“Santificarnos” es hacernos buenos como el Padre Dios; “salvarnos” es realizarnos como personas en todo (salud, alimento, relación, libertad, cultura, alegría plena...) Domingo 26º TO C 2ª Lect. (29.09.2019)

“El buen combate de la fe”, el Reinado de Dios”, es nuestra realización

Comentario: "combate el buen combate de la fe" (1Tim 6,11-16)

Llama a Timoteo, “hombre de Dios”, como Jesús, “mi Hijo, sujeto a mí y sujetado por mi amor...” (san Juan de la Cruz). El versículo 11 contiene dos verbos contrapuestos: “huyede estas cosas” (“el amor al dinero, raíz de todos los males” –v. 10-) y “busca la justicia, la piedad, la fe, el amor, lapaciencia, la mansedumbre”. Es una aplicación del principio elemental ético: “evita el mal y haz el bien”. El bien cristiano es “justicia, piedad, fe, amor, paciencia, mansedumbre”. Virtudes de la persona en su integridad individual, social y religiosa. “Paciencia ymansedumbre” miran más al individuo; “justicia y amor” a la sociedad; “piedad y fe” a la relación con el Misterio creador.

El proyecto de Jesús, su “causa”, Reino, “vida eterna”, es nuestra realización. Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna, a la que fuiste llamado y que tú confesaste noblemente delante de muchos testigos” (v. 12). Metáfora paulina de la vida cristiana y apostólica (1Cor 9,25-26). En la 2Tim 4, 7, reconoce que “ha combatido el noble combate, ha acabado la carrera, ha conservado la fe”. La versión litúrgica habla de “conquistar” la vida eterna. El verbo original (“epí-lambano”: coger sobre, apretar, apoderarse de, gozar de...) permite una traducción más amplia: vive, coge, goza la vida eterna empezada en el bautismo. “¿Qué pides a la Iglesia de Dios?” era la pregunta inicial de la liturgia bautismal; la respuesta era: “la vida eterna”. Es la vida en Cristo, en su Espíritu, en su amor... vida definitiva, eterna. “La Vida se hizo visible, y nosotros hemos visto, damos testimonio, y os anunciamos la vida eterna...” (1Jn 1, 2s). En el bautismo se hace profesión de esta vida: se manifiesta la vocación divina y la respuesta humana a vivir “la vida eterna”. Esta vida es nuestra realización, “el buen combate de la fe” (Pablo), “el Reinado de Dios”, para Jesús. “Quiso Dios santificar y salvar a los humanos, no individualmente, sin conexión alguna mutua, sino constituir un pueblo que le conociera en verdad y le sirviera santamente” (LG 9). “Santificar” es hacernos buenos como el Padre del cielo, y “salvarnos” es realizarnos como personas en todo (salud, alimento, relación, libertad, cultura, alegría eterna...).

Los vv. 13-14 solemnizan la exhortación: “Delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que proclamó tan nobleprofesión de fe ante Poncio Pilato, te ordeno que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche hasta la manifestación de nuestro señor Jesucristo...”. La fe en el Padre de la vida y en Jesús, testigo de su Amor, es el apoyo para vivir “el mandamiento” de Jesús: el Amor, lo fundamental cristiano, la ortodoxia y la ortopraxis. “Hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo”, hasta la parusía, la segunda venida de Cristo, vista como “luz” eterna. El concilio Vaticano II cita este versículo al decir que “no hay que esperar ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo (1Tim 6,14; Tit 2,13)” (DV 4). Esta manifestación “la mostrará en el tiempo apropiado el bienaventurado y único soberano, Rey de los reyes ySeñor de los señores, el único que posee la inmortalidad, que habita una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A Él honor y poder eterno. Amén” (vv. 15-16). Esta solemne doxología es parte de un himno litúrgico primitivo.

Oración:combate el buen combate de la fe (1Tim 6,11-16)

Jesús, luchador en el “buen combate” del Reino de Dios:

hoy, en la carta primera a Timoteo, nos invitas a ser coherentes;

habla de “buscar, combatir, conquistar o apoderarse, guardar el mandamiento”;

compromiso, aceptado en el bautismo, de vivir con tu mismo Espíritu.

No somos cristianos por prácticas religiosas:

por el rezo rutinario varias veces al día;

por asistir a celebraciones en el templo;

por participar en jubileos y peregrinaciones;

por ayunar y abstenernos de carne de acuerdo con la ley eclesial;

por celebrar los primeros viernes de mes;

por colaborar económicamente con la Iglesia...

Podemos parecernos a los piadosos enemigos de Jesús:

por dentro rebosan de rapiña y maldad” (Lc 11,39);

gustan de pasear con amplias y ricas túnicas

y son amigos de ser saludados en las plazas

y de ocupar los primeros asientos en las sinagogas

y los primeros puestos en los banquetes;

devoran las casas de las viudas

y aparentan hacer largas oraciones” (Lc 20, 46-47).

evitad la levadura de los fariseos y deHerodes” (Mc 8,15);

levadura de los fariseos es la hipocresía...” (Lc 12,1b);

rezos y sermones no conquistan el reino de Dios, la vida eterna;

tú no vinculaste las promesas de “salvación” a prácticas religiosas;

más bien prevenías del egoísmo de los “largos rezos” (Mt 6,7;

“jubileos” e “indulgencias parciales o plenarias” te son ajenos...

Personas religiosas siguen fieles a estas actitudes:

divinizan el afán de tener: si “siempre ha habido ricos y pobres”, 

será porque Dios así lo quiere;

compran para Dios lo mejor, lo más caro, lo más valioso;

gustan del lujo y la gloria de ropajes y títulos honoríficos;

compran marquesados como “los grandes”, los parecidos a Dios;

dominan y se hacen obedecer sin escrúpulo alguno;

han hecho ley al “querer de su voluntad”;

se instalan en el inmovilismo legal sacralizado...

Jesús del Reino de la vida en Amor:

conviértenos a tu modo de vida;

tú, Jesús, “nos has revelado que Dios es amor;

que la ley fundamental de la perfección humana...

es el mandato nuevo del amor;

nos has dado la certeza de que el abrir el camino del amor a todos los hombres

y el esfuerzo por instaurar la fraternidad universal, no es cosa baladí;

nos has advertido que este amor hay que vivirlo, no solo en las grandes cosas,

sino sobre todo en las circunstancias ordinarias de la vida.

Sufriendo la muerte, nos enseñas a llevar la cruz que la carne y el mundo imponen

sobre los hombros de quienes trabajan por la paz y la justicia.

Resucitado, actúas por la fuerza de tu Espíritu en los corazones humanos,

no sólo despertando el anhelo del mundo futuro,

sino animando, purificando y robusteciendo los deseos generosos

que vuelven la vida más humana

y someten toda la tierra a esta finalidad humanitaria” (GS 38).

Este es “el buen combate de la fe:

conquista la vida eterna, a la que fuiste llamado

y que tú profesaste noblemente delante de muchos testigos;

huye del amor al dinero, raíz de todos los males...;

busca la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre”.

Preces de los Fieles (D 26º TO C 29.09.2019)

“Quiso Dios santificar y salvar a los humanos, no individualmente, sin conexión alguna mutua, sino constituyendo un pueblo que le conociera en verdad y le sirviera santamente” (LG 9). “Santificarnos” es ser buenos como Dios Padre, y “salvarnos” es realizarnos como personas en todo (salud, alimentación, relación, libertad, cultura, alegría eterna...). Pidamos oír la voz del Señor diciendo: ¡Conviértenos a tu Reino!

Por todas las personas del mundo:

- que “no seamos sordos al llamamiento” de nuestra conciencia;

- que, como Jesús, amemos a todos, practiquemos el bien y evitemos el mal.

Roguemos al Señor: ¡Conviértenos a tu Reino!

Por los bautizados con el Espíritu de Jesús:

- que sintamos el Espíritu que nos ha ungido para ser “buena noticia”;

- que pongamos en libertad a los oprimidos por cualquier mal.

Roguemos al Señor: ¡Conviértenos a tu Reino!

Por los más arriesgados (Misiones,Manos Unidas, Cáritas, Refugiados...):

- que sientan la fuerza de Jesús que curaba a todos;

- que tengan nuestro apoyo, nuestra oración, nuestra ayuda...

Roguemos al Señor: ¡Conviértenos a tu Reino!

Por los más necesitados:

- que nos permitan estar cerca y colaborar con ellos;

- que se sientan miembros del cuerpo de Jesús, hermano de todos.

Roguemos al Señor: ¡Conviértenos a tu Reino!

Por las intenciones del Papa (Septiembre 2019):

- que “los políticos, los científicos y los economistas trabajen juntos”;

- que colaboremos con ellos en “la protección de los mares y los océanos”.

Roguemos al Señor: ¡Conviértenos a tu Reino!

Por los estudiantes:

- que entiendan sus estudios como realización persona y social;

- que trabajen seriamente, sean sinceros, participativos, generosos.

Roguemos al Señor: ¡Conviértenos a tu Reino!

Por esta celebración:

- que sea una celebración comunitaria como la vida; 

- que el Espíritu de Jesús nos empape y nos transforme el corazón.

Roguemos al Señor: ¡Conviértenos a tu Reino!

Señor Jesús: queremos seguirte en la construcción de tu Reino. Que tu Espíritu nos haga sencillos y humildes como Tú, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

Jaén, septiembre 2019

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