El romanticismo viene del este



¡Feliz miércoles! Para este día de mediados de semana te quiero ofrecer música de una belleza arrebatadora, que además ha sido compuesta por una mujer. Es casi seguro que no la conoces (yo por lo menos no sabía nada de ella hasta que escuché su obra) pero verás que merece la pena, y mucho. De nuevo, estamos ante la injusticia de la historia y, sobre todo, de unas estructuras en su tiempo machistas que imposibilitaron que bellas obras como estas fuesen más conocidas.


Te presento hoy a Dora Pejačević (1885-1923), compositora croata nacida en Budapest. Estudió en Zagreb y luego en Dresde y Múnich aunque puede decirse que era autodidacta, formándose gracias al contacto con otros compositores e intelectuales. Fuera de Croacia sus obras eran muy interpretadas y en Dresde llegaron a tocarse sus obras completas. Su música está llena de romanticismo y de armonías impresionistas, aunque siempre con espíritu libre. Entre sus logros está haber introducido la canción orquestal en Croacia. Resulta muy llamativo pensar cómo esta consiguió un lenguaje tan sólido habiendóse formado por sus propios medias. Es señal de que talento tenía para regalar. Se encargó de dotar a su país natal de un nuevo lenguaje musical pero sin romper los moldes tradicionales.

Disfrutemos de su Sonata para chelo y piano en mi menor, op. 35. Fue compuesta en 1913 y está dividida en cuatro movimientos. El primero de ellos, allegro moderato, tiene forma sonata y su motivo principal es especialmente cantabile. El tempo se van intensificando hasta terminar con una coda llena de fuerza. El segundo, scherzo, tiene ritmo binario de danza con un trío algo más suave. El tercero, adagio sostenuto, es una lírica meditación en un continuo y sorprendente compás de 5/4. La parte central está llena de melancolía y el movimiento se desarrolla a partir de un tema que se va variando y ornamentando poco a poco. El último movimiento, allegro comodo, también tiene forma sonata y termina de forma brillante con una coda con no menos brío.

La interpretación es de Christian Poltéra (chelo) y Oliver Triendl (piano).

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