Domingo 25º TO A 2ª Lect.(24.09.2017): “Vivid a la altura del Evangelio”

Introducción:Lo importante es que llevéis una vida digna del Evangelio” (Flp 1,20c-24.27a)
En Filipos, “principal colonia romana del distrito de Macedonia” (He 16, 6-12), primera ciudad europea en que evangeliza Pablo, surge una comunidad muy viva y agradecida a Pablo. Al saber que está en la cárcel, le envían una persona y un subsidio económico (Flp 4,15-18; 2Cor 11,9). Con esta carta, Pablo agradece la ayuda y les explica su tarea. “Carta de la alegría cristiana”, se la llama por su contenido y el optimismo que aporta el “estar del lado de Cristo, no sólo creyendo en él, sino sufriendo por él” (1, 29).

El texto de hoy empieza con una convicción de Pablo
Cristo será glorificado (lit.: “megalinzésetai”: “se engrandecerá, se alargará”) en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte (v. 20c). Está encarcelado y puede ser condenado a muerte. Cualquier posibilidad –vida o muerte- glorificará a Cristo. La gloria de Cristo es dar la vida amando como el Padre nos ama. En el evangelio de Juan “gloria, amor y Espíritu” son realidades equivalentes. La gloria de la “Palabra acampada entre nosotros... es plenitud de amor y lealtad” (Jn 1, 14). Jesús es el portador del Espíritu (amor fiel), que es su gloria y que comunicará a los discípulos (Jn 17, 22). Viviendo o muriendo, el cristiano Pablo hará de su vida un testimonio del Amor de Cristo: “Cristo será engrandecido en mi cuerpo, ya sea por vida o por muerte” .

Para mí la vida es Cristo” (v. 21a)
Literalmente: “pues para mí el vivir (es) Cristo” (“to dsen Xristós”). El artículo precede a “vivir”, lo sustantiva y es sujeto de la oración. Convierte la oración en una identidad: “para mí el vivir (pensar, sentir, actuar...) es Cristo y sólo Cristo”. Toda la vida queda afectada por el Espíritu de Cristo. Texto paralelo a: “Y vivo, ya no yo, sino que Cristo vive en mí” (Gál 2, 20). Al creer a Jesús recibimos su Espíritu, que habita en nosotros, testifica, junto con nuestro espíritu, que somos hijos de Dios, coherederos con Cristo, copartícipes de su Reino... Así decimos que “Cristo está en nosotros” (Rm 8, 9-17), se hace vida nuestra si nos dejamos llevar por él, amando como Cristo y el Padre aman.

Y una ganancia el morir” (v. 21b)
“Una ganancia” (lit. ventaja, negocio redondo) es el contenido último de la esperanza cristiana. Hay que entenderlo desde la doctrina paulina del Amor. “El amor no pasa nunca... Ahora vemos mediante un espejo, confusamente; entonces, cara a cara... conoceré del todo, tal como soy conocido” (1Cor 13, 8-13). El amor jamás desaparecerá, se dilatará del todo, más allá de la muerte, donde “seremos semejantes a Dios porque le veremos tal cual es” (1Jn 3,1-2).

No sé qué escoger” (v. 22b)
Ante la alternativa de vivir o morir, desea lo mejor para el progreso del Evangelio. Literalmente dice que “vivir en carne, esto para mí (rendir) fruto de trabajo” (v. 22a). Ante su ideal de la vida –“vivir para dar fruto”-, no sabe qué escoger entre “ser desatado para estar con Cristo, con mucho lo mejor, o quedarme con vosotros que me necesitáis” (v. 23-24). En los vv. 25-26, no leídos hoy, dice: “convencido de esto, sé que me quedaré y permaneceré con todos vosotros para vuestro progreso y alegría de la fe, para que vuestro orgullo por mí en Cristo Jesús desborde por mi presencia de nuevo entre vosotros”.

Lo importante es que llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo” (v. 27a)
Literalmente: “solamente comportaos -sed ciudadanos- de modo digno del evangelio de Cristo”. “Politeuesze” es “vivir ciudadanamente”, en medio de la ciudadanía. “Modo digno del evangelio”, es decir, a la altura del evangelio, siendo “buena noticia” para pobres, libertad para oprimidos, etc. En el mismo versículo, no leído, les dice que así “sabré si os mantenéis firmes en un solo Espíritu, combatiendo con una sola alma por la fe del evangelio” (v. 27b). Es la vida real, compartida con los ciudadanos, transparente, observable por cualquiera... la que manifiesta el Espíritu de nuestra vida. No las apariencias, hábitos, ceremonias, prácticas religiosas, etc., sino la vida secular, ciudadana, política, sindical, laboral, vecinal, etc. manifiesta claramente la opción por el Reino.

Oración:lo importante es que llevéis una vida digna del evangelio” (Flp 1,20c-24.27a)

Jesús, ciudadano del Reino:
admiramos hoy a tu discípulo Pablo, también ciudadano de tu reino.
Desde la cárcel nos describe su gloria, puesta en tu amor;
ha optado en su vida por vivir el amor del Padre;
es tu evangelio del amor desinteresado, libre, en cada situación, a todos;
es la buena noticia que están esperando los pobres y excluidos;
con este amor todos tendrán pan, salud, concordia, alegría...

Pablo siente en su corazón que Tú, Jesús, Hijo del Padre:
le has dado las palabras que el Padre te dio, y las ha aceptado,
y ha conocido verdaderamente que Tú has salido del Padre,
y ha creído que el Padre te ha enviado
”.
Pablo está convencido de que Tú, Jesús, Hijo del Padre,
has glorificado al Padre sobre la tierra llevando acabo sus obras;
y estás siendo glorificado junto al Padre con la gloria definitiva
” (Jn 17, 8.4).

Pablo está realizando tu misma obra, con tu mismo Espíritu:
está amando a sus semejantes como el Padre les ama;
les está invitando, como Tú, a realizar las mismas obras de amor;
les está reuniendo en comunidades para realizar la fraternidad del Padre;
les está entregando tu mismo Espíritu;
se siente injertado en tu misma vida: “el vivir para mí es Cristo”;
cree que Tú “serás engrandecido en su cuerpo, sea por su vida o por su muerte”.

Amar es conocer, valorar, apreciar y disfrutar el tesoro del Amor
Amor que jamás desaparecerá, sino que nos abrazará del todo más allá de la muerte,
donde “seremos semejantes a Dios porque le veremos tal cual es” (Jn 10,10; 15, 8-9; 1Cor 13, 8-13; 1Jn 3,1-2).
Ahora lo importante es que llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo, insiste Pablo.
Oímos en el fondo tu súplica al Padre:
No pido que los saques del mundo, sino que los guardes del Mal;
Guárdalos unidos a tu persona para que sean uno como nosotros...
Ya les he dado a conocer tu persona, pero aún se la daré a conocer,
Para que ese amor con el que tú me has amado esté en ellos,
Y así esté yo identificado con ellos (Jn 17, 15.11.26).

Pablo nos pide: “sed ciudadanos de modo digno del evangelio”:
como la levadura no se aleja de la masa,
como la sal penetra los alimentos,
como la semilla se introduce en la tierra y muere...
así Pablo nos pide que seamos ciudadanos de pleno derecho y obligación:
sin privilegios de ninguna clase,
a la intemperie como el común de los ciudadanos,
ganándonos el pan con el sudor de nuestro esfuerzo, (Ver: 2Tes 3,7-12);
siendo sólo ciudadanos de modo digno del evangelio
“Los cristianos… no se distinguen de los demás por su tierra, su habla, sus costumbres...
No habitan ciudades exclusivas suyas ni hablan una lengua extraña,
ni llevan un género de vida aparte...
Se adaptan en vestido, comida y demás género de vida a los usos y costumbres de cada país,
pero dan muestras de un tenor de peculiar conducta, admirable,
y, por confesión de todos, sorprendente...” (Carta a Diogneto, siglo II-III, cap. 5).


Ayúdanos, Jesús ciudadano del Reino, a ser como tú:
a no ceder a las amenazas o halagos del poder y el dinero,
a no dejarnos llevar por el deseo de honores y privilegios;
a seguir tus huellas de amor que busca vida para todos;
a ser buena noticia para los que menos vida tienen;
a trabajar por el reino de la verdad, la justicia, la paz...

Rufo González
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