En Adviento, los profetas protagonizan la llamada a preparar el camino del Señor; nos invitan a la conversión, a reconocer a quien es el único Señor II Sábado de Adviento

El servicio profético

Segundo sábado de Adviento

Texto evangélico 

“Los discípulos le preguntaron: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?». Él les contestó: «Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos» (Mt 17, 10-12). 

Concurrencias 

“Tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto» (Lc 1, 13-17).

Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Los Profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo (Mt 11, 12-14).

Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»” (Mc 9, 4-5). 

Resonancias 

“En la historia religiosa del antiguo Israel tuvieron gran relevancia los profetas con su enseñanza y su predicación. Entre ellos surge la figura de Elías, suscitado por Dios para llevar al pueblo a la conversión. Queridos hermanos y hermanas, ¿qué nos dice a nosotros esta historia del pasado? ¿Cuál es el presente de esta historia? Ante todo está en cuestión la prioridad del primer mandamiento: adorar sólo a Dios. Donde Dios desaparece, el hombre cae en la esclavitud de idolatrías, como han mostrado, en nuestro tiempo, los regímenes totalitarios, y como muestran también diversas formas de nihilismo, que hacen al hombre dependiente de ídolos, de idolatrías; lo esclavizan. Segundo. El objetivo primario de la oración es la conversión: el fuego de Dios que transforma nuestro corazón y nos hace capaces de ver a Dios y así de vivir según Dios y de vivir para el otro (Benedicto XVI, Audiencia 15-junio-2011). 

Contemplación 

En Adviento, los profetas protagonizan la llamada a preparar el camino del Señor; nos invitan a la conversión, a reconocer a quien es el único Señor y nos denuncian las posibles idolatrías. Tanto Elías como Juan Bautista coinciden en señalarnos al Mesías que viene.

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