A Ti, oh Dios, te alabamos



¡Feliz viernes! ¿Qué te parece terminar la semana dando gracias a Dios? Si no eres creyente te lo planteo de otra forma: ¿qué te parece disfrutar de una bellísima música? Aunque su compositor es archiconocido la obra no lo es para nada. Sin embargo, como pasó ayer con la música de Vivaldi, la vamos a disfrutar igualmente ya que es de una inmensa calidad. Claro que estamos hablando de un compositor cuya música nunca defrauda sino al contrario: siempre nos maravilla y nos sabe a poco.

Ese que siempre nos eleva el espíritu es Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), maestro austríaco nacido en Salzburgo. Aunque no te lo parezca hay multitud de personas que odian a Mozart y su música. Entre los argumentos que esgrimen es que no hizo nada para que la música evolucionase y que, en ese sentido carece de interés. Haydn y Beethoven, contemporáneos suyos, sí hicieron innovaciones pero Mozart no. Para muchos, la música de Haydn tiene mayor interés que la del salzburgués. Una cosa es la musicología y otra los sentimientos que despierta la música. En ese sentido, te diré que este segundo aspecto es el que a mí me encanta de Mozart y el que hace que siempre quiera escuchar más y más su música. A mí Mozart siempre consigue mostrarme una sonrisa y un sincero optimismo. Por eso me encanta su música, por encima de que innove o no, de que haya contribuido de forma revolucionaria a la historia de la música.

Mozart nos trae hoy su Te Deum en Do Mayor, KV 141 (66b). Fue compuesto en 1769 para coro y orquesta. Sin duda una obra de juventud (tenía trece años cuando lo escribió) pero en la que ya apuntaba a lo más alto. Durante mucho tiempo su autenticidad fue cuestionada debido al parecido con otra obra de Michael Haydn. El texto al que se enfrenta Mozart es largo pero él lo divide en tres secciones que contrastan entre sí. La obra termina con una grandiosa doble fuga, que demuestra las dotes contrapuntísticas de Mozart. Alfred Einstein, gran estudioso de la obra del maestro, ha dicho de esta obra: «Es segura en cuanto a su construcción, emocionante en su declamación coral y con cierto carácter rústico y grandioso del sur de Alemania».

La partitura de la pieza puedes descargarla aquí.

La interpretación es del Coro Arnold Schoenberg y el Concentus Musicus de Viena dirigido por Nikolaus Harnoncourt.

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