45. Como la de otros autores, es una obra en la que se enfrenta el tema del amor con el del deber. El libreto es de Philippe Quinault (concebido para Lully) y fue estrenada en 1777. La novedad que presenta Gluck es que elabora un continuo musical que luego perfeccionaría Wagner (frente a la división en recitativos y arias). La música orquestal se une a la vocal para crear un clima muy especial y termina, ahora sí mirando al barroco, con una imponente chaconne. Es posiblemente la música más espectacular de toda la obra, que contiene una música inspiradísima y de un fuerte sabor francés.

La partitura de la composición puede descargarse aquí.

La interpretación es de Les Musiciens du Louvre dirigidos por Marc Minkowski.

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