Domingo 26º TO A 2ª Lect.(01.10.2017): La vida de Jesús, “liderazgo del servicio”

Introducción:Tened... los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús” (Flp 2,1-11)
El Espíritu Santo actúa como fermento
Pablo está agradecido y orgulloso de los filipenses. Pero sabe que en toda comunidad hay roces, envidias, actuaciones egoístas... En el último capítulo pide a Evodia y a Síntique que “sientan lo mismo en Cristo” y al responsable de la comunidad que les ayude (Flp 4, 2-3). Sabe también que el evangelio vivido produce “consuelo (paraclesis: invocación) en Cristo, estímulo (paramizion) de amor, comunión (koinonía) de espíritu, entrañas y misericordias (splágjna, oiktirmoi)” (2, 1). Son frutos del Espíritu de Jesús. Este Espíritu, “pequeño” como el grano de mostaza o el fermento, pero con gran virtualidad, hace crecer en valores, evita la corrupción y transforma desde dentro la vida.

El Espíritu Santo unifica al cristiano y a la comunidad
Estos frutos evangélicos (consuelo en Cristo, estímulo de amor, comunión de espíritu, corazón y misericordia) producen una lógica alegría. Es lo que Pablo les pide: “dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir”. Literalmente: “colmad mi alegría para que sintáis (froneo: pensar, sentir) lo mismo, teniendo el mismo amor, una misma alma, sintiendo (fronountes: participio) una única cosa”. Recordemos que el verbo griego “froneo” viene del sustantivo “fren”, cuyo significado primitivo es “membrana que envuelve un órgano”, “la envoltura del corazón”, “la del hígado”, “el diafragma”. Derivadamente significa el órgano envuelto (corazón, alma, inteligencia, voluntad, etc.). Expresa, por tanto, la idea de lo que recoge y envuelve un órgano, lo que orienta, unifica y protege un ser. El cristiano está envuelto, recogido, orientado, unificado por el Espíritu-amor. Metáfora similar es la de Colosenses (3, 14) al llamar al amor mutuo “cinturón de la perfección”. Es un eco de Jesús: “manteneos en ese amor mío” (Jn 15, 9), que hace “uno” como el Padre con Cristo (Jn 17,21). Unifica, por tanto, al cristiano y a la comunidad.

Servicio humilde y desinteresado
En los versículos siguientes saca las consecuencias: “nada por envidia (lit.: egoísmo, rivalidad, ambición egoísta) ni por ostentación (lit.: arrogancia, jactancia), sino dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás” (v. 3). “Nos os encerréis en vuestros intereses, sino buscad el interés de los demás” (v. 4; lit.: no mirando cada uno las cosas propias, sino también las de los otros). El amor cristiano excluye el egoísmo y la arrogancia; sólo tiene sentido el servicio humilde a los hermanos, en quienes vemos al Señor. Y, por tanto, superiores, a quienes debemos respetar, servir, y no dominar ni explotar. Buscar “lo de los demás”, es decir, sus derechos, primero los básicos, como ser humano y como hijo de Dios en la Iglesia de Jesús.

Sentid como quienes viven en Cristo Jesús
Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús” (v. 5; lit.: “sentid en vosotros lo que también en Cristo Jesús”). Pablo les pide que piensen-sientan (froneite) lo que pensaba y sentía Jesús. También puede traducirse como “sentid como quienes viven en Cristo Jesús”. En esta segunda traducción se subrayaría a Jesús vivo como principio, fuente actual, de nuestra vida. Les está invitando a dejarse llevar del Espíritu de Jesús, que habita en el cristiano.

Canto a la vida de Jesús: el “liderazgo de servicio”
En los versículos siguientes, Pablo recuerda un himno que cantarían las comunidades primeras, en el que se condensa el pensamiento, sentimiento y acción de Jesús, añadiendo algún pequeño matiz. Tiene dos movimientos: humillación voluntaria de Cristo y exaltación por el Padre. Desde la igual dignidad divina de Hijo del Padre se abaja libremente a ser humano, servidor, obediente al amor de Dios hasta la cruz. Por su desprendimiento y obediencia, el Padre lo exalta, lo sienta a su derecha y le concede el nombre de Señor. “Señor” en cristiano ya no será el todopoderoso que domina, sino el servidor humilde que se siente llamado a dar gratuitamente vida a todos. Como hace el Padre que le envía, acompaña al Hijo por caminos humanos, respeta la libertad y la naturaleza limitada, y al final llenará su corazón del Amor pleno y bienaventurado. Es el “liderazgo de servicio”.

Oración:Tened... los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús” (Flp 2,1-11)

Jesús, servidor de todos como el Padre:
como Pablo, en la oración, oímos al Espíritu que nos habita;
- efectivamente sentimos que Tú nos acompañas;
- nos vemos incentivados por tu Espíritu a amar gratuitamente;
- nos haces compartir tus inquietudes por los hermanos;
- trasladas tu empatía misericordiosa a nuestras entrañas.

Nuestra vida real, Señor, no coincide con la tuya:
nos sentimos como estafados por nosotros mismos;
tu amor lo aceptamos egoístamente, como un seguro de vida;
rezamos tu amor, pero no lo vivimos como Tú;
lo simulamos en ceremonias teatrales, besos y abrazos vacíos;
lo imponemos en credos, ritos, leyes, vestimentas...;
tus entrañas las proclamamos, pero no conducen la vida;
lo contrario a tu amor -el egoísmo- tiene más fuerza en nuestro corazón:
- envidias, rivalidades, codicias...,
- ostentación, arrogancia, jactancia, soberbia...,
- dominio, venganza, condena, marginación a quien no piensa como nosotros...

Tu Iglesia, Señor, la que aparece, refleja poco tu vida:
suspende ante la inmensa mayoría de ciudadanos;
no tiene “el tenor de peculiar conducta, admirable,
y, por confesión de todos, sorprendente...” (Carta a Diogneto, siglo II-III, cap. 5);
no brilla en “amor paciente, que no busca lo suyo..., disculpa, se fía, espera...” (1Cor 13, 4-7);
achaca sus problemas a agentes “externos”: materialismo, enemigos...;
apoya más a los grupos inmovilistas, amigos del poder, corifeos...;
aísla y ataca a colectivos eclesiales de base, sacerdotes y teólogos críticos;
aparece unida a los poderosos, con signos de ostentación y dominio;
aún recordamos el escándalo con motivo de la venida del Papa Benedicto:
- llamó a los 40 empresarios más poderosos, alguno condenado posteriormente (1);
mantiene esquemas del pasado, cuestionados teológica y socialmente:
- ministerios, mujer, celibato, moralidad del preservativo...;
- relaciones prematrimoniales, comunión a divorciados vueltos a casar...;
- homosexualidad ignorada o perseguida...

Necesitamos, Jesús entrañable, volver a ti:
mirar mucho tu vida, tus palabras, tus compromisos;
darnos cuenta de tu despojo del Dios altísimo;
contemplar tu condición de “esclavo, uno de tantos”:
- apartado de liturgias imperiales y ritos religiosos incomprensibles;
- siendo “buena noticia para el pobre, libertad para el oprimido, vista del ciego” (Lc 4, 18s);
- cuidando a los más débiles: enfermos, hambrientos, niños y mujeres, presos, extranjeros...;
- manifestando la “locura” y “debilidad” de Dios, “escándalo” de los religiosos (1Cor 1, 23s)...

Ayúdanos a vivir nuestra religión desde tu Evangelio:
danos a todos tu Espíritu, las entrañas tuyas y del Padre;
enséñanos a adorar a Dios en espíritu y verdad:
- que pongamos la necesidad humana por encima de toda norma religiosa (Mt 12, 1-13);
- que la solidaridad con quien sufre sea la mejor expresión de vida (Lc 10, 25-37).

¿Dónde habitas, Jesús resucitado?
¿Dónde podemos encontrarte realmente?
¿Dónde encontrabas tú al Padre?
¿A dónde te conducía a ti el amor del Padre?
Con Pablo queremos expresarte hoy “el colmo de nuestro alegría”:
- queremos tener y vivir, pensar y sentir, tu mismo Amor;
- y sólo desde él orientar y organizar toda nuestra vida.

(1) Puede leerse en Internet el documento titulado “LOS MECENAS DE ROUCO: La Fundación “Madrid Vivo ”, publicado por el Foro “Curas de Madrid” en junio de 2011.

Rufo González
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