Una economista pide disculpas

Françoise Noiville, economista formada en una de las escuelas de negocios más importantes del mundo, pide disculpas por creer que ha sido una de las causantes de la debacle financiera que ha asolado el planeta.

He aquí algunos pasajes de su confesión general, seguidos de las reacciones que provoca cada una de sus revelaciones en uno de sus críticos literarios, reacciones que pueden ser consideradas como emblemáticas del sentir general de los ciudadanos ante estos descubrimientos.

Los títulos de los párrafos son de mi propia cosecha.

El marketing, la fruta tentadora de la economía pervertida

“En cuanto al marketing, ¿qué ha producido? Un consumo excesivo y febril, una ‘gigantesca pirámide’ de falsas necesidades y graves frustraciones con un riesgo de sobreproducción, un desempleo masivo y un despilfarro irreversible de los recursos naturales…”

Reacción: ¡Bravo! El griterío publicitario y las técnicas de venta han fabricado una raza de borregos adocenada por la religión de las compras superfluas. Esto es así desde casi principios del siglo XX. Pero si se piensa mejor el inicio puede remontarse bastante más atrás, cuando cuajó el concepto de burguesía, o cuando se despilfarraban recursos a la mayor gloria de reyes y aristócratas, o cuando se inventó el préstamo, el comercio, el dinero, la propiedad privada, la jactancia, la envidia, etc.

La economía pervertida de la especulación financiera

Revelación, en estilo indirecto, mezclada con la Reacción: Noiville concluye en el flaco favor que ha hecho la ciencia económica a la sociedad, alimentando su voracidad hasta el enloquecimiento, y sobre todo alimentándose a sí misma hasta la implosión. Ya escribí sobre la importancia de conocer los orígenes de los sucesos, para poder comprenderlos cabalmente. En este artículo y en este otro recomendé libros que procuran al lector un acercamiento directo, sin intermediarios espurios, a asuntos del pasado cuyo paralelismo con las dificultades actuales es innegable.

El libro de Noiville viene a señalar como causantes del desastre a un selecto grupo de privilegiados de la bacanal financiera. Al que ella pertenece, o pertenecía.

Escuelas elitistas de ingeniería financiera

Revelación, en estilo indirecto, mezclada con la Reacción: El principal requisito para entrar allí consiste en el previo abono de un importe elevado. El pedigrí siempre cotizó al alza.

Los estudiantes, dice, nunca tuvieron una especial preocupación por las salidas profesionales al término de sus carreras; les esperaban los mejores puestos en las mejores compañías y con los más altos salarios. Esto es lo que daban por descontado los padres de los alumnos, ellos mismos, los dirigentes de la Escuela y las empresas ávidas de carne de reemplazo.

Diplomas para superdotados de la especulación

Revelación, en estilo indirecto, mezclada con la Reacción: A los egresados se les entregaba, junto con el diploma acreditativo, la presunción de una magnífica formación y, ojo al dato, una brillante inteligencia. Amén de la banalidad de buena parte de las reflexiones de la escritora —al menos en lo que a mí, como economista, me concierne; otra cosa sería si el público objetivo fuera distinto—, lo que subyace bajo el texto, a ratos en primer plano, es la puesta de manifiesto de una casta profesional en cuyas manos, se afirma, ha estado y está el mundo.

Especialistas de la hipoteca global

Revelación, en estilo indirecto, mezclada con la Reacción: Asegura que por su gran inteligencia y sus excepcionales conocimientos del engranaje financiero, esa nobleza de la ciencia económica ha disfrutado de una patente de corso que no ha desaprovechado. Mientras que los ciudadanos de a pie —fontaneros, economistas, médicos o escritores—, pobres diablos, nos asoleábamos en el parque de los productos y servicios, ellos, Amos del Universo, estaban royendo nuestro futuro y el de nuestros hijos, hipotecándolo a perpetuidad por el simple hecho de que sabían cómo hacerlo.

"No mamaron la ética sino la ambición"

Revelación, en estilo indirecto, mezclada con la Reacción: Constata que, aunque exista una larvada consciencia de que las cosas se están haciendo mal, la inercia y el acomodamiento pueden más que una ética no mamada desde la cuna —y que ahora, política y mediáticamente correcta, pretende imponerse desde la bandera de la indignación—. Valoramos el triunfo personal por sobre todas las cosas, y sólo en algunos individuos es posible observar una tendencia al cambio por cansancio o asco: economistas “quemados” de ganar dinero a costa del apalancamiento ajeno que buscan refugio en ocupaciones alternativas part-time, como la psicología, los deportes o las traducciones literarias desde el árabe.

"La gran equivocación amoral, ajena a la deontología económica"

Revelación, en estilo indirecto, mezclada con la Reacción: En el curso de sus investigaciones, recala en un seminario en Harvard en el que se reconoce que los MBA “cultivan ‘competencias cada vez más vacías y superfluas’ y ‘forman a los estudiantes equivocados de la forma equivocada y con las consecuencias equivocadas’”, y después ella misma acusa a ese tipo de enseñanza de coste prohibitivo de ejecutar un vacío y “gigantesco copia y pega”.

Libro de referencia:

Soy economista y os pido disculpas.
Florence Noiville
Traducción de Adela Padín Romero
Deusto (Barcelona, 2011)

Crítica de referencia:

“Soy economista y os pido disculpas”, de Florence Noiville - Revista de Letras
Por José Luis Amores | Críticas | 18.09.11.
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