Una sonata desesperada



¡Feliz viernes! Si ayer teníamos la música de un debutante, el estadounidense Eric Whitacre, hoy viene la de otro, en este caso europeo. Dentro de la música barroca hay muchos nombre que aún tenemos que descubrir. El de hoy es uno de esos que felizmente se han ido descubriendo gracias al movimiento de descubrimiento de obras antiguas y a nuevas técnicas de interpretación. Gracias a eso podemos asistir boquiabiertos a composiciones como la de hoy. ¡Te sorprenderá!

Te presento a Carlo Farina (c. 1600-1639), compositor italiano nacido en Mantua. No sabemos mucho sobre cómo se formó musicalmente pero parece ser que su padre era tañedor de viola de Mantua, así que no es descabellado pensar que su padre fuese su primer maestro. Farina se hizo pronto muy famoso por su arte y el elector de Sajonia Johann Georg I se lo llevó a Dresde donde estuvo a las órdenes nada menos que de Heinrich Schütz. Tras su larga estancia allí volvió a Italia y en 1631 trabajó como violinista para la capilla de la Madonna della Steccata de Parma. En 1635 abandonó Italia definitivamente para ir primero a Danzig y luego a Viena, donde permaneció hasta su muerte. Toda la música que se conserva de Farina está compuesta para instrumentos de la familia del violín, y fueron publicadas en Dresde. El tratamiento de las voces suele ser en estilo de consort, al estilo de las obras del norte europeo y quizá por influencia de otros maestros como Dowland, Norcombe o Brade. Evidentemente, donde Farina se aplicaba al máximo era componiendo para el violín, siempre con unas grandes exigencias técnicas.

Hoy te traigo su Sonata detta La Desperata. El violín canta aquí de una forma especial pero a costa de que el intérprete tenga que ejecutar todos los escollos técnicos imaginables. Farina dispone la obra en forma de sonata para violín y bajo continuo y que divide en distintas secciones contrastantes. En ellas vemos cómo el violín imita la voz, al canto de los pájaros, etc. Se suceden ante nosotros distintos cuadros musicales, unos lentos, otros vivos, unos alegres, otros tristes. Sin duda, Farina era un representante muy destacado de la escuela violinística europea que tenía en BIber y otros a sus más conspicuos representantes y de los que también Farina era uno de ellos.

La interpretación es del Ensemble Clematis.

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