El mito de Fausto



¡Feliz miércoles! La música de hoy fue compuesta por una mujer cuya obra ha caído en el olvido, para desgracia de todos. Es una pena porque la calidad está garantizada pero así de injusta es la vida. Por lo menos, para paliar esto, vamos a conocerla un poco y a disfrutar de una de sus obras. Está llena de toda la fuerza característica de todo lo que rodea a esta obra de Goethe. Ha dado lugar a grandes y famosas obras y otras más modestas pero que también merecerían estar ahí.

Te presento a Emilie Mayer (1812-1883), compositora alemana nacida en Friedland; también destacó como escultora. Su padre era farmacéutico y pudo facilitarle formación musical temprana de forma que pronto aprendió a componer y tocar el piano, llegando incluso a estudiar con Carl Loewe. Se puso a escribir música de forma frenética, con canciones, obras de cámara, oberturas y sinfonías. En 1847 se trasladó a Berlín para estudiar contrapunto, fuga y orquestación, con lo que su formación musical casi estaba completa. En su casa organizó conciertos privados y en ellos tuvo oportunidad de estrenar sus propias obras. Sus finanzas se deterioraron debido a los esfuerzos por viajar para que su música se viese impresa e interpretada. Ello le hizo, a pesar de todo, colocarse en el puesto de la compositora romántica más interpretada. Sus composiciones están entroncadas dentro de la tradición clásica, sobre todo en estilo mendelssohniano. En el capítulo de la escultura, algunas de sus obras fueron favoritas en diversas cortes.

La obra que te propongo hoy es su Obertura Fausto, Op. 46, composición orquestal compuesta en 1880, poco antes de morir. El talento de Mayer está asegurado desde los primeros compases, que nos suenan más a música del primer romanticismo en vez de otra compuesta en esos mismos años. En este caso, la sombra de Mendelssohn, como la del ciprés, es alargada. La compositora crea una escena inicial que va cargando poco a poco de tensión. En todo momento la compositora crea un clima de misterio pero también de belleza y podemos decir que casi grandiosidad, sobre todo cuando los metales entran con esa increíble melodía a modo de coral. Una obra verdaderamente bella y encantadora.

La partitura de la composición puedes conseguirla aquí.

La interpretación es de la Neubrandenburger Philharmonie dirigida por Stefan Malzew.

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