Y para terminar con la festividad del Corpus...
No podía faltar la obra de hoy, que no es ningún canto polifónico ni religioso. Es más bien una recreación, una evocación de una fiesta del Corpus que quizá sea de las más importantes de España. Sin duda, el compositor se quedó prendado del colorido de la misma, y quiso hacer un retrato musical de la misma.
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Una de las obras más conocidas de Albéniz es su Suite Iberia para piano, que fue compuesta entre 1905 y 1909. Como puede intuirse por su título, se trata de un recorrido por tierras españolas, sobre todo centrándose en escenas andaluzas. Está considerada como una obra cumbre de la literatura pianística. El propio Olivier Messiaen dijo de ella: Es la maravilla del piano, quizá ocupa el más alto lugar entre las más brillantes muestras del instrumento rey por excelencia. Con semejantes mimbres no es raro que entre la suite puedan encontrarse verdaderas joyas. Se divide en cuatro cuadernos cada uno con tres piezas.
Hoy te traigo la tercera del primer cuaderno titulada El Corpus en Sevilla. La obra comienza con una imitación de los redobles de tambor para luego tomar el protagonismo la canción popular La tarara. A pesar del ambiente calmo y sosegado de la pieza, no deja de describir eficientemente el ambiente festivo de la misma (que solo puede apreciar quien verdaderamente haya estado el Sevilla el jueves del Corpus). En la pieza incluso aparece una saeta, expresión popular del canto religioso andaluz. La pieza es de una complejidad escalofriante, llena de matices y cuestiones técnicas para el pianista. Incluso en algunos pasajes la complejidad en estado sumo lleva a Albéniz a escribir la música usando tres pentagramas.
Aquí la tienes interpretada magistralmente al piano por Alicia de Larrocha.