Se sentaron los príncipes

¡Feliz viernes! Hoy te propongo disfrutar de una obra que solo puede calificarse de histórica, por no decir inmortal y casi mítica. Además, nos vamos a remontar a épocas antiguas, con lo que eso tiene de especulación; aquí, por tanto, la interpretación tiene todo el sentido. Aunque es antiquísima, es posible que te cueste escucharla porque ya no estamos para nada acostumbrados a esa forma de producir música. En cualquier caso, te recomiendo la música porque es una verdadera joya.

Primero, su compositor. Se trata de Magister Perotinus (c. 1200), maestro francés que desarrolló su carrera en París. Concretamente, trabajó para la catedral de Notre-Dame y casi fundador de su escuela. Perotinus se encargó de revisar y actualizar el mítico «Magnus liber organi» que estaba atribuido a Leoninus. Dos tratados del siglo XIII mencionan a Perotinus: los de Johannes de Garlandia y Anonymous 4. La obra que te traigo hoy tradicionalmente se atribuye al maestro aunque oficialmente no se conoce ninguna que saliese de su mano. Precisamente Anonymous 4 cita hasta siete, todas presentes en manuscritos de los siglos XIII y XIV. El título de «magister» indica que Perotin, como Leonin, fue «magister artium», por lo que tenía licencia para enseñar. Es posible que el diminutivo de su nombre fuese puesto por sus colegas y que Anonymous 4 lo trate de maestro indica la estima en que se tenía. Si su puesto fuese similar al de otros contemporáneos suyos debió ocupar un puesto destacable en la jerarquía de la importante catedral parisina.

Una de sus obras más míticas es su organum Sederunt principes. Está compuesto a cuatro voces, por lo que es un «organum quadruplum». El organum es una técnica propia del Ars Antiqua en la que una voz («vox principalis») ejecuta notas largas, habitualmente de canto llano, y otra u otras («vox organalis») ejecutan melismas. En este caso, la voz principal está en el bajo y ese carácter melismático hace que esta obra casi pertenezca al Ars Nova. Las voces ejecutan patrones rítmicos que hacen que canten paralelas, por lo que la pieza puede calificarse como órganum melismático medido. La obra seguramente pertenecía a otra mayor y el texto está tomado del gradual de la misa del día de san Esteban, patrón de París. Es evidente que cuando escuches la obra te transportará a épocas medievales llenas de esplendor. Si te lo has leído, no podrás evitar recordar al magistral «El nombre de la rosa» de Umberto Eco.

Se sentaron los príncipes,
y hablaron contra mí:
y los malvados me persiguieron.
Ayúdame, Señor Dios mío:
sálvame por tu misericordia.

La partitura de la obra la tienes aquí.

La interpretación es de The Early Music Consort of London dirigido por David Munrow.

Volver arriba