La Covid-19 está causando estragos en los pueblos empobrecidos Los obispos guatemaltecos claman por una Iglesia "comunidad de comunidades"

Obispos de Guatemala
Obispos de Guatemala

Ante "una sociedad desigual e injusta con niveles de pobreza que supera el 60%; dinámica de corrupción impulsada por la clase política, el sector público y privado"

Un grupo de obispos guatemaltecos se han dirigido a sus comunidades eclesiales, mediante un mensaje publicado el 30 de junio recién pasado, día de los mártires de Guatemala y del cuadragésimo segundo aniversario del asesinato del Pbro. Hermógenes López C. Se pronunciaron sobre la situación del país y lanzaron sus iniciativas pastorales para los próximos años, bajo la inspiración profética: Miren que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notan?” (Is 43, 19).

Son los obispos de la región sur-nor-oriental del país que desde hace una década lideran sus Iglesias particulares con la metodología pastoral denominada “Santas Misiones Populares para una Misión Permanente”: Bernabé Sagastume L., en Santa Rosa; Antonio Calderón C., en Jutiapa; Benedicto Moscoso M., en Jalapa-El Progreso; Ángel Recinos L., en Zacapa-Chiquimula; Rodolfo Valenzuela N., en Alta y Baja Verapaz; y Domingo Buezo L.. en Izabal.

Su análisis del país es preocupante no solo por la Covid-19 que está haciendo estragos en la vida de estos pueblos empobrecidos, sino por los problemas estructurales de larga data:  una sociedad desigual e injusta con niveles de pobreza que supera el 60%; dinámica de corrupción impulsada por la clase política, el sector público y privado; hegemonía de la elite económica que, con su ideología neoliberal, son insaciables y no invierten en el desarrollo integral de la nación.

Estos factores incrementan el empobrecimiento en la periferia de las ciudades, en los pueblos originarios y en las regiones campesinas del “Corredor Seco”, región empobrecida en su gente y en sus tierras golpeadas por el cambio climático y el abandono del Estado; un sistema de salud frágil e inoperante, sin recursos y con escasa capacidad técnica; una economía devastada que apenas aporta para la sobrevivencia, provocando un flujo migratorio que desangró a la región.

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A ello se suma un sistema de justicia cooptado por mafias que desde el Estado favorecen la impunidad; condiciones miserables de los trabajadores del campo y de la ciudad; marginación social y cultural de la mujer y una juventud sin referentes inspiradores para sus vidas. La pandemia hizo surgir entre nosotros “también el miedo, el acaparamiento, la estigmatización social y otros males”. (CEG, 4, junio, 2020).

Mientras se aproxima la “normalidad diferente” anuncian cuatro iniciativas pastorales que han comenzado a poner en marcha.

Primera, Escuela de formación regional para un nuevo laicado y presbiterado misionero que tenga la capacidad de responder a los nuevos retos de la realidad de hoy con audacia y creatividad.

Segunda, subsidios pastorales para las familias y las pequeñas comunidades, como protagonistas de la misión evangelizadora que les permitan responder a los nuevos desafíos de hoy con la alegría del Evangelio.

Tercera, “Dar Verdadero Sentido a la Vida”, el mayor desafío del ser humano, un texto del misionólogo Luis Mosconi para el estudio y la formación personal de laicos y laicas llamados a dar “razón de su esperanza” en estos “tiempos recios”. 

Finalmente, “Proyecto Misión Popular al estilo de Jesús”, que definen así: “En el ‘hoy histórico’ de los pueblos de la región sur-nor-oriental de Guatemala; nosotros, discípulos misioneros de Jesús de Nazaret, profetas y testigos del Dios de la vida, caminando juntos en una Iglesia comunidad de comunidades en salida samaritana y al servicio del reino; queremos vivir la Misión Popular  al estilo de Jesús valorando todo lo positivo de la gente y promoviendo su dignidad, construyendo la paz y la ciudadanía, luchando con los pobres y por la madre tierra”.

Con estas iniciativas se proponen anunciar a Jesucristo y su evangelio del Reino para dar el verdadero sentido a la vida de la gente; construir una Iglesia de pequeñas comunidades que sean “células de estructuración eclesial y foco de fe y evangelización” (DA 178) y transformación liberadora; finalmente desean participar en el cambio de esta sociedad injusta, excluyente, insolidaria sembrando la semilla del Reino de Dios.

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