Domingo 1º Cuaresma A 2ª Lect. (05.03.2017): Vivir en Verdad y en Amor, oferta de Jesús

Introducción:La gracia de Dios... se ha desbordado sobre todos” (Rm 5,12-19).
Pablo explica la salvación de Jesús, “la gracia en que nos encontramos” (Rm 5,2), a la Iglesia de Roma. Cada comunidad es una “iglesia en una casa”, un grupo de hermanos en torno a la mesa de la Palabra de Jesús y su “Cena-Memoria”. Aquí, gracias a la fe libre en Jesús, reciben su Espíritu, aprenden a compartir y aceptan la misión de anunciar su evangelio.

Acoger el mal (pecado) y el bien (gracia) son actos libres
El hombre con su voluntad introduce el desamor, la mentira, el acaparamiento egoísta, la sumisión a los instintos, etc. Igualmente el amor, el deseo de verdad, el compartir, el dominio de sí.. es fruto de la voluntad libre. Mal y bien, pecado y acogida de la gracia, son actos libres. No se entra en uno u otro automática y mágicamente, sino eligiendo la vía de Adán o la vía de Cristo. La libertad y el compromiso, constitutivos de la persona, se oponen al fatalismo de condena o salvación. Es cierto que hay influencias mutuas. Entre todos creamos un clima de mal, empecatamiento, pecado común o colectivo, inclinación al mal. Esta atmósfera de mal no es debida a fuerzas superiores, míticas. Es fruto o suma de las decisiones desacertadas, perversas, de todos. No nos determina fatalmente al mal, a la condenación. Igual que el clima de bondad que entre todos podemos crear: nos condiciona, pero no nos determina a la salvación-realización. Pablo defiende que la condición pecadora humana está en el origen de la muerte (física, espiritual y última), ya que es alejamiento del origen de la genuina vida, que es Dios. En estas opciones radica y expresa sus efectos el pecado y la oferta de Jesús. “Pero no es tan claro que hable, al menos expresamente, de lo que la teología posterior, a partir de San Agustín, ha llamado `pecado original´ entendido como culpa con la que todos los hombres nacen heredada de padres a hijos” (M. Salvador García en Carta a los Romanos; Comentario al Nuevo Testamento. La Casa de la Biblia. 2ª edic. 1995. P. 430).

Oferta de Jesús: aceptar el amor del Padre-Madre
Esta gracia en que nos encontramos” (Rm 5,2), nos viene revelada por medio de Jesús Mesías, el Hijo de Dios. Todos los que le creen “han sido capaces de hacerse hijos de Dios..., han recibido un amor que responde a su amor” (Jn 1,12.16), se han sentido perdonados y capacitados para toda obra buena, “vivirán y reinarán en la vida” (Rm 5, 17). Para explicar esta solidaridad con Cristo, recurre al recurso literario llamado “antítesis”. Divide a la humanidad y su historia en dos grandes polos de atracción: del mal, egoísmo, lucha violenta, muerte; y polo de la vida dada gratis, vivida en amor continuo, sin violencia, superador de la muerte. Al frente de cada polo coloca a Adán y a Cristo. Adán representa a la humanidad pecadora, centrada en el egoísmo. Cristo representa a la humanidad recuperada para el amor. Este polo no tiene comparación con el de Adán: es el polo de la gracia desbordante, inmerecida; es el polo de la amnistía total, de la vida sin límites. Es la vida entregada hasta la muerte y resucitada en Jesús. Quienes acogen el evangelio “están convencidos de que nada, ni muerte ni vida..., podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo” (Rm 8, 38-39).

Oración:La gracia de Dios... se ha desbordado sobre todos”(Rm 5, 12-19).

Tú, Jesús, nos revelas “la justicia de Dios: perdón y vida para todos”:
vuestro Padre hace salir su sol sobre malos y buenos” (Mt 5, 45; Lc 6, 35);
sed compasivos como vuestro Padre es compasivo” (Lc 6, 36);
cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y se conmovió;
salió corriendo, se le echó al cuello y lo cubrió de besos
” (Lc 15, 20).

Pablo, convertido a tu vida, reflexiona su experiencia cristiana:
él, perseguidor del movimiento cristiano, al creer en Jesús:
- “abrazó la fe en Cristo Jesús para alcanzar la justificación” (Gál 2, 16);
- “no hay proporción entre el delito y el don” (Rm 5, 15), entre ofensa y regalo;
- “la gracia de Dios y el don en ti, Cristo, desbordaron sobre todos” (Rm 5, 15);
- “no hay proporción entre la gracia y el pecado...,
la gracia, a partir de muchos pecados, acabó en justicia”, en absolución
(Rm 5, 16).
- “gracias a ti, Jesucristo, los que reciben a raudales el don gratuito de la justificación
reinarán en la vida
” (Rm 5, 17);
- “por un acto de justicia (tu amor fiel) resultó justificación y vida para todos” (Rm 5, 18);
- “por la obediencia tuya, todos serán constituidos justos” (Rm 5, 19).

¡Qué contraste con nuestra situación personal y eclesial!
- Nuestra vida, centrada en nosotros, vive para acumular cosas:
nos mordemos continuamente para anularnos y sobresalir;
aspiramos a dominar en poder y vanagloria;
nos desmenuza la envidia y la pereza;
sólo para las heridas propias pedimos compasión;
para las heridas de los hermanos exigimos equidad, justa venganza.

- Tampoco nuestras Iglesias sintonizan mucho con tu “gracia”:
viven obsesionadas por la apariencia y “gloria” mundanas;
hay lucha soterrada por el poder y el honor;
reina más el miedo que la libertad sincera;
nos preocupa más la ley canónica que el evangelio;
los más amigos de los pobres no pueden ser obispos;
pedir reformas evangélicas es desafección a la institución;
querer democracia es signo de soberbia y desobediencia;

- Los sacramentos se ejercen para el egoísmo:
se bautiza para evitar problemas, por miedo al castigo...;
la penitencia es ajuste de cuentas para quedarse tranquilos;
la eucaristía intenta acumular méritos para el cielo...

- Nuestras oraciones, “indulgencias plenarias”, promesas, bendiciones...:
buscan atraer la mirada de un dios distraído;
suponen un dios “que lleva cuentas del mal” (1Cor 13, 5);
un dios anotador de méritos y deméritos;
un dios fácil de camelar y entrar en trueque con nosotros;
un dios sádico y vengativo con el rebelde religioso...

Jesús del amor gratuito, ayúdanos a centrar nuestra vida en tu Reino:
el sueño de la fraternidad que busca el abrazo y la colaboración;
el sueño que se alegra con la verdad y la investigación creativa;
el sueño que mira y socorre a los más débiles;
el sueño que valora todo lo bueno y lo agradece;
el sueño que llora y lamenta las desgracias que sobrevienen.

Tú, Jesús de la vida, sufriste nuestras mismas tentaciones:
supiste encontrar el camino para superarlas;
tu gloria era ayudar, curar, reconocer la dignidad, vivir para los demás;
los reyes de las naciones las dominan... y se hacen llamar bienhechores”;
no ha de ser así entre vosotros: yo estoy entre vosotros como el que sirve”;
tú fuiste libre y creativo frente a las tradiciones religiosas;
tu conciencia amorosa estaba por encima de cualquier ley;
el culto a Dios era entrar en su amor generador de vida,
en su amor perdonador y paciente,
en la mesa de la participación y entrega a los más necesitados.

Que tu Espíritu, Jesús de la gracia, nos ilumine a todos:
- a los críticos, disidentes, reformadores y profetas, para que descubran tu voluntad;
- a los pastores para que “no apaguen el Espíritu, no menosprecien las profecías,
sino que revisen todo y se queden con lo bueno
” (1 Tes 5,19-21);
- a toda comunidad cristiana para que seamos “un recinto de verdad y de amor, de libertad,
de justicia y de paz” (Misal Romano, Plegaria eucarística V b).

Rufo González
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