Domingo 16º TO C (17.07.2016): El reino, “lo único necesario”, es tarea de todos

Introducción:Marta lo recibió en su casa... María estaba sentada a los pies” (Lc 10,38-42)
Varones y mujeres tienen la misma capacidad cristiana
Es la tesis de Pablo: “todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gál 3, 28). Llamar “Señor” (v. 39 y 40) a Jesús nos indica que la escena es una adaptación pascual de Lucas a las comunidades de su época. A partir del hecho histórico (la acogida de Jesús por parte de Marta), Lucas ejemplifica el modelo ideal de discípulo que requiere el Reino de Dios. Dos mujeres le sirven como representantes de los grupos de seguidores. Lucas destaca el trato de Jesús con la mujer: en igualdad de condición que los varones. María, “sentada a los pies de Jesús...” (En He 22, 3, Pablo declara ser “discípulo de Gamaliel” con idéntica expresión: “a los pies de”), actúa del mismo modo que tradicionalmente actuaban los varones. Jesús lo permite. La queja de Marta tiene también este sentido: María se comporta como un hombre, dejándola en el papel de mujer según su cultura. Marta representa a los seguidores procedentes del judaísmo, preocupados por observar la ley, y querer imponerla. Los papeles sociales quieren hacerlos absolutos, invariables. María representa a los seguidores no judíos, que han desechado las normas judías para el Reino, “lo único necesario”. María, al escuchar a Jesús, ha elegido “la mejor parte”, “que nadie puede quitar”, el reino de Dios, abierto a todos, sin ataduras superfluas. “Escuchar a Jesús” y seguirlo es tarea común. Igual que ejercer cualquier ministerio en la comunidad cristiana.

Interpretaciones interesadas
- Interpretar este texto como acción versus contemplación procede de Orígenes (siglo III), seguido de teólogos monjes (Basilio y Casiano, siglos IV y V, Alberto Magno, siglo XII). Fundamentan la pretendida superioridad de la vida “consagrada”, respecto de la vida laical. No hay base evangélica. - Otra lectura interesada, en clave feminista, busca justificación exegética de la participación de la mujer en los ministerios eclesiales. Esto podría ser una consecuencia. Pero no se dice expresamente. El texto en sí no se refiere al privilegio de la vida contemplativa ni al ministerio femenino, sino a la actitud de Jesús que acoge a hombres y mujeres en su reino. A unos y a otros les insta a buscar el reino y su justicia, como “lo único necesario”. Adjudicar ministerios eclesiales en exclusiva a varones o mujeres ha sido decisión eclesial, no procedente de Jesús.

Seguir “el camino” con el mismo Espíritu de libertad que Jesús
El reino de Dios se convierte en la tarea decisiva: “buscad, más bien, el Reino y todas las cosas se os darán por añadidura” (Lc 12, 31). El reino es realizar la vida humana en plenitud, en todas sus dimensiones. Ni exigencias evasivas ni activismo sin espíritu. En libertad guiada por el Espíritu.
“La Iglesia está habitada por grupos con talantes muy diversos, e incluso antagónicos, a la hora de vivir su adhesión eclesial (renovada, desvanecida, crítica, tensa, dolorida, nostálgica, etc.).. Quienes se toman la libertad son muy frecuentemente cristianos militantes, hombres y mujeres, laicos y religiosos, presbíteros y obispos, teólogos y gentes de base, que han entregado todo por su Iglesia y que, movidos por el Espíritu a la fidelidad en el seguimiento de Jesucristo, se han atrevido a pensar en esta Iglesia, y a comportarse de acuerdo con su conciencia” (F. J. Vitoria: Presencia pública de la Iglesia ¿fermento de fraternidad o camisa de fuerza? Cristianisme i Justicia. Barcelona 2009, p. 45.


Sólo una cosa es necesaria
Jesús resucitado llena el universo con su amor, siempre contemporáneo. Ser creyente es aceptar que Él está “llamando a nuestra puerta” y elegir vivir con Él de forma consciente y consentida. Como Marta, podemos obsequiarle con multitud de cosas -leyes, prácticas piadosas, velitas, hábitos, ritos, peregrinaciones- o centrarnos en Él y su reino, como María. Jesús reprocha a Marta su nerviosismo y querer quedar bien con tantas cosas. Lo necesario es sólo una cosa, su reino. Todo lo demás es libre y puede ser expresión de fe. Lo penoso es cuando ese “todo lo demás” es nuestra vida y compromiso religiosos. El Reino -la vida humana en plenitud- no parece entrar en nuestra vida religiosa, o entra de forma tangencial, sin importancia, como adorno de buena voluntad para quedar bien ante la sociedad. Acoger a Jesús y su reino es acoger al Padre que nos ama y a los hermanos, “vicarios suyos”, sobre todo los más débiles. Dejarse guiar por su Espíritu es el deber cristiano por excelencia. Esa es “la mejor parte, que no se nos quitará”.

ORACIÓN:Marta lo recibió en su casa... María estaba sentada a los pies” (Lc 10,38-42)

Señor Jesús, restaurador de la verdadera humanidad:
Contemplamos en el evangelio una escena que parece de nuestros días;
una mujer te invita y recibe en su casa con toda naturalidad;
su hermana “está a tus pies” como discípula normalizada.

Las comunidades de Lucas habían asimilado tu consideración de la mujer:
tu práctica escandalosa y aberrante para judíos, griegos y romanos;
el trato con Magdalena y la samaritana que escandalizó a los mismos apóstoles.
Lucas destaca de modo singular la memoria de servicio de las mujeres:
- empezando por el servicio a tu cuerpo lacerado y roto, después de la muerte:
Las mujeres que te habían acompañado desde Galilea siguieron a José
para conocer el sepulcro y cómo ponían tu cuerpo.
Regresaron y prepararon aromas y ungüentos... El primer día de la semana,
al rayar el alba, volvieron al sepulcro llevando los perfumes preparados
” (Lc 23,55 – 24,1);


- siguiendo por actualizar tu espíritu servicial en las primeras comunidades:
ofrecían sus casas para las reuniones (He 12,12-16);
daban hospedaje a los misioneros itinerantes (He 16,13-15);
confeccionaban ropa para las viudas (He 9,36-39);
dirigían las comunidades y profetizaban (He 18,26-27 -marido y mujer; He 21,9) (1).


Hoy nos pones a dos mujeres como prototipos de tu seguimiento:
Marta “inquieta y nerviosa” por obsequiarte con multitud de detalles;
María “a tus pies”, centrada en lo fundamental, en “lo único necesario”;
lo que hay que “buscar, el Reino, que lo demás vendrá por añadidura”.

Marta parece representar a los discípulos procedentes del judaísmo:
reciben a Jesús, pero siguen con sus tradiciones;
intentan arrastrar a los demás a sus normas y ritos;
viven inquietos y nerviosos por destacar y ser los primeros;
no pierden la esperanza del reino al estilo de “este mundo”.

María representa a los discípulos no judíos:
“están a tus pies”, te dan plena acogida;
viven en situación de libertad como la tuya;
están centrados en tu reino, como lo único necesario;
no intentan imponer nada, sólo servir a los más pequeños.

Tú, Jesús de la libertad, reprochas a Marta su nerviosismo e inquietud:
su atención a “tantas cosas” es imagen de tantas prácticas piadosas:
oraciones fijas, hábitos, ayunos, limosnas, ofrendas, ritos...;
a veces ocultan lo único necesario: las construcción del reino;
o, lo que es peor, tranquilizan la conciencia con la vida “piadosa”,
“pensando que la fe se reduce a ciertos actos de culto
y al cumplimiento de determinadas obligaciones morales” (GS 43).

Hoy, al contemplar a estas dos cristianas, a Marta y a María:
te pedimos la libertad del Espíritu para seguirte:
- que él nos centre en lo fundamental cristiano;
- que las expresiones religiosas no oculten tu “pasión” por el reino;
- que te acojamos en cualquier persona, especialmente en los más débiles;
- que en nuestras comunidades no admitamos relaciones serviles:
(ni entre empresario y obrero, ni entre marido y mujer,
ni entre padres e hijos, ni entre responsables eclesiales y fieles);
- que la mujer ejerza los carismas con que Dios quiera agraciarla, igual que los varones.

Rufo González
Volver arriba