Domingo 14º TO C (03.07.2016): vuestra felicidad es voluntad divina

Introducción:está cerca de vosotros el reino de Dios” (Lc 10,1-12.17-20)
Leemos el segundo envío misionero que hace Jesús. “El Señor” (título pascual, indica que es una actualización de Lucas para las comunidades pospascuales) designó y envió. Así pretende preparar el camino para que él, verdadero misionero, sea esperado y aceptado.

Ingredientes de la misión
a) Constatación de la falta de “reino de Dios”:
La mies es abundante y los obreros son pocos”. Como el Reino es don y tarea, hay que “rogar al Señor de la mies para que mande obreros a su mies”. Se trata de vocaciones para el bautismo. Cada bautizado es un “ungido” o consagrado para hacer el Reino de Dios. De esta consagración nacerán las vocaciones específicas a diversos servicios de la comunidad.
b) Realismo:como corderos en medio de lobos”. Conciencia de las dificultades.
c) Estilo de vida pobre y sencillo:no llevéis talega ni alforja...”. Austeridad, solidaridad...
d) Contacto personal:cuando entréis en una casa, decid primero: paz a esta casa”. Jesús, aunque predica alguna vez en la sinagoga (Mc 1,21), prefiere enseñar en las casas (Mc 2,1-3), en campo abierto (Lc 6,17ss), caminando (Mc 8,27), en el lago (Mc 8,10ss). Cualquier sitio es lugar teológico, de encuentro con Dios. Incluso en el trabajo ordinario (Mc 1,16-20).

El contenido de la misión
Decid: está cerca de vosotros el reino de Dios”. Dios y su bondad están cerca de vosotros. Tan cerca como vuestro deseo de justicia, de libertad, de verdad, de paz, de amor, de felicidad... Estos deseos son divinos, regalos del Creador. Para iluminarlos más y ayudaros a realizarlos ha enviado a su Hijo, lleno de su Espíritu. Lo mismo deben decir “si no os reciben, salid a la plaza y decid...: de todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios”. Es decir, Dios está con vosotros, “trabaja en vosotros siempre” (Jn 5, 17), aunque no queráis reconocerlo. Su amor es activo y eterno.

Regreso alegre por haber participado en el trabajo de Dios
La segunda parte del texto (vv. 17-20) narra el resultado. Los demonios simbolizan las ideologías fanáticas, la ignorancia y los poderes divinizados de este mundo que destruyen al ser humano. Ahora Satanás (personificación de lo que perjudica a las personas, y, por tanto, también enemigo de Dios) “cae del cielo”; es decir, las fuerzas dañinas y esclavizantes, pierden su divinidad. Fuerzas del mal, simbolizadas en serpientes y escorpiones, no dañarán a los enviados; pasarán por encima de ellas y no cederán a sus venenos. Los discípulos vienen alegres porque el mal es vencido. Jesús les invita a alegrarse porque “sus nombres están inscritos en el cielo”, es decir, viven en comunión con Dios. Hacen el mismo trabajo de Dios: la felicidad humana. Están vitalmente inscritos en el trabajo divino. Luchan contra la enfermedad, la incultura, la esclavitud, la inhumanidad, la miseria.. Trabajan por la salud, la alimentación, el trabajo digno y bien remunerado, la convivencia sana, la libertad, el sentido pleno abierto al amor del Padre-Madre que nos sostiene y anima...

Oración:Está cerca de vosotros el reino de Dios” (Lc 10,1-12.17-20)

Señor Jesús:
También hoy nos sigues enviando “por delante de tu persona
a todos los pueblos y lugares donde piensas ir Tú
”.

Tus instrucciones siguen siendo básicamente las mismas:
- “rogad al Señor de la mies para que mande obreros a su mies”;
- “como corderos en medio de lobos”;
- “no llevéis talega ni alforja...”;
- “cuando entréis en una casa, decid primero: paz a esta casa”;
- “decid: está cerca de vosotros el reino de Dios”.


¡Poneos en camino!”, es la voz del Espíritu oída en el bautismo:
la aceptamos al recibirte a Ti como Mesías del Dios vivo;
la experimentamos al sentirnos agraciados por su amor sin límites;
la respondemos a llamarle Padre - Madre de todo ser humano;
la sentimos cercana al compartir el desamparo y la soledad;
la oímos dolorida al ver la miseria y el sufrimiento de la gente.

Queremos hoy unirnos a Ti, Jesús que ruegas al Padre:
para que haya muchas personas que trabajen en el “Reino”;
para que vivamos solidarios con los más necesitados;
para que seamos conscientes de nuestra naturaleza frágil;
para que a toda persona la sintamos hermana;
para que conozcamos las entrañas del Dios vivo y verdadero;
para que te creamos a Ti, Hijo del Padre y Hermano de todos.

Que tu Espíritu, Cristo misionero, encienda en nosotros tu amor:
amor que es la mayor cercanía del reino de Dios;
amor que nos vuelve austeros y sencillos;
amor que empuja a erradicar el hambre, la ignorancia y la enfermedad;
amor que restaura los derechos humanos en todas partes;
amor que venera la verdad y la libertad;
amor que construye la paz.

El Espíritu que Tú, Jesús del Reino, nos entregas:
nos reúne en comunidades fraternas;
nos alimenta con tus palabras de vida;
nos regala diversas vocaciones de servicio;
nos envía a ser testigos de tu amor y de tu esperanza.

Hoy queremos sentir tu alegría, Jesús del envío:
al vernos crecer en libertad fraternal;
al encontrarnos en comunidades sin opresión ni miedo;
al descubrir que todo lo que perjudica no viene del cielo;
al sentir la humanidad de los servidores de la Iglesia;
al decir a todos: “está cerca de vosotros el reino de Dios”:
- que a nadie priva de su amor ni le excomulga de su corazón;
- que está llamando a toda puerta para entrar y comer juntos.

Por todo esto, Jesús de nuestra vida, estamos alegres:
sentimos que “nuestros nombres están inscritos en el cielo”;
somos ciudadanos del Reino;
vivimos en comunión contigo y con el Padre en el mismo Espíritu;
hacemos el mismo trabajo de Dios: la felicidad humana.

Rufo González
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