El obispo colombiano sostiene que "los Tratados de Libre Comercio son muy discutibles" Neil Beltrán: "Los cristianos debemos jugárnosla por la paz"
(Jesús Bastante).- "Los cristianos debemos jugárnosla por la paz". Monseñor Neil Beltrán es obispo de Sincelejo, Colombia, presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones del país, y también coordinador a nivel andino. "Los TLC son muy discutibles, porque son una pelea de Goliat y David", afirma el prelado sobre los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos.
En cuanto al diálogo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC, apuesta por la reinserción social de los guerrilleros: "La derecha se pone hirsuta a decirnos que a cada tipo que ellos llaman criminal hay que condenarlo, pero ése no es el modelo, porque nadie va a querer desarmarse para ir a la cárcel", explica, y denuncia todas las "otras guerras" que existen en el país. "La caridad es muy bonita, pero el Estado tiene que buscar remedios estructurales", opina.
"Mientras haya amor, hay cristianismo", dice finalmente.
¿Qué países engloba su cargo?
Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela. Un subgrupo de América Latina.
¿Qué ha supuesto para ustedes el nombramiento del primer papa latinoamericano?
Yo tenía la intuición de que tenía que ser un papa latinoamericano, por la coyuntura de la vida de la Iglesia, y porque allá tenemos una sensibilidad muy particular. Jamás pensé que fuera a ser el cardenal Bergoglio, en todo caso creí que sería el brasileño. Todos nos sorprendimos por el regalo del Espíritu Santo y por la capacidad que tiene de llegar a la gente.
¿Tiene este Papa tanta capacidad de sorprender como la Iglesia en sí misma?
Sí, la verdad es que sí. Lo que nos mata es la rutina, y la incapacidad de detenernos un rato para reflexionar sobre qué es lo que Dios está diciendo en el mundo, y así girar el timón. Porque buena voluntad y fe es lo que tenemos.
Dicen de usted que es un pastor de los que huele a oveja, como ha dicho Bergoglio. ¿Cómo debe hacerse para conseguirlo?
Mi experiencia es que debo oler a oveja. Yo soy un hombre hijo de la violencia. Uno aprende a perder todo lo que tiene, a aguantar el hambre cuando es niño, tener el almuerzo el día que se podía tener, y crecer con el alma sana. No huelo a víctima. Jamás he tenido la conciencia de ser víctima. Sólo he entendido que hubo una encrucijada muy dura ante la que durante la infancia no pudimos hacer nada, pero ante la cual en la adolescencia sí podíamos hacer algo. Nosotros somos 4 hermanos, todos profesionales, levantados de la pérdida de todo lo que teníamos, inmigrantes a tierras desconocidas. Eso un hombre lo hace por fuerza.
Su propia experiencia le ha hecho comprobar qué significa ser emigrante. ¿Cómo se vive la emigración en Colombia?
La migración más fuerte que vivimos en Colombia es la migración interna, que no se le parece a nada. En Bogotá acabamos de superar los 7 millones de habitantes, no precisamente nacidos en Bogotá, sino emigrados de todo el país, que durante años han buscado ciudades con mayores posibilidades. Ojalá tuviéramos mayor conciencia de esta migración interna que llega a las ciudades más importantes, porque así serviríamos mejor.
¿Se parece la Colombia actual a la de los "Cien Años de Soledad" de García Márquez, o están cambiando las cosas?
Están cambiando mucho, mucho. Un dato muy sencillo, aunque no sea absolutamente exacto, es que desde el 2010 al 2012 duplicamos la clase media del país, aunque nuestra clase media no es la misma clase media que la de ustedes, no tiene el mismo nivel. Pero para nosotros ése es un dato significativo. Estamos en un mal momento porque, querámoslo o no, los Tratados de Libre Comercio son muy discutibles, porque son una pelea de Goliat y David.
Usted ha vivido muy de cerca los conflictos armados de Colombia. ¿Cree que el diálogo de paz con las FARC es una oportunidad histórica para acabar con la guerra prácticamente civil que vive el país desde hace años?
Yo sí creo, y sobre todo espero, que esto termine bien, porque todo es absolutamente ilógico (tanto por parte del Estado como por parte de la guerrilla). La de Colombia es una guerra que lo que hace es estimular el narcotráfico que alimenta a la guerrilla. La guerrilla tiene sueños de un país distinto, pero tiene también medios malos para conseguir ese bien.
¿El fin no justifica los medios?
No, eso es fatal. Por otra parte, los colombianos no sabemos nada ni de la inversión ni de la guerra misma que lleva el Estado, sino cuando muere algún directivo de las guerrillas. No sabemos cuánto cuesta, sólo sabemos que tenemos medio millón de fuerzas armadas, y que lo vertebra a estas fuerzas es acabar con la insurgencia armada.
¿Cree que es posible?
Cuando ganó el presidente Uribe dijo que acabaría con la guerrilla en 6 meses. A los 6 meses dijo que dentro de 2 años. A los dos años ya no volvió a hablar de cuándo. Nos devolvió el país en guerra todavía.
Hace 12 o 14 años el presidente Pastrana intentó la paz por la vía del diálogo y al mismo tiempo por la vía de la guerra. No lo logró. Uribe entró y quiso hacerlo sólo por la guerra, y tampoco logró en los 8 años que estuvo. Ahora llevamos 3 años con el nuevo gobierno, que ha retomado la vía del diálogo junto a la de las armas. Y quizá la guerra esté siendo más fuerte incluso que en el período de Uribe.
El plazo dado por el presidente venció en enero, ¿qué puede ocurrir ahora?
Siempre se fijan plazos y períodos para diferentes temas, pero no nos fijos, eso tiene muchos matices.
¿Cuáles son las soluciones que se podrían aplicar?
Si entendiéramos de verdad las cosas, veríamos que de lo que se trata es de abrirle espacio a las FARC para que se reincorporen a la vida ciudadana social y políticamente y termine la guerra con ellos (que no es la única guerra).
¿Cuáles son las otras guerras?
El narcotráfico, el Ejército de Liberación Nacional, la violencia llamada "común" (que es un feo nombre, porque no debiera ser común la violencia), y también las violencias estructurales. Uno de los graves problemas que tiene Colombia es la corrupción, terrible en el país. También hay unos niveles de indigencia sumamente altos, que se suplen con ayudas estatales de ayudas que están muy bien, pero que no lo remedian estructuralmente. Eso es lo que tiene que hacer el Estado. La caridad es muy bonita y puede quedar en nuestras manos, pero no en las del Estado. El Estado tiene que buscar otros caminos.
La gente cree que cuando finalice el diálogo con las FARC llegaremos a la paz, pero eso no es verdad. Hay muchas guerras. Llegaremos sólo a un pedazo de paz. Y cuando firmemos los acuerdos de paz, comenzaremos la construcción de la paz, que tendrá que hacerse sabiamente, pensando en el futuro del post-diálogo. En eso estamos trabajando, para que la paz no se frustre.
Por otra parte, no podemos esperar que todos los guerrilleros se desarmen y se reintegren. Nunca ha sido así con las muchas guerrillas que han hecho negociaciones con el Gobierno. Luego viene todo el problema de la sociedad, que no acepta una justicia de transición. La derecha se pone hirsuta a decirnos que a cada tipo que ellos llaman "criminal" hay que condenarlo. Pero ése no es el modelo, porque nadie va a querer desarmarse para ir a la cárcel. Es una cosa sumamente complicada.
Por otra parte, las guerrillas quieren (y de hecho, piden) más de lo que es capaz de darse en una negociación. Una negociación no es una Asamblea Nacional Constituyente que pueda reformar el país. ¿Cómo se va a reformar el país con una mesa de negociación formada por cinco guerrilleros y cinco representantes del Gobierno, de los cuales tres son parte del Ministerio de Defensa? Eso no es posible.
De lo que se trata es de abrir el camino para la reinserción de las guerrillas en el mundo civil y político.
¿Es difícil encontrar el modelo de reconciliación adecuado para cada conflicto?
Es cierto que puede que no haya los mismos modelos para África que para los países Iberoamericanos o para los Balcanes, por ejemplo. Pero el espíritu tiene que ser el mismo. El espíritu se puede encarnar en Desmond Tutu, por ejemplo, un hombre cristiano que tiene una mirada diferente de la guerra y de la paz. Pero si no se perdona, si la derecha se pone demasiado extrema, se pueden suscitar muchos problemas.
¿Cuál es el papel que deben tener la Iglesia y los cristianos en este tipo de situaciones?
Debemos jugárnosla por la paz. Porque para nosotros, para nuestra fe, la paz es la suma de los dones. Es como el punto de llegada, como el sueño nunca alcanzado que nos mueve y nos da espíritu para caminar hacia delante y para que podamos ser humanos y convivir en fraternidad.
¿Es eso posible hoy?
Es posible en muchos niveles. Ahora vengo de un encuentro con los padres jesuitas, que me han hablado de proyectos en los que trabajan más de 200 voluntarios. Ahí hay humanismo. Hay humanidad.
Se ocupa usted también de los "colombianos por el mundo", ¿de cuántas personas estamos hablando?
Podemos hablar de unos 3 millones y medio o un poco más. Más de un millón en Venezuela, cerca de los dos millones en Estados Unidos, seguido de Ecuador, y el resto dispersos por ahí y por aquí.
¿Se nota la crisis económica en los países de destino de las migraciones?
Sí, por los que regresan, aunque son muchos menos de los que esperábamos. Lo que pasa es que ustedes, cuando bajan sus ingresos mensuales de 5 mil euros a 3 mil euros, por ejemplo, pierden muchísimo, pero no quedan en la condición en la que estamos nosotros. Es cuestión de estatus, de nivel. Para un colombiano tener empleo y ganar como mucho mil dólares, significa bastante. Significa poder enviar remesas a la familia.
¿Veremos al Papa ir a Colombia? ¿Cree que podría aprovechar su viaje a Brasil por la JMJ o su visita a Argentina en diciembre?
El día que lo saludó el presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, eso fue lo que le dijo: que, de paso para Brasil, puede que pase por Colombia. Es una cosa viable. Pero yo no sé si es lo más aconsejable para el Papa en su inicio de pontificado, cuando tiene tantas cosas por asumir.
¿Qué le pediría al Papa Francisco?
Que nos siga diciendo lo que le dijo el cardenal Hummes a él en el momento de la elección: "No abandones a los pobres". Mientras haya amor, hay cristianismo. El cristianismo es el amor.
¿Cuándo se marcha de España?
Esta tarde, si el avión no me deja. Voy para Haití. Pero antes quiero dejarles un beso en el corazón a todos los colombianos que viven aquí, y un abrazo a todos los migrantes.
TITULARES:
-Cuando se es hijo de la violencia, uno aprende a aguantar el hambre cuando es niño y a perder todo lo que tiene
-Los Tratados de Libre Comercio son muy discutibles, porque son una pelea de Goliat y David
-Cuando ganó el presidente Uribe dijo que acabaría con la guerrilla en 6 meses, a los 6 meses dijo que dentro de 2 años, y a los dos años ya no volvió a hablar de cuándo
-Colombia debe abrirle espacio a las FARC para que se reincorporen a la vida ciudadana social y políticamente
-La caridad es muy bonita, pero el Estado tiene que buscar remedios estructurales
-La gente cree que cuando finalice el diálogo con las FARC llegaremos a la paz, pero eso no es verdad, todavía hay otras muchas guerras
-La derecha se pone hirsuta a decirnos que a cada tipo que ellos llaman "criminal" hay que condenarlo, pero ése no es el modelo, porque nadie va a querer desarmarse para ir a la cárcel
-Los cristianos debemos jugárnosla por la paz
-Los emigrantes colombianos que están regresando son muchos menos de los que esperábamos
-Mientras haya amor, hay cristianismo