El Papa se despide del Ecuador "¡Cuente con nosotros!"

(Xavier Villaverde, Quito).- En su último día en Ecuador el papa Francisco visitó el Ancianato de las hermanas de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta, ubicado en Tumbaco (a unos 24 kilómetros de Quito). Allí saludó de uno en uno a los ancianos y ancianas que viven allí y que en su gran mayoría han sido abandonados por sus familiares.

Estos ancianos son un ejemplo de la cruel práctica del "descarte" y exclusión que aplica esta sociedad deshumanizada de la que el papa nos ha hablado tanto en estos días.

Luego se trasladó al Santuario de la Virgen del Quinche, donde lo esperaban los obispos, sacerdotes y religiosas y religiosos consagrados.

Este santuario es uno de los más antiguos del Ecuador, ya que su fundación data de 1604, la peregrinación en la fiesta del 21-22 de noviembre se realiza caminando a pie desde Quito en una caminata de más de 40 kilómetros. La fiesta reúne anualmente a más de medio millón de personas.

Las palabras de Bienvenida estuvieron a cargo de Mons. Celmo Lazzari, Obispo Vicario de Sucumbíos, ubicado en la Amazonía Ecuatoriana. Este obispo josefino llegó a esta provincia para sanar las heridas causadas en esta porción del pueblo de Dios, cuando se expulsó de mala manera y de forma nada cristiana al que fue obispo por más de 35 años, Mons. Gonzalo López Marañón, carmelita y uno de los obispos más avanzados del Ecuador. En su lugar se puso a los Heraldos del Evangelio, uno de los grupos católicos más retrógrados y fundamentalistas. La presión del pueblo de Dios hizo que Roma retirara a los Heraldos y tras un período de tiempo llegó Mons. Celmo que está restaurando la comunión rota en este vicariato apostólico.

Puede decirse que la elección de Mons. Celmo es todo un símbolo y sus palabras presentan una total concordancia con el mensaje que el papa nos ha impartido en estos días. "Déjenos, Santo Padre, la receta de su alegría", le dijo Mons. Celmo a la vez que le señalaba los peligros y amenazas de destrucción que tiene nuestra Amazonía.

Luego le dirigió su mensaje el sacerdote afrodescendiente Silvino Mina, el primer sacerdote de este pueblo ordenado en Ecuador y perteneciente al Vicariato Apostólico de Esmeraldas.

Finalmente, una religiosa joven de la orden habló de una iglesia que sale a buscar a las personas, que se desinstala y le expresa: "Cuente con nosotros".

El papa, rompiendo una vez más el protocolo, deja de lado el discurso que tenía escrito e improvisa, habla de:

La alegre religiosidad del pueblo ecuatoriano que atribuye a su consagración al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María.

El ejemplo para las personas consagradas es María con sus dos frases. "Hágase en mí" y "Haced lo que Él os diga".

A los obispos, sacerdotes, religiosas y religiosos les habla de la gratuidad, "gratis lo recibisteis, dadlo gratis". La gratuidad es reconocer que todo lo hemos recibido de Dios.

Dice el papa: "No cobren la gracia".

Avisa contra el alzhéimer espiritual y pide a los agentes de pastoral que no olviden su origen, de dónde salieron, sus lenguas nativas. Cuando un sacerdote entra en carrera con criterios humanos y busca ascender u obtener promociones, ya tiene alzhéimer espiritual.

Señala dos actitudes: el servicio, "servir y no hacer otra cosa que servir". Con paciencia para con la gente, hasta el hartazgo hasta no disponer de tiempo para uno mismo; y servir con alegría y gozo.

Finalmente pide la bendición de la Virgen del Quinche para todo el Ecuador.

Terminado el encuentro el papa se desplaza hacia el aeropuerto Mariscal Sucre, donde se realiza el acto protocolario de despedida.

Han sido unos días intensos para el papa y para el Ecuador, queda la tarea de analizar y difundir el mensaje que el papa nos ha dejado y, lo que es más importante, convertir en práctica el mensaje del Señor que se nos ha transmitido a través de las palabras del papa Francisco.

¡Gracias, papa Francisco, como decía la religiosa: "Cuente con nosotros"!

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