"Danos tu luz, Papa Francisco. Somos tu pueblo, Francisco de los pobres" Misa del Papa en Bolivia: "Ustedes llevan sobre sí la memoria de su pueblo"
(José M. Vidal).- Misa multitudinaria en la plaza de Cristo Redentor de Santa Cruz de la Sierra. Mientras sopla el viento, Francisco destaca en su homilía el maligro de la solidaridad y envía a la Iglesia a ser "memoria del pueblo" y a "darle de comer", sin descartar a nadie. Al final, la gente le dice: "Somos tu pueblo, Francisco de los pobres".
Un altar sobrio, en forma de tejado de casita rural. En el centro, una gran cruz, con un bello Cristo tallado en madera. Para calentar la espera, cantos y proclamas: "Danos tu luz, Papa Francisco. Somos tu pueblo, Francisco de los pobres".
El frontal bellamente labrado se ve a Cristo rodeado de gentes, entre ellos varios indios. A la derecha, la imagen de la Virgen. A Ambos lados de la "casita-altar", dos hileras de banderas de Bolivia y de la Santa Sede. Al fondo, un gran cartel de bienvenida al Papa.
La lectura del Evangelio de Marcos en el pasaje de la multiplicación de los panes y de los peces.
Algunas frases de la homilía del Papa
"Hemos venido a celebrar. Salimos hace horas de nuestras casas y comunidades"
"Me conmuevo, cuanod veo a muchas madres cargando a sus hijos en las espaldas, como lo hacen aquí, tantas de ustedes"
"LLevanso sobre sí la bendición de la tierra"
"Manos que han labrado el presente y tejerán las ilusiones del mañana"
"Cargando también la injusticia que parece no detenerse y las cicatrices de una justicia no realizada"
"Ustedes llevan sobre sí la memoria de su pueblo"
"Porque los pueblos tienen memoria, que pasa de generación en generación"
"Los pueblos tienen una memoria en camino"
"Nos puede suceder lo que a los discípulos"
"Mandalos a la casa"
"Se impone la lógica del descarte"
"Jesús nos dice, una vez más, que no se pueden excluir. Dénles ustedes de comer"
"No es necesario que nadie se vaya. Basta de descartes. Dénles ustedes de comer"
"Una actitud en tres palabras: toma pan, los bendice y los parte y entrega, para que lso discípulos lo compartan"
"Este es le camino dle milagro. No es magia ni idolatría"
"Transformar la lógica del descarte en lógica de comunión y comunidad"
"Toma muy en serio la vida de los suyos"
"Ve en sus miradas lo que late y lo que ha dejado de latir en el corazón de su pueblo"
"Valora todo lo bueno"
"Habla de las personas. La riqueza más plena de una sociedad se mide en la vida de su gente"
"Jesús bendice al Padre"
"La vida siempre es un don, un regalo"
"Nuestro Padre no nos quita nada. Todo lo multiplica"
"La bendición siempre es misión y entrega"
"Sólo en el compartir encontramos la fuente de la alegría"
"Memoria tomada, bendecida y entregada siempre sacia al pueblo"
"La Eucaristía es el pan partido para la vida del mundo"
"La Iglesia es comunidad memoriosa"
"No somos personas aisladas. Somos el pueblo de la memoria actualizada"
"Entrar en la lógica del amor"
Texto íntegro de la homilía del Papa
Hemos venido desde distintos lugares, regiones, poblados, para celebrar la presencia viva de Dios entre nosotros. Salimos hace horas de nuestras casas y comunidades para poder estar juntos, como Pueblo Santo de Dios. La cruz y la imagen de la misión nos traen el recuerdo de todas las comunidades que han nacido en el nombre de Jesús en estas tierras, de las cuales nosotros somos sus herederos.
En el Evangelio que acabamos de escuchar se nos describía una situación bastante similar a la que estamos viviendo ahora. Al igual que esas cuatro mil personas, estamos nosotros queriendo escuchar la Palabra de Jesús y recibir su vida. Ellos ayer y nosotros hoy junto al Maestro, Pan de vida.
En estos días, pude ver a muchas madres cargando a sus hijos en las espaldas. Como lo hacen aquí tantas de ustedes. Llevando sobre sí la vida, el futuro de su gente. Llevando sus motivos de alegría, sus esperanzas. Llevando la bendición de la tierra en los frutos. Llevando el trabajo realizado por sus manos. Manos que han labrado el presente y tejerán las ilusiones del mañana. Pero también cargando sobre sus hombros, desilusiones, tristezas y amarguras, la injusticia que parece no detenerse y las cicatrices de una justicia no realizada. Cargando sobre sí, el gozo y el dolor de una tierra. Ustedes llevan sobre sí la memoria de su pueblo. Porque los pueblos tienen memoria, una memoria que pasa de generación en generación, una memoria en camino.
Y no son pocas las veces que experimentamos el cansancio de este camino. No son pocas las veces que faltan las fuerzas para mantener viva la esperanza. Cuántas veces vivimos situaciones que pretenden anestesiarnos la memoria y así se debilita la esperanza y se van perdiendo los motivos de alegría. Y comienza a ganarnos una tristeza que se vuelve individualista, que nos hace perder la memoria de pueblo amado, de pueblo elegido. Y esa pérdida nos disgrega, hace que nos cerremos a los demás, especialmente a los más pobres.
A nosotros nos puede suceder lo que a los discípulos de ayer, cuando vieron la cantidad de gente que estaba ahí. Le piden a Jesús que los despida, ya que es imposible alimentar a tanta gente. Frente a tantas situaciones de hambre en el mundo podemos decir: «No nos dan los números, no nos cierran las cuentas». Es imposible enfrentar estas situaciones, entonces la desesperación termina ganándonos el corazón.
En un corazón desesperado es muy fácil que gane espacio la lógica que pretende imponerse en el mundo de nuestros días. Una lógica que busca transformar todo en objeto de cambio, de consumo, todo negociable. Una lógica que pretende dejar espacio a muy pocos, descartando a todos aquellos que no «producen», que no se los considera aptos o dignos porque aparentemente «no nos dan los números». Jesús una vez más vuelve a hablarnos y nos dice: No es necesario que se vayan, denles ustedes de comer.
Es una invitación que resuena con fuerza para nosotros hoy: «No es necesario que nadie se vaya, basta de descartes, denles ustedes de comer». Jesús nos sigue diciendo en esta plaza. Sí, basta de descartes, denles ustedes de comer. La mirada de Jesús no acepta una lógica, una mirada que siempre «corta el hilo» por el más débil, por el más necesitado. Tomando «la posta» Él mismo nos da el ejemplo, nos muestra el camino. Una actitud en tres palabras, toma un poco de pan y unos peces, los bendice, los parte y entrega para que los discípulos lo compartan con los demás. Ese es el camino del milagro. Ciertamente no es magia o idolatría. Jesús, por medio de estas tres acciones logra transformar una lógica del descarte, en una lógica de comunión, de comunidad. Quisiera subrayar brevemente cada una de estas acciones
Toma. El punto de partida, es tomar muy en serio la vida de los suyos. Los mira a los ojos y en ellos conoce su vivir, su sentir. Ve en esas miradas lo que late y lo que ha dejado de latir en la memoria y en el corazón de su pueblo. Lo considera y lo valora. Valoriza todo lo bueno que pueden aportar, todo lo bueno desde donde se puede construir. Pero no habla de los objetos, o de los bienes culturales, o de las ideas; sino de las personas. La riqueza más plena de una sociedad se mide en la vida de su gente, se mide en los ancianos que logran transmitir su sabiduría y la memoria de su
pueblo a los más pequeños. Jesús nunca se saltea la dignidad de nadie, por más apariencia de no tener nada para aportar o compartir.
Bendice. Jesús toma sobre sí, y bendice al Padre que está en los cielos. Sabe que estos dones son un regalo de Dios. Por eso, no los trata como «cualquier cosa» ya que toda esa vida, es fruto del amor misericordioso. Él lo reconoce. Va más allá de la simple apariencia, y en este gesto de bendecir, de alabar, pide a su Padre el don del Espiritu Santo. El bendecir tiene esa doble mirada, por un lado agradecer y por otro el poder transformar. Es reconocer que la vida, siempre es un don, un regalo que puesto en las manos de Dios, adquiere una fuerza de multiplicación. Nuestro Padre no nos quita nada, todo lo multiplica.
Entrega. En Jesús, no existe un tomar que no sea una bendición, y no existe una bendición que no sea entrega. La bendición siempre es misión, tiene un destino, compartir, el condividir de lo que se ha recibido, ya que sólo en la entrega, en el com-partir es cuando las personas encontramos la fuente de la alegría y la experiencia de la salvación. Una entrega que quiere reconstruir la memoria de pueblo Santo, de pueblo invitado, llamado a ser portador de la alegría de la salvación. Las manos que Jesús levanta para bendecir al Dios del cielo son las mismas que distribuyen el pan a la multitud que tiene hambre. Podemos imaginar cómo iban pasando de mano en mano los panes y los peces hasta llegar a los más alejados. Jesús, logra generar una corriente entre los suyos, todos iban compartiendo lo propio, convirtiéndolo en don para los demás y así fue como comieron hasta saciarse, increíblemente sobró: lo recogieron en siete canastas. Una memoria tomada, bendecida y entregada siempre sacia a un pueblo.
La Eucaristía es «Pan partido para la vida del mundo», como dice el lema del V Congreso eucarístico que hoy inauguramos y que tendrá lugar en Tarija. Es Sacramento de comunión, que nos hace salir del individualismo para vivir juntos el seguimiento y nos da la certeza de que lo que tenemos, lo que somos, si es tomado, bendecido y entregado, con el poder de Dios, con el poder de su amor, se convierte en pan de vida para los demás.
La Iglesia es comunidad memoriosa. Por eso fiel al mandato del Señor, dice una y otra vez: «Hagan esto en memoria mía» (Lc 22,19) Actualiza generación tras generación, en los distintos rincones de nuestra tierra, el misterio del Pan de Vida. Nos lo hace presente y nos lo entrega. Jesús quiere que participemos de su vida y a través nuestro se vaya multiplicando en nuestra sociedad. No somos personas aisladas, separadas, sino el Pueblo de la memoria actualizada y siempre entregada.
Una vida memoriosa necesita de los demás, del intercambio, del encuentro, de una solidaridad real que sea capaz de entrar en la lógica del tomar, bendecir y entregar; en la lógica del amor.
María, que al igual que muchas de ustedes llevó sobre sí la memoria de su pueblo, la vida de su Hijo, y experimentó en sí misma la grandeza de Dios, proclamando con júbilo que Él «colma de bienes a los hambrientos» (Lc 1,53), sea hoy nuestro ejemplo para confiar en la bondad del Señor, que hace obras grandes con la humildad de sus siervos.
Palabra de agradecimiento al Papa del arzobispo de Santa Cruz de la Sierra
Querido Papa Francisco:
"¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Nosotros lo bendecimos desde la casa del Señor" (Sal 118, 26)
Con las palabras del salmista expreso la alegría y gratitud de la Iglesia de Santa Cruz de la Sierra y de todo el pueblo de Bolivia aquí reunido por la presencia de Su Santitad entre nosotros.
Le bendecimos Papa Francisco, porque como mensajero del perdón, la reconciliación y la paz en el mundo entero, ha promovido el Jubileo del Año de la Misericordia. Nos adherimos gozosamente a su convocatoria para ser testigos del rostro misericordioso del Padre en nuestra realidad qua necesita reconciliarse y sanar tantas heridas abiertas, desterrar rencores, superar divisiones y extirpar la prática corrupta y parcializada de la justicia.
Nuestro Pais busca una nueva fisonomia qua sea expresión cabal de su identidad objetiva y profunda, conforme a sus raíces históricas, espirituales y culturales, que abrace todo lo que ha vivido, para que Bolivia sea una casa común para todos, en el verdadero respeto por las diferencias y en la complementariedad armoniosa y fecunda de la diversas culturas indigenas, criolla y mestiza.
Le bendecimos Papa Francisco por haber abierto a todos los sectores del pueblo de Dios la consulta sobre el Sinodo de la Familia, que busca redefinir la "vocación y la misión de la misma en la Iglesia y en el mundo contemporáneo". La familia, primera y básica forma de comunión entre las personas, además de amenazas de tipo social y cultural, come la falta de trabajo, la migrácion y el machismo presentes en nuestro país, experimenta problemáticas, inéditas hasta hace unos pocos años, que atentan su identidad y su estructura maestra. Aguardamos con esperanza las indicaciones del Sinodo, para anunciar el Evangelio de la vida y del amor a las familias, en particular a las que viven situciones de dolor y división.
Le bendecimos Papa Francisco porque su testimonio nos anima a un camino de conversión y renovación en "la alegría del Evangelio", a ser una Iglesia en estado de misión que sirve al Señor con gozo en búsqueda de los alejados, de los que no conocen a Cristo, y cercana a los pobres y a los marginados de la sociedad y de consumo. La entrega de las Cruces misionales, que Ud. Santidad bendecirá en unos momentos, pone en marcha a la Iglesia de Bolivia y deContinente hacia el 5° Congreso Americana Misionero (CAM 5) que esta Arquidiócesis tendrá la gracia de hospedar el año 2018 y que será un fuerte incentivo para la evangelización en el hoy de nuestros pueblos.
Le bendecimos Papa Francisco porque está revelando el rostro joven de la Iglesia de Cristo, que devuelve confianza y fascina a todos, en particular a los jóvenes. Confiamos que nuestra juventud se deje cautivar por Cristo y le siga con generosidad gastando su vida por el Evangelio.
Le bendecimos Papa Francisco porque ha querido celebrar esta Eucaristía de inaguración del 5° Congreso Eucaristico Nacional a los pies de Cristo Redentor, monumento elevado en el mismo lugar donde hace 54 años se celebró el IV Congreso, haciéndonos evocar en la vida de la Iglesia la preeminencia de la "Eucaristía, pan partido para la vida del mundo".
Por último, aseguramos con filial devoción al sucesor de Pedro, principio y fundamento visible de unidad de la Iglesia, nuestra sincera comunión y nuestra total adhesión a su misión pastoral y le pedimos que nos confirme en la fe, nos fortalezca en la esperanza y nos anime en la caridad.
Querido Papa Francisco, quiero hacerme el humilde portador de mi pueblo por el gozo y el ambiente de fiesta del que todos estamos inundados, para asegurarle nuestras oraciónes fervientes al Dios de la vida, agradecidos por el don de elegir a Bolivia entre los países de su primera visita pastoral en América Latina, y porque gracias a esta predilección el Señor nos ha visitado para iluminar y "guiar nuestros pasos por el camino de la paz" (Lc 1,79). Por eso le agradecemos de todo corazón con las palabras de nuestro pueblo sencillo y humilde: "¡Que Dios se lo pague!".
Y ahora, Padre Santo, le pedimos che Usted nos bendiga a los aquí presentes y a toda Bolivia.