Homenaje a Christian de DUVE, por Gabriel Ringlet

PROLONGACIÓN AMISTOSA

Amigos míos,

La amistad no es poca cosa.

Vosotros lo sabéis bien.

Y aun cuando, en una celebración como ésta, para saludar con un poco de calor, se os invita a decir y repetir: "Mis amigos", vosotros sabéis muy bien que no tenemos muchos amigos en una existencia. Algunos, quizás. Lo cual es ya muy bonito.

Acabo de perder a un amigo.

Un amigo que, recientemente aún, me escribía “que nuestra amistad le era de un inmenso consuelo”.

Un amigo que, al darme su último libro “Siete vidas en una”, para evocar nuestra relación un poco inédita, decía que para él era una “preciosa resonancia”. Me gusta mucho esta expresión que evoca la amplificación del sonido. Resonancia: “fenómeno, dicen los científicos, por el cual un sistema físico en vibración puede alcanzar una gran amplitud”.

Es verdad que más allá de nuestras convicciones y de nuestras visiones del mundo que podían ser diferentes, habíamos entrado en resonancia.

Nuestra amistad, creo, había alcanzado una gran amplitud.

Incluso cuando nos acontecía hablar de Evangelio.

“Os llamo amigos”.

Adivináis que este texto de Juan, si lo elegí, es porque habíamos hablado de él. Además, ya lo habíamos evocado en el momento de la muerte de Ninon. Y después hemos vuelto a él en repetidas ocasiones a partir de entonces.

Un texto que Christian de Duve, tras nuestras conversaciones, encontraba de una audacia sorprendente y que correspondía bien, creo yo, con la percepción que él tenía del papel de Jesús.

En la época de Jesús, en la tradición judía, dos personas estaban autorizadas a refrescar los pies cansados: el criado extranjero (es decir: el más pequeño de los criados) y la hija mayor respecto a su padre.

Esto quiere decir que el lavatorio de los pies era a veces un gesto de servicio y a veces un gesto de afecto.

Jesús, lo habéis comprendido, arrodillándose delante de cada discípulo, reúne los dos aspectos en uno solo.

No hay varias maneras de comprenderlo: él se rebaja para que ellos se enderecen: “Ya no os sigo llamando criados, sino que os llamo amigos”. En ese momento, la concepción-misma de Dios salta en pedazos.

Sobre todo teniendo en cuenta que este gesto, lo coloca en medio de una comida de adiós en la que comparte el pan. Se comprende que Jesús pregunta a los discípulos confundidos: “¿Comprendéis lo que os he hecho? ”

San Juan se niega a separar el compartir el pan del lavatorio de los pies - era exactamente eso de lo que hablábamos con Christian -.

Es decir, compartir el pan y lavar los pies es salir de la esclavitud, es ampliar la fraternidad.

Exactamente ese Jesús, ese Jesús de antes y de después de Darwin, ese Jesús de la amistad con comida compartida, sé que afectaba mucho a Christian de Duve, que disfrutaba tanto, él también, en mantener su mesa abierta.

Lo que acabo de evocar se inscribe en lo que podría llamar la última etapa de nuestra amistad.

Querría aún decir unas palabras sobre la primera etapa.

Un día, hace de eso un poco más de seis años, Christian, ya he aludido a ello, me invita a venir a pasar la tarde con él en presencia de su esposa, Ninon.

Apenas sentado y no sabiendo demasiado bien cómo debía llamarme -- manifiestamente “Señor Abad” no le convenía en absoluto y a mí aún menos! , pero la hora de “Gabriel” no había sonado aún… -- me dice con una copa en la mano: “ Señor prorrector, querríamos, mi mujer y yo, que usted organizara una celebración cuando llegue la hora de nuestra muerte”. Así de claro, sin la menor precaución oratoria. Manifiestamente, tenía prisa en formularme su solicitud. Como si el tema le quemara… ¡Veo aún la cara de Ninon que acechaba mi reacción! Y guardo, impreso en mí, el momento de silencio que siguió. No me esperaba en absoluto esta demanda. Pero sentí muy rápidamente que algo fundamental acababa de esbozarse, algo que por simple lógica genera sus consecuencias hasta hoy. Por eso estoy agradecido a la Iglesia de habernos abierto su puerta, a pesar de que a ella le planteamos un problema. Porque ya aquella tarde Christian de Duve me habló de una ceremonia profana, abierta a todos, si posible en una iglesia, por respeto, en particular, para aquellas y aquellos de su familia que son creyentes.

En el momento de dejar a Christian y a Ninon, el contrato se volvió más preciso, con esta cuestión bajo el dintel de la puerta: “¿podríamos volver a vernos de vez en cuando para hablar de nuevo de todo esto? ”

Un año más tarde, lo sabéis, es Ninon quien nos dejaba y lo que nosotros celebramos hoy en Blocry, no puedo dejar de relacionarlo con lo que hemos experimentado en Tourinnes-la-Grosse en marzo de 2008. Como creo que es necesario conectar, incluso en pleno viento, las cenizas de Christian y las cenizas de Ninon.

Concedo, personalmente, mucha importancia a la dispersión de las cenizas. ¿Cómo decirlo?

Este gesto es mucho más que un gesto material.

Es sobre todo dentro de nosotros mismos que dispersamos las cenizas de aquellas y de aquellos que se van.

Una de mis estudiantes me ha explicado que allí donde ella vive, en la Suiza germanófona, después de la cremación, se dispersan las cenizas sobre el lago del pueblo. Pero que en la fecha del aniversario de la muerte, un año, dos años después, se alquila una barca y se va a lanzar pétalos de flores en el lugar donde las cenizas se dispersaron…

¿Cómo expresar mejor que las cenizas están en nosotros?

Después de haber celebrado el último adiós a Ninon, Christian y sus hijos me propusieron, como recuerdo, que eligiera entre las obras de su esposa y madre, un cuadro que me gustara. Subimos al taller y, muy rápidamente, quedé subyugado por “El jardín” que Ninon pintó en 1996. “Es una espléndida elección” me dijo Christian y veo dos lágrimas deslizarse sobre sus mejillas. “Sí, observa bien este cuadro, estos soles, estos iris… allí dispersamos las cenizas de Ninon. Y tú vas a llevártelas a tu casa…”

¿Es por la magia de la poesía que las cenizas de Christian vendrán también conmigo a mi casa?” Sólo sé una cosa: las cenizas de Christian se han entrelazado recientemente con las de Ninon. Entonces, me parece imposible que no se incorporen a su pintura.

Pero sus cenizas no están solamente allí. Están también en vosotros. Es la belleza de su dispersión. Fuegos fatuos que revolotean en nuestra memoria. Polvo de vida, las cenizas se extravían a veces y vuelven de nuevo quizás hacia nosotros si la brisa así lo decide.

"Os llamo amigos. ”

“Y os digo eso para que mi alegría esté en vosotros. Que permanezca en vosotros”.
A Christian de Duve le gustaba especialmente esta coral de Bach: “Jesús, que mi alegría perdure”, inspirada en el capítulo 15 de San Juan.

Esta alegría, Christian, él también, nos la aportó.

Alegría de la razón científica

Alegría de la exigencia ética.

Alegría de la emoción artística.

¡Tres alegrías en una!

Esta alegría tan interior que vive el espléndido retrato que tenemos ante los ojos.
Cuando observo esta fotografía de Christian, cuando la dejo entrar en mí, sé que un amigo sigue dándome cita en el jardín de la contemplación.

Gabriel Ringlet

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Biografía de Gabriel Ringlet: trayectoria detallada

Gabriel Ringlet nació en Pair-Clavier, comuna situada en el Condroz de Lieja (Bélgica), el 16 de abril de 1944 .

Profesor emérito de la Universidad Católica de Lovaina (Louvain-la-Neuve), ha presidido el Departamento de Comunicación Social y dirigido su sección de Periodismo. Después de haber sido Vicerrector de Asuntos Estudiantiles de 1988 a 2001, se convirtió en el Prorrector encargado de los asuntos regionales, de la cultura y de la comunicación.

Hizo sus estudios secundarios en el Colegio de la Santa Cruz de Hannut. En la Universidad de Lieja, siguió los cursos de Lenguas y Literatura Orientales al mismo tiempo que sus estudios de teología en el Seminario Mayor. Fue ordenado sacerdote en junio de 1970. En la Universidad de Lovaina, estudió la filología románica, la filosofía, la teología y la comunicación. Tiene un doctorado en comunicación social.

¡Pero no nos engañemos! Gabriel Ringlet también es un hombre que siempre ha querido combinar el rigor de la disciplina intelectual y el compromiso práctico en una relación de proximidad con los diferentes públicos.

Teólogo, será párroco y capellán de hospital durante 10 años.

Especialista de la información local, practicará durante 20 años un periodismo activo en la prensa cotidiana . Es precisamente esta convergencia entre la teoría y la práctica, en el cruce de varias disciplinas, la que funda la originalidad de un itinerario verdaderamente atípico . Fronterizo y por consiguiente atento a la pluralidad de opiniones, Gabriel Ringlet ha publicado muchos libros que invitan a un diálogo en torno a tres preguntas:

El diálogo entre la muerte y la comunicación. Baste pensar, por ejemplo, en “ Estos queridos desaparecidos”, “Un poco de muerte en la cara” y en “Esto es tu cuerpo”. El esfuerzo por hacer justicia a la nobleza de la muerte y el hablar de ella "mientras hace bueno" representa un punto central de su escritura y de su compromiso.

El diálogo entre "los que creen en el cielo y los que no creen." Su “Evangelio de un libre –pensador” es, en este sentido, un libro de referencia que sigue valiéndole muchas invitaciones en todos los medios deseosos de lograr el encuentro de la diversidad de creencias.

El diálogo entre evangelio, actualidad e imaginario. Diálogo sobre el que se ha explicado en detalle en “Mi parte de gravedad” y que él aplica, en tesitura poética, en “Elogio de la fragilidad”, y también a través de “Y yo seré para vosotros un niño trabajador”.

Su preocupación por la escritura y su defensa constante de la poesía le han valido el ser elegido, a finales de 2008, como miembro de la Real Academia de la Lengua y Literatura Francesa de Bélgica, en el sillón de Roger Foulon.

Profesor durante mucho tiempo de una de las universidades más antiguas de Europa, en una de las ciudades más modernas del mundo, donde conviven estudiantes provenientes de cerca de 120 nacionalidades, Gabriel Ringlet es también, en el plano académico, el padrino de los doctorados “honoris causa UCL” de Olivier Clément, de Jean-Marie Cavada y de Amin Maalouf. Ahijados de los que se siente muy orgulloso... y que ponen muy alto los tres lugares que él privilegia en su vida: la teología, la comunicación y la literatura.

En la misma línea, y para permitir que, una vez más, el enfoque intelectual vaya de par con el testimonio vivo, anima, con un equipo de colaboradores, las actividades del Priorato de Malèves-Santa María, cerca de Lovaina-la-Nueva, donde recibe regularmente artistas, escritores, actores, cineastas... de todas las creencias a quienes les gusta conjugar el compromiso profesional con el espiritual.

Pero la obsesión de Gabriel Ringlet, la columna vertebral que articula tanto sus publicaciones como sus compromisos se resume en una sola pregunta: ¿cómo hacer entender la Palabra bíblica en toda la amplitud de su actualidad? ¿Cómo repetirla en un lenguaje "sin codificar", al alcance de la mayoría de los humanos? En pocas palabras, ¿cómo "popularizar" las grandes cuestiones espirituales contemporáneas, no encerrándose en los convencionalismos verbales de una sola tribu?

Fuente:Biographie: parcours détaillé
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