La antigua alianza sigue viviendo entre nosotros: no estamos integrados en la “reunión festiva”, en la asamblea plena; somos víctimas del clericalismo que domina y oprime; sin derecho a opinar ni a elegir a quien nos preside Domingo 22º C TO 2ª Lect. (01.09.2019)

“Queremos que la Iglesia salga a la calle”

Comentario: “os habéis acercado al Mediador de la nueva alianza, Jesús” (Hebr 12, 18-19.22-24a)

Los versículos de hoy aclaran y refuerzan la exhortación a perseverar en la fe de Jesús. Los dos fragmentos contraponen los rasgos principales de las dos Alianzas, Antiguo y Nuevo Testamento. La revelación progresiva de Dios acompaña la progresiva historia. “Así, a través de los siglos, el Padre providente y justo juez, para que esperaran al Salvador prometido, fue preparando el camino del Evangelio” (DV 3).

La antigua alianza

Descrita en el texto de hoy por negación: “No os habéis acercado a un fuego tangible yencendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta;ni al estruendo de las palabras, oído el cual, ellos rogaron que no continuase hablando” (Hebr 12, 18-19). La relación con Dios está basada en la naturaleza material: su medio son realidades tangibles como la montaña, el fuego ardiente, la oscuridad y la tiniebla, los truenos... Esta relación produce miedo... Jesús superará esta actitud religiosa.

La nueva alianza: “Espíritu de hijos de adopción” (Rm 8,15)

Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a miríadas de ángeles, a la asamblea festiva (panegurei: de pan-agorá: todo asamblea, participación plena) de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos; a las almas de los justos que han llegado a la perfección,y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel” (Hebr 12, 22-24). Al creer a Jesús, entramos en una relación nueva, más personal con el Misterio de la vida: “habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: `¡Abba, Padre!´” (Rm 8,15). Ha surgido una actitud filial, amorosa, alegre, pacífica. Nos hemos hecho conciudadanos del cielo, de la “ciudad de Dios vivo, la Jerusalén del cielo, la asamblea festiva”. Pertenecemos a los renacidos del Espíritu del Primogénito (Jn 3,5), en comunión con losjustos que han llegado a la perfección”. El Espíritu nos ha purificado de todo mal y hecho hijos. El nº 4 de “Dei Verbum” del Vaticano II explica el culmen de la revelación en Jesús :

“Después que Dios habló muchas veces y de muchas maneras por los profetas, últimamente, en estos días, nos habló en el Hijo (Hebr 1,1-2). Pues envió a su Hijo, es decir, al Verbo eterno, que ilumina a todas las personas, para que habitara entre ellas y les narrara lo intimo de Dios (cf. Jn 1, 1-18). Jesucristo, pues, Verbo hecho carne, `ser humano enviado a seres humanos´, habla palabras de Dios (Jn 3,34) y consuma la obra salvadora que el Padre le encomendó (cf. Jn 5,36; 17,4). Por tanto, el mismo -al que quien le ve, ve al Padre (cf. Jn 14,9)-, con su total presencia y manifestación, con palabras y obras, señales y milagros, sobre todo con su muerte y resurrección gloriosa de entre los muertos, finalmente con el envío del Espíritu de verdad, perfecciona completando la revelación y confirma con testimonio divino que Dios está con nosotros para liberarnos de las tinieblas del pecado y de la muerte y para resucitarnos a la vida eterna. La salvación cristiana, pues, como alianza nueva y definitiva, nunca cesará, y no hay que esperar ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo (cf. 1Tim 6,14; Tit 2,13)” (DV 4).

Oración:os habéis acercado al Mediador, Jesús” (Hebr 12,18-19.22-24a)

Jesús, Hijo del Amor, mediador del Misterio de la vida:

Tú, Jesús, eres el Hijo de Dios, su Palabra eterna;

Palabra que ilumina a todos;

hablas las palabras de Dios, porque no das el Espíritu con medida(Jn 3,34);

has vivido entre nosotros y has manifestado lo íntimo de Dios;

quien te ve a ti, ve al Padre, cree en su Amor (cf. Jn 14,9);

tus obras, de amor, dan testimonio del amor del Padre;

tu muerte fiel al Amor fortalece nuestra confianza en el Amor;

tu resurrección y el envío del Espíritu dan seguridad a nuestra fe.

Tu vida entregada y glorificada nos asegura:

que Dios Padre vive con nosotros;

que su Espíritu nos habita y ora en nosotros;

que tú, Jesús, “mediador de la nueva alianza”, eres la cara de Dios;

que “Dios, juez de todos”, juzga como el Padre del hijo pródigo;

que somos sus hijos, y vivimos sin miedo, con libertad de hijos;

que estamos en “la ciudad de Dios vivo..., la asamblea plena”;

que estamos en comunión con losjustos consumados”;

que “tú y el Padre nos trabajáis” (Jn 5,17) para quitarnos el egoísmo;

que vuestro trabajo termina en resurrección a la vida eterna.

Esta es nuestra fe, “la gracia en que estamos” (Rm 5,2):

por eso no dejas de llamarnos continuamente:

ya es hora de despertarnos del sueño...,

revestíos del Señor Jesucristo” (Rm 13, 11.14),

La antigua alianza sigue viviendo entre nosotros:

es pobre nuestra relación con el Padre, contigo y con el Espíritu;

nos bautizaron sin conocer ni aceptar tu Amor;

la presión social nos “llevó” a la comunión de tu “Cena”;

nuestra “etiqueta” cristiana está sustentada en ignorancia y miedo;

no estamos integrados en la “reunión festiva”, en la asamblea plena;

somos víctimas del clericalismo que domina y oprime;

sin derecho a opinar ni a elegir a quien nos preside;

no podemos modificar leyes obsoletas y perjudiciales;

no tenemos juicios independientes, evangélicos, justos;

la ley humana sigue estando por encima de la voluntad de Dios:

muchas comunidades no pueden celebrar tus sacramentos;

se manipulan tus dones al prohibir su ejercicio evangélico;

se excluye a quien se deja llevar por la libertad de tu Amor...

Hoy, Jesús, Hijo del Amor, reclamamos la nueva Alianza:

que los bautizados sean “sacerdotes, profetas y reyes” de tu Amor;

“que salgan a la calle” sin disfraz alguno, “como uno de tantos”, como tú;

que crean las bienaventuranzas para que “puedan ser” realidad algún día;

que “despierten del sueño... y vistan las armas de la luz” (Rm13,11-12).

Preces de los fieles (D 22º TO C  01.09.2019)

“Quiero que la Iglesia salga a la calle”, decía el Papa Francisco a los jóvenes en Brasil. No se refería a los clérigos, sino a los bautizados, auténticos “sacerdotes, profetas y reyes” de la nueva Alianza. Los que van por la vida sin disfraz alguno, “como uno de tantos”, los que “han despertado” al Amor del Padre... y “visten las armas de la luz” (las bienaventuranzas) (Rm13,11-12). Pidamos hoy al Padre nuestros deseos, con el Papa Francisco, diciendo: “Queremos que la Iglesia salga a la calle”.

Por el Pueblo de Dios, la Iglesia:

- que “todo lo verdaderamente humano encuentre eco en su corazón” (GS 1); 

- que sea luz y fermento de vida, en todo lugar, sobre todo entre los que más sufren.

Roguemos al Señor: “Queremos que la Iglesia salga a la calle”.

Por nuestra comunidad (parroquia...):

- que seamosciudad de Dios vivo...,reunión festiva”, participación plena;

- que miremosal mediador de la nueva alianza, Jesús” y a su Evangelio.

Roguemos al Señor: Queremos que la Iglesia salga a la calle”.

Por los servidores de la comunidad:

- que tengan “fijos los ojos en el que inicia y completa nuestra fe, Jesús” (Hebr 12,2);  

- que les valoremos por su trabajo por el Reino, no por puestos o vestimenta.

Roguemos al Señor: Queremos que la Iglesia salga a la calle”.

Por las intenciones del Papa (Septiembre 2019):

- que “los políticos, los científicos y los economistas trabajen juntos”;

- que colaboremos con ellos en “la protección de los mares y los océanos”.

Roguemos al Señor: Queremos que la Iglesia salga a la calle”.

Por los más débiles de la sociedad:

- que “hagamos salir el son y bajar la lluvia sobre justos e injustos” (Mt 5,45); 

- que, como Cristo, les acojamos y les sentemos a nuestra mesa.

Roguemos al Señor: Queremos que la Iglesia salga a la calle”.

Por esta celebración:

- que compartamos tu alegría al vernos reunidos, en asamblea festiva;

- que la memoria de tu Hijo Jesús nos ayude a vivir como él.

Roguemos al Señor diciendo: Queremos que la Iglesia salga a la calle

Padre, queremos que nuestra “ciudad del Dios vivo brille en la vida, sobre el candelero de la calle, sobre todo, de las calles más conflictivas, más débiles, más necesitadas de pan, de concordia, de alegría, de vida...Te lo pedimos por tu Hijo Jesús, hermano nuestro, que vive por los siglos de los siglos.

Amén.

Jaén, septiembre 2019

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