“¿No es mejor que, si no hay otros recursos, los sacerdotes fundan el oro para sustento de los pobres...?” Pongamos los ojos en los sufrimientos de los pobres (D. 18º TO C 31.07.2022)

Queremos ser `ricos ante Dios´”

Comentario: “Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios” (Lc 12,13-21)

Estamos ante un texto exclusivo de Lucas. Sólo tiene paralelo en el Evangelio gnóstico de Tomás (llamado “quinto evangelio”, muy próximo en el tiempo): “Dijo un hombre a Jesús esto: «Habla a mis hermanos así que ellos puedan dividir los bienes de mi padre conmigo». Dijo a él esto: «Oh hombre, ¿quién ha hecho de mí un divisor?» Se tornó a sus discípulos. Les dijo esto: «De verdad, ¿es que Yo existo como uno que divide?»” (Ev Tom 72). “Dijo Jesús esto: «Había un hombre rico que poseía muchas riquezas. Dijo esto: Haré uso de mis riquezas en sembrar, cosechar, plantar y llenar mis graneros de frutos de modo que no necesitaré nada. Esos eran sus pensamientos en su mente y en aquella misma noche murió. El que tenga oídos, ¡que oiga!»” (Ev Tom 63). 

Jesús se niega a dirimir el reparto de una herencia. Deben ser los interesados quienes lo solucionen. Él da la clave para actuar: “guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes”. Inventa una parábola en la que el protagonista es el mismo Dios: la “del rico insensato”. La realización humana no está en “tener”, sino en “ser” persona, en “bien lograrse”.

El comentario de San Basilio (Padre griego del s. IV) tiene actualidad:

“Losgraneros reventaban y resultaban estrechos... Pero el corazón codicioso no se llenaba con nada... No podía desprenderse de lo antiguo por su avaricia, y no podía dar cabida a lo nuevo por la magnitud de sus ganancias... ¿Quién no compadecerá a un hombre así de obsesionado, a quien sus tierras, en lugar de frutos y provechos, le producen cavilaciones? ...

“¿Qué voy hacer?” Lógico sería responder: “Hartaré a las personas hambrientas, abriré mis graneros y convidaré a todos los necesitados”... Pero no eras tú de esa clase de hombres ... ¿Cuándo lograrás poner ante tus ojos los sufrimientos de los pobres? “Mira al pobre” buscando por todos los rincones de su casa. Ve que ni tiene dinero ni lo tendrá nunca. Entre todos sus enseres apenas valen unos pocos euros. ¿Qué hacer? Mira a sus hijos y no ve otra salida para evitar la muerte que llevarlos al mercado y venderlos. Mira esa lucha entre la tiranía del hambre y el amor del padre...

¿Qué decisiones va a tomar el que ya tiene un pie en la tumba?“Derribaré mis graneros y edificaré otros”. Y yo le diría: “harás muy bien. Porque esos graneros de iniquidad son dignos de ser derribados. Echa por tierra con tus propias manos lo que tú mismo edificaste injustamente. Destruye esos trojes, ya que nunca sirvieron para remediar a nadie. Derriba esa casa cuna de la avaricia, desmantela los techos, derrumba las paredes, muestra al sol ese trigo carcomido, saca de la cárcel esa riqueza prisionera..”.

“Derribaré mis graneros y construiré otros más grandes”. Pero si también llenas éstos, ¿qué harás entonces? ¿Los volverás a derribar y los volverás a reedificar? Y ¿qué cosa más ridícula que trabajar sin tregua para construir con afán y destruir con el mismo afán?

“Si quieres graneros, ahí tienes las casas de los pobres” ... Avaro es el que no se contenta con lo necesario, y ladrón el que quita lo suyo a otros. “Y tú, ¿no eres avaro ni ladrón, si estás apropiándote de lo que se te dio sólo para que lo administrases?” Si llamamos ladrón a aquel que desnuda a un vestido, ¿vamos a llamar de otra manera al que no viste a un desnudo, pudiéndolo hacer? El pan que tú retienes es del hambriento. Los vestidos que guardas en tus arcas son del desnudo. El calzado que se pudre en tu casa es del que va descalzo. Y en resumen: “estás ofendiendo a todos cuantos puedes socorrer”. (San Basilio: Homilía sobre la parábola del rico insensato, Lc 12,13-21. PG 31,261ss).

Oración: ““Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios” (Lc 12,13-21)

Hoy, Jesús, nos muestras tu sabiduría de pobre:

es sabio desarrollar los talentos, crear riqueza;

es necio vivir para acumular y tener;

es sabio administrar los bienes logrados;

es necio “descansar, comer, beber, banquetear alegremente”.

Tu reino pidetrabajar para comer el propio pan” (2Tes 4,12):

esfuerzo para desarrollar nuestros talentos;

hartar a los hambrientos, convidar a los necesitados;

ser “ricos ante Dios”, es decir, a amar como él nos ama.

Esta parábola invita a mirar nuestra vida:

la vida de toda sociedad, que quiere prosperar en justicia;

la vida de la Iglesia que quiere ser “signo” de tu amor.

Con san Basilio, podemos preguntarnos:

“¿Cuándo lograrás poner ante tus ojos

los sufrimientos de los pobres?

Mira al pobre buscando por todos los rincones de su casa.

Ve que ni tiene dinero ni lo tendrá nunca... 

Mira a sus hijos y no ve otra salida para evitar la muerte

que llevarlos al mercado y venderlos.

Mira esa lucha entre la tiranía del hambre y el amor del padre...”.

Nuestras comunidades, Jesús, deberían reflexionar:

tenemos “...trojes que no sirven para remediar a nadie”;

llamados “tesoros” de iglesias y catedrales.

“La Iglesia posee oro no para tenerlo guardado,

sino para distribuirlo y socorrer a los necesitados.

Pues ¿qué necesidad hay de reservar lo que,

si se guarda, no es útil para nada?...

¿No es mejor que, si no hay otros recursos,

los sacerdotes fundan el oro para sustento de los pobres...?

Acaso no nos dirá el Señor:

`¿Por qué habéis tolerado que tantos pobres

murieran de hambre,

cuando poseíais oro con el que procurar su alimento?´.      

Estos argumentos son irrefutables:

Pues ¿qué podrías objetarme?;

¿Que temes que falte el adorno digno del templo de Dios?

El Señor te contestará:

`Los misterios de la fe no requieren oro,

y lo que no se puede comprar con oro

tampoco se dignifica más con el oro”

(San Ambrosio: Sobre los deberes de los ministros de la Iglesia. PL 16, 148-149).

Jesús del amor sin medida, ¡danos un corazón como el tuyo!:

que no nos quedemos en palabras, en deseos, en recomendaciones...;

que tu Espíritu nos arranque la avaricia de toda clase;

que nos mueva a compartir lo que somos y tenemos.

Preces de los Fieles (D. 18º TO C  31.07.2022)

También la codicia habita nuestro corazón. Deseamos más dinero, más casas, más coches..., más todo. Pidamos hoy a Jesús que conforme nuestro corazón con el suyo, diciendo: “queremos ser `ricos ante Dios´”.

Por la Iglesia:

- que sus bienes estén al servicio de los más necesitados;

- que administre sus bienes para el Reino con transparencia.

Roguemos al Señor: “queremos ser `ricos ante Dios´”.

Por las intenciones del Papa (Julio 2022):

- que cuidemos a los ancianos “raíces y memoria del pueblo”;

- que “su experiencia y sabiduría ayude a los más jóvenes

a mirar hacia el futuro con esperanza y responsabilidad”.

Roguemos al Señor: “queremos ser `ricos ante Dios´”.

Por los políticos:

- que administren con honradez los bienes comunes;

- que cuiden del bienestar, especialmente de los más débiles.

Roguemos al Señor: “queremos ser `ricos ante Dios´”.

Por los más necesitados (enfermos, parados, refugiados...) :

- que les atendamos como deseamos nosotros ser atendidos;

- que se vean libres de codicia, y trabajen por su recuperación.

Roguemos al Señor: “queremos ser `ricos ante Dios´”.

Por el tráfico:

- que la facilidad de movimientos nos humanice;

- que seamos generosos, ayudemos, observemos las leyes.

Roguemos al Señor: “queremos ser `ricos ante Dios´”.

Por esta celebración:

- que nos libre de toda avaricia;

- que nos dé el espíritu de Jesús que comparte, cura...

Roguemos al Señor: “queremos ser `ricos ante Dios´”.

Sí, queremos ser “ricos ante Dios”: tener mucho amor, mucha justicia, mucho esfuerzo por la paz, mucho acompañar a los que sufren, alegrar mucho la vida con nuestro trabajo honrado... Queremos, Jesús, seguirte a ti, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

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