Hoy se cumplen 168 años de un martirio por la libertad del celibato

18 de Agosto de 1848
Un sacerdote argentino y su mujer fueron asesinados por el brazo civil con la connivencia del poder eclesial. Su único delito: abandonar el ministerio sacerdotal y querer formar una familia. La fuerza bruta impidió ambas cosas. Les mataron a los dos y al hijo concebido, en el octavo mes de gestación. Los escrúpulos ante la interrupción del embarazo no fueron válidos ante la opresiva ley del celibato clerical. No consta protesta alguna del estamento clerical.

Ladislao Gutiérrez y Camila O´Gorman
El año pasado, por estas fechas recibí un e-mail que agradezco:
“Soy Vicario General de San Martín, el pueblo dónde fueron fusilados Ladislao Gutiérrez y Camila 0 Gorman. Por eso me permito aclarar que Ladislao era sacerdote de la diócesis de Buenos Aires, ayudante en la Parroquia del Socorro. No era jesuita, ya que en ese entonces el Gobernador Rosas los había expulsado. Eduardo González. Vicario General de la Diócesis de San Martín. Jueves 20 agosto 2015, 02: 23”.


La bibliografía, que he podido consultar, señala que era jesuita, procedente de Tucumán. Con esta aclaración del Vicario General de San Martín, lugar del martirio, podemos decir que, al menos en el momento del prendimiento y ejecución, era sacerdote diocesano de Buenos Aires. El escarceo histórico me ha hecho ver que los jesuitas, tras la expulsión que sufrieron en 1767 del Imperio español (Carlos III: motín de Esquilache, obediencia al papa, apropiación de sus bienes...), regresaron a Argentina en el año 1836, 20 años después de la declaración de la independencia del país. Es ya el segundo mandato del Gobernador Juan Manuel Rosas (1835-1852). Este “restaurador”, pasados unos años, en 1843, por un decreto les ordena convertirse en sacerdotes seculares o, como alternativa, la expulsión de Buenos Aires. En esta época tiene lugar la persecución y muerte del sacerdote ex jesuita y de su mujer.

En 1847 se despertó el amor entre Camila y Ladislao
Enamorarse es un misterio, una realidad inabarcable, llena de vida. Un creyente lo interpreta desde el amor fontal divino: el Creador no quiere que “el hombre esté solo” e intima el “creced y multiplicaos”. Se sintieron llamados a vivir su amor en libertad. Decidieron salir de Buenos Aires, y emigrar hacia Río de Janeiro, Brasil, donde creían poder encontrar “la tierra prometida”. Como no podían casarse según la ley eclesial, se casaron ante Dios, ante su conciencia: “la conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del ser humano, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquella” (GS 16). La conciencia le llevó a Benedicto XVI a dimitir y a san Juan Pablo II a permanecer en el ministerio petrino sin poder llevarlo en condiciones. Siempre un misterio.

Entre ángeles y demonios
El 12 de diciembre de 1847, salen en caballo hacia la provincia de Corrientes. Con ayudas diversas, llegan al pueblo de Goya, donde creen que nadie les conoce. Para sobrevivir abren una escuela de niños. Durante unos meses encuentran la paz, a pesar de que sabían que les perseguían. El 23 de Diciembre de 1847, Adolfo O'Gorman, padre de Camila, había denunciado ante el gobernador que su hija había sido seducida y raptada por el sacerdote. El obispo, Mariano Medrano y Cabrera, pedía al Gobernador:
“en cualquier punto que los encuentren a estos miserables, desgraciados infelices, sean aprehendidos y traídos, para que, procediendo en justicia, sean reprendidos por tan enorme y escandaloso procedimiento”.


Curiosamente este obispo, contrario a la intromisión del poder civil en el nombramiento de obispos, tuvo que ser consagrado obispo en Río de Janeiro el 26 de septiembre de 1830 por el nuncio apostólico en Brasil Monseñor Pedro Ostini, con el título de obispo de Aulón, antigua sede episcopal, en manos de los musulmanes desde hacía siglos. Así se evadió el conflicto con el gobierno sobre la cuestión del Patronato Eclesiástico, Debió enfrentar la dura resistencia del cabildo eclesiástico, por lo que no pudo hacerse cargo del puesto hasta dos años más tarde. El 12 de agosto de 1831, el obispo Medrano obtuvo de Juan Manuel de Rosas la aprobación del gobierno. El 2 de julio de 1832 el nuevo papa Gregorio XVI designó a Medrano obispo residencial de Buenos Aires, otorgándole como obispo auxiliar a Mariano José de Escalada, que pasó a ocupar el título de "Aulón". El “sumiso” gobernador, Manuel Rosas, ordenó apresar a la pareja de acuerdo con el obispo Medrano -los Pilato, Herodes y Caifás actúan siempre coordinadamente- y conducirlos a la cárcel. En agosto de 1848, un sacerdote irlandés, Michael Gannon, que conocía el caso, les descubrió accidentalmente y avisó a las fuerzas del gobierno para que los prendieran. Como “uno de los Doce, acudió a los sumos sacerdotes para entregárselo” (Mc 14, 10).

“Nos uniremos en el cielo ante Dios”
En declaraciones, Camila negó rotundamente que hubiera sido violada y sostuvo su participación libre en el amor y en la trama de la huida. Los llevaron hacia Buenos Aires para ser juzgados. La presión social precipitó un juicio sumarísimo. Condenados a muerte, son fusilados en la mañana del 18 de agosto en el Cuartel General de Santos Lugares de Rosas (actualmente localidad de San Andrés, General San Martín). Camila estaba embarazada de ocho meses. No les importó la Vida, sino la Ley. Ladislao hizo llegar a su ya mujer para animarla a dar la vida por amor, este digno epitafio:
“Camila mía: Acabo de saber que mueres conmigo. Ya que no hemos podido vivir en la tierra unidos, nos uniremos en el cielo ante Dios. Te abraza... Tu Gutiérrez”.


“Asesínenme a mí sin juicio, pero no a ella, y en ese estado, ¡miserables...!”
Fueron palabras de persona valiente, libre, digno sucesor del que dijo: “si me buscáis a mí, dejad que se marchen éstos” (Jn 18, 8). Los sentaron a cada uno en una silla, cargada por cuatro hombres a través de dos largos palos. Les vendaron los ojos y, escoltados por la banda de música del batallón, los llevan al patio interior. Camila lloraba sin estridencias. Cuando los soldados los ataban a las sillas, pudieron hablarse y despedirse, hasta que Ladislao comenzó a gritar:
“Asesínenme a mí sin juicio, pero no a ella, y en ese estado ¡miserables...!”.


“Ese estado” es el estado de buena esperanza
Un hijo a punto de nacer, fruto de su amor. ¡Qué desgarro sentirían los dos! Sus palabras fueron acalladas por el capitán Gordillo, que mandó redoblar los tambores e hizo la señal de fuego. Cuatro balas terminaron con la vida del sacerdote. Después, tres descargas hirieron a Camila. Se agitó con violencia, cayó del banquillo y una mano quedó señalando al cielo. “En la vecindad quedó el terror de su grito agudísimo, dolorido y desgarrador”.

Un episodio de los muchos que jalonan la lucha por el celibato opcional
Es la consecuencia de preferir la Ley al Evangelio. Se prefiere actuar en contra del evangelio antes que contra la ley: se permiten comunidades sin eucaristía, personas rotas, escándalos, hijos desprotegidos, mujeres invisibles, destierros impuestos, vicios “contra naturam” (Conc. Lateranense III año 1179, canon 11); abusos “con impúberes de cualquier sexo” (Instrucción 9 junio 1922), etc. etc. ¿Hasta cuándo? ¿No tiene arreglo el clericalismo? En el fondo el celibato es la base del estamento clerical. Son idénticos los defensores de uno y otro. Mientras no se desate el nudo entre clero y celibato no hay reforma eclesial posible.

Rufo González
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