Seis maravillas



¡Feliz miércoles! En la historia de la música tenemos composiciones para diversos conjuntos instrumentales, destacando el género del cuarteto (sobre todo de cuerdas) en el que destacan grandes obras de diversas épocas. Pero también con seis (es decir, un sexteto) podemos disfrutar muchísimo y la prueba es el ejemplo de la obra de hoy. Quien ha compuesto la música es uno de esos prodigios que de vez en cuando vamos recibiendo para nuestro disfrute y admiración.



Me estoy refiriendo a Felix Mendelssohn (1809-1847), compositor alemán nacido en Hamburgo. Descendía de una gran familia germano-judía muy centrada en los valores morales e intelectuales. Su padre era un próspero banquero y su madre era muy cultivada culturalmente. Todo esto motivó que el genio de Felix floreciera de una forma especial. Fue enseñado por los mejores maestros y ello hizo que con solo nueve años hiciese su primera aparición pública y que ya con catorce hubiese compuesto muchas de sus grandes obras. En Europa el apellido Mendelssohn era muy apreciado y sus dotes como musicólogo tampoco eran desdeñables. A él le debemos el reestreno de la Pasión según San Mateo de Bach. En Leipzig era toda una institución y fue el fundador de su conservatorio. Para este lugar se procuró a Robert Schumann como profesor. Su obra oscila en un perfecto equilibrio entre el clasicismo y el romanticismo y destacan poderosamente sus bellas melodías, que esparcía por doquier en obras de una perfecta factura y un a calidad intachable.

Una de ellas es este Sexteto para piano y cuerdas en Re Mayor Op 110. Concretamente está compuesto para violín, dos violas, chelo, contrabajo y piano. Fue compuesto en 1824 y la presencia de instrumentos del registro medio-grave le aporta una especial sonoridad. El piano adquiere un papel protagonista y predominante aunque es prodigioso el equilibrio que consigue el compositor. Las cuerdas abren el primer movimiento siempre seguidas por el piano, repitiéndose esto en el segundo tema. Un acompañamiento en tresillos lleva a una coda. El segundo movimiento es lento y es el violín el que lo inicia con una bella melodía, explorando regiones tonales alejadas. El minueto es inusual ya que esta en re menor con un trío en fa sostenido. Su compás es de 6/8 y su calma es rota por el final, un vigoroso allegro conducido por el piano. De nuevo hay modulaciones extrañas hasta volver al glorioso Re Mayor que pone final a esta maravillosa composición llena de optimismo.

Los movimientos son:

1. Allegro vivace.
2. Adagio.
3. Menuetto. Agitato.
4. Allegro vivace - Allegro con fuoco.

La interpretación es de Yuja Wang (piano), Kirill Troussov (violín), David Aaron Carpenter y Maxim Rysanov (violas), Sol Gabetta (chelo) y Leigh Mesh (contrabajo).

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