González Nieves celebra que Puerto Rico ya la abolió en 1929 El arzobispo de San Juan pide a EEUU que garantice que los puertorriqueños no reciban la pena de muerte

El arzobispo de San Juan (Puerto Rico), Roberto González Nieves
El arzobispo de San Juan (Puerto Rico), Roberto González Nieves

Exige "esfuerzos" en el Congreso para que el Estado Libre Asociado se quede excluido de la legislación federal

El arzobispo de San Juan, Roberto Octavio González Nieves, dio a conocer una carta pastoral sobre el tema de la pena de muerte en el contexto puertorriqueño.

La nueva carta pastoral “No existirá la pena de muerte…” es una invitación del arzobispo a reflexionar sobre este asunto en el contexto de la celebración del nonagésimo aniversario de la abolición de la pena de muerte en Puerto Rico.

“En este año, el 26 de abril 2019, se cumplen 90 años de la abolición de la pena de muerte en nuestro país. En ocasión de ese histórico gesto, he decidido escribir esta Carta Pastoral dirigida a todos los fieles católicos de la Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad; ante todo, para celebrar este acontecimiento que nos debe llenar de gran alegría y orgullo, pues Puerto Rico se cuenta entre las primeras naciones del mundo en haber abolido la pena capital”, afirma.

En la carta pastoral, el religioso expresa también algunas preocupaciones que “continúan resonando en nuestro contexto social” y exhorta “a combatir la pena de muerte, ya sea mediante la oración, la educación, la concienciación, la legislación y la jurisprudencia”, y se solidariza “con el dolor de los familiares de los que han sido asesinados”.

“Aunque la mayoría de los puertorriqueños y puertorriqueñas rechazan la pena de muerte, existen algunas voces que se pronuncian a favor de la misma por diversas razones. En la historia se puede verificar que la justificación de la pena de muerte ha tendido a aumentar, a partir de situaciones contingentes tales como crímenes espantosos que han escandalizado y aterrorizado a la población en general. Entonces esta pena extrema ha emergido una y otra vez como una posible solución para exorcizar estos grandes males, para castigar al ofensor o como disuasivo en la comisión de ciertos delitos”, indica en el texto.

El arzobispo recuerda que aunque la pena de muerte en Puerto Rico se abolió en 1929 y la prohibición fue incluida en la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico en 1952, podría ser aplicable en Puerto Rico debido a la insistencia de la fiscalía federal de los Estados Unidos al procesar puertorriqueños por delitos federales cometidos y a los cuales le es aplicable la pena de muerte.

Monseñor pidió que se realicen “esfuerzos en el Congreso de los EEUU para que se excluya a Puerto Rico de la legislación federal que hace posible que se aplique la pena de muerte en nuestra jurisdicción”.

En esta carta pastoral el arzobispo presenta aquellos argumentos que se formulan a favor y en contra de la pena de muerte.

Luego, explica por qué esta práctica resulta un esfuerzo inútil en la actualidad.

Posteriormente, presenta las consideraciones bíblicas sobre el asunto y procede a hacer un recuento de la práctica durante los primeros siglos de la era cristiana y analiza el tema de la pena de muerte en el contexto actual de la sociedad puertorriqueña.

Dedica sus últimas palabras a expresar la cercanía espiritual con los reos de pena de muerte y con sus familiares, y se solidariza con el dolor de los familiares de quienes hayan sido víctimas de asesinatos. “Consolemos a las víctimas de la criminalidad, familiares, seres queridos, amistades, vecinos, compañeros de trabajo, etc., que viven entre nosotros y nosotras, solidaricémonos con ellas”, señala el documento.

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