El protocolo del Evangelio XXII Domingo del Tiempo Ordinario "C"

Los últimos será los primeros

XXII Domingo del Tiempo Ordinario

 Evangelio

«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú y venga el que os convidó a ti y al otro, y te diga: “Cédele el puesto a este”. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos» (Lc 14, 8-9.13-14).

Comentario

El consejo del Evangelio de este domingo es el de comportarnos con humildad y dar sin esperar retribución. Ambas propuestas nos pueden parecer difíciles de cumplir. Pero son las que Jesucristo nos hace.

Las dos llamadas del Evangelio, la de comportarnos con humildad y sencillez y la de ser generosos, se reafirman en el contexto de las lecturas de hoy: “Hijo, actúa con humildad en tus quehaceres y te querrán más que al hombre generoso. Cuanto más grande seas, más debes humillarte, y así alcanzarás el favor del Señor” (Eclo 3, 17-18). “Dios prepara casa a los desvalidos,  libera a los cautivos y los enriquece” (Sal 67).

Nunca Dios nos pide más de lo que podemos dar; por el contrario, cuando uno se arriesga en su generosidad, se le promete recibir cien veces más. En diversos pasajes se nos pide aquello que antes se nos ha dado.

Jesús se va a poner a los pies de los discípulos en la Última Cena, enseñanza que nos ofrece el Maestro como distintivo. Y Él mismo se nos va a dar enteramente sin pedir nada a cuenta, pues quien da su vida sin condiciones, no está reclamando nada.

Solo cuando miramos a Jesús y tenemos en cuenta su comportamiento con nosotros, el Evangelio no nos parece un código de moral, sino una necesidad de respuesta agradecida.

Si vuelves de vacaciones, estate atento, porque es posible que te asalte la tentación de la tristeza. Ante esa posible reacción, la humildad y la generosidad liberan en parte del síndrome posvacacional

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