Quien activa la vigilancia “oye” el clamor de los que sufren, se pone en su lugar, se esfuerza por transformar la situación injusta, se enrola en el movimiento por el Reino Domingo 1º Adviento (01.12.2019): ¡Despertemos al Amor desinteresado!

Danos, Jesús de todos, conciencia de nuestras posibilidades de mejora

Comentario: “Estad en vela, no sabéis qué día vendrá vuestro Señor” (Mt 24,37-44)

El evangelio de Mateo encuadra la enseñanza básica de Jesús en cinco discursos (c.: 5-7, 10, 13, 18, 24-25). Así proclama la nueva ley en réplica a la antigua, transmitida en los cinco libros del Pentateuco. Hoy leemos un fragmento del quinto discurso (c. 24-25), sobre escatología. Basado en la escatología de Marcos (c. 13), desarrolla su visión de futuro con parábolas y con el juicio final de las naciones. El género literario “apocalíptico”, muy extendido en los siglos II a.C.- I d.C., pretende revelar el futuro glorioso de las personas buenas. Utiliza muchos recursos retóricos: visiones, presagios, tribulaciones, suerte final de buenos y malos, etc.

Caída de Jerusalén, destrucción del templo y dispersión del pueblo se mezclan con el final de los tiempos y la venida gloriosa de Cristo. Ante las construcciones fastuosas del templo, Jesús revela que “allí no quedará piedra sobre piedra” (24, 2). Los discípulos le preguntan: “¿cuándo sucederán estas cosas y cuál será el signo de tu venida y del fin delos tiempos?”(24,3). La respuesta de Jesús viene dada a partir del versículo 36: “En cuanto al día y la hora, nadie sabe nada... sólo el Padre”. Pero la venida ocurrirá, el Reino se realizará. Lo importante es estar atentos, vigilantes.

La venida del Hijo del hombre será inesperada, como los días del diluvio, o la llegada del ladrón, pero no peligrosa. ¿Por qué unos “serán llevados y otros dejados”, si hacen lo mismo en el campo o en el molino? La diferencia está en la actitud interna. Quien activa la vigilancia “oye” el clamor de los que sufren, se pone en su lugar, se esfuerza por transformar la situación injusta, se enrola en el movimiento por el Reino. Lo inesperado -”sólo lo sabe el Padre”- no hay que vivirlo aterrados ni asustados. Jesús no es un “ladrón” que está al acecho de nuestro descuido. Ni el Padre de Jesús tampoco. “No se turbe vuestro corazón ni se acobarde” (Jn 14,27). “El Padre mismo os quiere” (Jn 16, 27). Asustar a la gente con la venida inesperada de Jesús -”ay si en pecado grave sorprende al pecador”- ha sido una pastoral desgraciada, indigna del amor del Padre. Jesús trae una buena noticia, un mensaje de amor, de paz, de alegría. Lo importante es estar atentos a los signos de los tiempos, decididos y fuertes para realizar siempre la bondad y la honradez. La “venida del Hijo del Hombre” debe interpretarse como la llegada del Amor pleno. Hasta que llegue, vivimos en continuo devenir de la “nueva humanidad”, asentada en el “Amor primero”. El Reino de Dios viene “a la hora que menos penséis”: son regalos de bondad, de perdón, de cambio personal... inesperados. Sólo los vigilantes disciernen, perciben y valoran el Reino de Dios que está llegando.

Estar atento al reino de Dios (de la verdad, de la vida, del ajustamiento de todos, de la paz...) es responsabilidad nuestra. Es un don de Dios, pero compromete la libertad humana. Requiere: a) osadía para orar y vivir en el Amor del Padre; b) sobriedad y mesa compartida con los necesitados; c) esperanza en el reino del bien; d) trabajar nuestros “talentos” para el bien común.

Oración: estad en vela, no sabéis qué día vendrá vuestro Señor” (Mt 24, 37-44)

Aquí nos tienes, Jesús, preparando la Navidad:

el evangelio nos habla de tu venida al final de los tiempos;

vendrás como la primera vez a vivir el amor del Padre;

resucitado, “no nos has dejado huérfanos... has vuelto a nosotros...

nosotros te vemos y vivimos, porque tú sigues viviendo;

sabemos que estás en el Padre, y nosotros en ti, y tú en nosotros;

elque me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará,

yvendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14,18-23).

Tu invitación es la misma siempre:

estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor”;

por no saberlo, nos pasa como a los alumnos perezosos:

estudiamos sólo la víspera del examen;

no disfrutamos tu reino durante la mayor parte de la vida;

vivimos luchando por tener, poder, presumir en todo.

Es lo que sucede, precisamente, por no saber que estás entre nosotros.

Por eso nos dices hoy, y cada día: “estad en vela”:

comportaos reconociendo el momento en que vivís”;

ya es hora de despertaros del sueño”;

la salvación está más cerca”;

el día está cerca”;

pongámonos las armas de la luz”;  

andemos como en pleno día, con dignidad” (Rm 13,11-14).

Esta vigilancia es osadía de creer y orar:

para no perder el sentido bueno de nuestra historia;

para “verte y vivir” como tú nos ves y vives;

para sentir el Amor sin límites que nos envuelve;

para sentirnos perdonados y llamados a la fraternidad;

para tener valor de compartir la mesa y la vida.

Esta vigilancia es sobriedad para ser libres:

para no ser enemigos de la cruz de Cristo:

cuyo paradero es la perdición;

su dios, el vientre;

sus gloria, sus vergüenzas;

sólo aspiran a cosas terrenas” (Flp 3,18-19).

para “no vivir sin trabajar, ni comer de balde el pan de nadie,

sino... trabajar a fin de no ser una carga para ninguno...;

ni vivir desordenadamente, sin trabajar, metiéndose en todo;

sino... trabajar con sosiego para comer nuestro propio pan” (2Tes 3,7-8.11-12).

La inconsciencia, la no-vigilancia, la pereza...:

nos aturde y cierra el horizonte del Reino;

nos enzarza en la búsqueda egoísta del poder y del tener;

nos tapa el sufrimiento de los más débiles;

nos esclaviza en nuestras rutinas y egoísmos;

nos reseca el amor gratuito, indulgente, esperanzador, constante.

Despierta, Señor, a quienes presiden la sociedad:

para que sirvan al bien común, a la justicia, a la paz.

Despierta a quienes presiden tu Iglesia, vigías y promotores de tu Reino:

que “destierren de sus cosas toda apariencia de vanidad” (PO 17);

que “no impongan más cargas que las indispensables” (He 15,28);

que nos dejen “escoger entre nosotros personas de buena fama,

llenas de espíritu y de sabiduría, y los encarguen el ministerio” (He 6, 3-6);

que hagan realidad el derecho de las comunidades cristianas a la eucaristía; 

que hagan “un abordaje universal del celibato opcional” (S. Amazonía n. 111),

“alterando la disciplina eclesial... para cerrar esa herida abierta:

la reinserción en la vida pastoral de los sacerdotes que dejaron el ministerio”

(Iglesia Brasil a Conferencia Aparecida. SALTERRAE abril 2007, p. 305).

Danos, Jesús de todos, conciencia de nuestras posibilidades de mejora:

aviva en nuestros corazones el deseo del Reino;

ayúdanos a superar nuestras esclavitudes;

revístenos de tus sentimientos y actitudes;

danos a saborear tu bienaventuranza, tu felicidad.

Preces de los Fieles (D1º Adviento A 01.12.2019)

El Adviento nos invita a preparar la fiesta que celebra el nacimiento de Jesús. Su vida nacida y resucitada vive con nosotros siempre. Esta celebración nos abre los ojos para seguir viéndole. Pidamos compartir la vida con él, diciendo: ¡Despiértanos, Jesús de Nazaret, a tu Amor!”.

Por las personas que no tienen tiempo para pensar:

- que busquen tiempo gratuito a encontrarse consigo mismos; 

- que encuentre el Misterio de Amor que nos envuelve.

Roguemos al Señor: ¡Despiértanos, Jesús de Nazaret, a tu Amor!”.

Por quienes están agobiados:

- que encuentren trabajo suficiente para vivir con dignidad;

- que tengan fuerza interior y ayuda necesaria para superarse.

Roguemos al Señor: ¡Despiértanos, Jesús de Nazaret, a tu Amor!”.

Por quienes presiden la sociedad, elegidos por los ciudadanos:

- que sean honrados, justos y atentos a la vida;

- que cuiden de todos, especialmente de los más débiles.

Roguemos al Señor:¡Despiértanos, Señor, a todos!”.

Por quienes presiden la Iglesia, parroquias, comunidades, asociaciones...

- que sean vigías y promotores decididos del Reino del Amor;

- que su vida recuerde tu vida humilde, atenta a las necesidades de todos.

Roguemos al Señor:¡Despiértanos, Jesús de Nazaret, a tu Amor!”.

Por las intenciones del Papa (Diciembre 2019):

- “que todos los países decidan tomar las medidas necesarias para hacer

que el futuro de los más jóvenes sea una prioridad,

especialmente de aquellos que están sufriendo".

Roguemos al Señor:¡Despiértanos, Jesús de Nazaret, a tu Amor!”.

Por esta celebración:

- que nos avive el deseo de tu Reino;

- que la Navidad nos dé a saborear tu bienaventuranza, tu felicidad.

Roguemos al Señor: ¡Despiértanos, Jesús de Nazaret, a tu Amor!”.

Queremos, Señor, “entrar en nuestro cuarto” para oír tu voz; para escuchar tu promesa de vida, para tener esperanza; para, “despiertos”, ver signos de tu Amor; para amar de verdad, y conocerte a ti, que eres el Amor. Bendice, Dios nuestro, estos deseos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Leganés, 1 diciembre 2019

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