A mayor gloria de Dios

¡Feliz lunes! Comenzamos otras semana y si el pórtico de la misma lo constituye este lema ignaciano, de total entrega a Dios, seguro que vamos por buen camino. A pesar de que la espiritualidad del santo guipuzcoano es muy querida para mí, no vamos a hablar aquí de ella sino de música. La de hoy se debe a uno de los grandes compositores del pasado siglo XX, cuyas huellas perduran aún en en nuestro. Cuando lo que tenemos es de calidad, seguro que sobrevivirá a lo largo de los siglos.

Nos visita una vez más Benjamin Britten (1913-1976), compositor británico nacido en Lowestoft. Durante toda su vida tuvo una salud precaria debido a una neumonía que contrajo con solo tres meses. Su personalidad también era algo apocada y no solía responder bien a las críticas incluso si procedían de sus amigos y eran constructivas. Su formación la hizo en el Royal College of Music de Londres, gracias a una beca, y allí estudió con John Ireland y Ralph Vaughan Williams. En 1939 comenzó una relación con el tenor Peter Pears y un año más tarde le dedicó la primera de muchas obras escritas especialmente para él. Durante los cuarenta años que estuvieron juntos ambos crearon un formidable legado musical. Ambos eran pacifistas y activamente se opusieron a la participación de Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial. Fue el primer compositor de la historia de su país que fue premiado con un título nobiliario; concretamente, fue nombrado barón. Britten es una de las personalidades más importantes del siglo XX en cuanto a música se refiere, influyendo en otros compositores, británicos o de fuera. Es de destacar que Arvo Pärt tenía una gran admiración por Britten, e incluso le dedicó la que puede ser su obra más famosa, a pesar de que nunca llegaron a conocerse en persona.

Hoy vamos a maravillarnos con su AMDG, es decir, «Ad Maiorem Dei Gloriam». Se trata de una composición para coro compuesta empezada en 1939 pero no estrenada hasta 1984. El texto de la misma es del poeta Gerard Manley Hopkins, quien entró en la Compañía de Jesús, de ahí el título de la obra; el poeta firmaba muchos de sus poemas con AMDG. Britten hace gala aquí de su dominio por la armonía, a veces muy rica, y por los ritmos, a veces intrincados. Sobre un pequeño motivo, a veces de una tercera, Britten compone esta obra llena de profundidad y de un completo control por la técnica de la composición.

Sus siete partes son:

  1. 1: Prayer I Jesu that dost in Mary dwell.
  2. Rosa mystica In the gardens of God, in the daylight divine.
  3. God's grandeur The world is charged with the grandeur of God.
  4. Prayer II Thee, God, I come from, to thee go.
  5. O Deus, ego amo te O God, I love thee.
  6. The soldier Yes. Why do we all, seeing a soldier, bless him?
  7. 7: Heaven-Haven I have desired to go.

La interpretación es del Conjunto Vocal NOTUS de la Universidad de Indiana dirigido por Michaella Calzaretta.

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