Queísmo retórico en El Quijote
¿Qué ...? ¿Qué ...? ¿Qué ...? ¿Qué ...?
Conviene distinguir el queísmo retórico, que nos ocupa aquí, del queísmo sintáctico vicioso, que el DRAE define: 1. m. Gram. Empleo indebido de la conjunción que en lugar de la secuencia de que; p. ej., *Me da la sensación que no han venido.
La serie de cuatro preguntas, directas o indirectas, exclamativas o no, con qué interrogativo, en la misma réplica de un mismo personaje, es un recurso retórico que encontramos cincuenta y cuatro veces en El Quijote.
Rico la observa en I.30.68 y piensa que en ese caso puede ser una imitación de las que le hace Calisto a Celestina en el acto VI de la tragicomedia, sin advertir la importancia de este recurso para caracterizar a ciertos personajes (don Quijote, Cardenio, Anselmo, Teresa Panza) en ciertas situaciones en el conjunto de la fábula: «¿Dónde, cómo y cuándo hallaste a Dulcinea? ¿Qué hacía? ¿Qué le dijiste? ¿Qué te respondió? ¿Qué rostro hizo cuando leía mi carta? ¿Quién te la trasladó?», I.30.68.
Don Quijote es el mayor preguntón, lo cual queda probado reservándole series de cinco y hasta de ocho preguntas en momentos claves de la fábula; por ejemplo, cuando quiere saber qué se opina de él, antes de su tercera salida: «dime, Sancho amigo: ¿qué es lo que dicen de mí por ese lugar? ¿En strong>qué opinión me tiene el vulgo, en strong>qué los hidalgos y en strong>qué los caballeros? ¿strong>Qué dicen de mi valentía, strong>qué de mis hazañas y strong>qué de mi cortesía? ¿strong>qué se platica del asumpto que he tomado de resucitar y volver al mundo la ya olvidada orden caballeresca?», II.2.21.
Nótese que don Quijote, dispuesto a salir de su lugar manchego por la tercera vez consecutiva, pide a Sancho que evoque las opiniones que tienen de sus aventuras los lugareños, entiéndase los vecinos de su propia aldea manchega; con lo cual da pie a que el socarrón de Sancho introduzca, además de las suyas propias, otras muchas perspectivas, que interpretarán como en un calidoscopio las acciones de la Primera parte, evocadas así con aire de resumen crítico al comenzar la Segunda. A estas perspectivas se añadirá la propia de don Quijote, cuyo punto de vista monomaniático refutará o desvalorizará los juicios desfavorables a su ideal de la caballería andante.
Nadie hasta Cervantes había dado cabida en su fábula a una tal polifonía, corriendo el riesgo, en pro de la verdad plural, último objetivo de Cervantes, de encontrarse con situaciones cacofónicas. Tal es el caso del balance que hace con Sancho y con Sansón Carrasco en los capítulos 2, 3 y 4 de la Segunda parte.
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Salvador García Bardón, Taller cervantino del “Quijote”, Textos originales de 1605 y 1615 con Diccionario enciclopédico, Academia de lexicología española, Trabajos de ingeniería lingüística, Bruselas, Lovaina la Nueva y Madrid, aparecerá en 2005.
Conviene distinguir el queísmo retórico, que nos ocupa aquí, del queísmo sintáctico vicioso, que el DRAE define: 1. m. Gram. Empleo indebido de la conjunción que en lugar de la secuencia de que; p. ej., *Me da la sensación que no han venido.
La serie de cuatro preguntas, directas o indirectas, exclamativas o no, con qué interrogativo, en la misma réplica de un mismo personaje, es un recurso retórico que encontramos cincuenta y cuatro veces en El Quijote.
Rico la observa en I.30.68 y piensa que en ese caso puede ser una imitación de las que le hace Calisto a Celestina en el acto VI de la tragicomedia, sin advertir la importancia de este recurso para caracterizar a ciertos personajes (don Quijote, Cardenio, Anselmo, Teresa Panza) en ciertas situaciones en el conjunto de la fábula: «¿Dónde, cómo y cuándo hallaste a Dulcinea? ¿Qué hacía? ¿Qué le dijiste? ¿Qué te respondió? ¿Qué rostro hizo cuando leía mi carta? ¿Quién te la trasladó?», I.30.68.
Don Quijote es el mayor preguntón, lo cual queda probado reservándole series de cinco y hasta de ocho preguntas en momentos claves de la fábula; por ejemplo, cuando quiere saber qué se opina de él, antes de su tercera salida: «dime, Sancho amigo: ¿qué es lo que dicen de mí por ese lugar? ¿En strong>qué opinión me tiene el vulgo, en strong>qué los hidalgos y en strong>qué los caballeros? ¿strong>Qué dicen de mi valentía, strong>qué de mis hazañas y strong>qué de mi cortesía? ¿strong>qué se platica del asumpto que he tomado de resucitar y volver al mundo la ya olvidada orden caballeresca?», II.2.21.
Nótese que don Quijote, dispuesto a salir de su lugar manchego por la tercera vez consecutiva, pide a Sancho que evoque las opiniones que tienen de sus aventuras los lugareños, entiéndase los vecinos de su propia aldea manchega; con lo cual da pie a que el socarrón de Sancho introduzca, además de las suyas propias, otras muchas perspectivas, que interpretarán como en un calidoscopio las acciones de la Primera parte, evocadas así con aire de resumen crítico al comenzar la Segunda. A estas perspectivas se añadirá la propia de don Quijote, cuyo punto de vista monomaniático refutará o desvalorizará los juicios desfavorables a su ideal de la caballería andante.
Nadie hasta Cervantes había dado cabida en su fábula a una tal polifonía, corriendo el riesgo, en pro de la verdad plural, último objetivo de Cervantes, de encontrarse con situaciones cacofónicas. Tal es el caso del balance que hace con Sancho y con Sansón Carrasco en los capítulos 2, 3 y 4 de la Segunda parte.
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Salvador García Bardón, Taller cervantino del “Quijote”, Textos originales de 1605 y 1615 con Diccionario enciclopédico, Academia de lexicología española, Trabajos de ingeniería lingüística, Bruselas, Lovaina la Nueva y Madrid, aparecerá en 2005.